Análisis Gato Roboto, la gata que se cree Samus Aran (PC, Xbox One, Switch)
No son pocos los metroidvania que podemos encontrar hoy día en la escena independiente, de hecho casi parece que estos juegos están de moda. Algunos priman mucho los combates, mientras que otros mantienen un estilo más equilibrado. Este último es el caso de Gato Roboto, un nuevo título de disparos, plataformas y exploración muy en la línea de los primeros Metroid –saga a la que homenajea, siempre desde el humor-, que hace del estilo clásico su mejor carta de presentación.
Gato Roboto se lanza en Nintendo Switch y PC, sin pretensiones de revinentar el género ni a marcar un antes y un después, pero os aseguramos que es lo suficientemente divertido como para ser un buen sucedáneo de los grandes.
Una gata que se cree Samus Aran
La historia del juego –que nos llega con textos en español- es una parodia de las aventuras espaciales. Un piloto y su gata Kiki viajan por el espacio cuando reciben una extraña señal desde un planeta con una instalación abandonada. Cuando la situación parece controlada, Kiki pulsa accidentalmente el teclado de la nave -¿qué gato no hace eso?- y los protagonistas sufren un accidentado aterrizaje. El piloto queda atrapado en la nave, pero la gata logra bajar al planeta. ¿Podrá ella ser la heroína de esta aventura?
Pronto este felino dejará de ser vulnerable gracias a una armadura que recuerda sospechosamente a la de Samus Aran, permitiendo que consiga poder ofensivo y resistencia a un número pequeño de impactos. Pero en Gato Roboto vamos a jugar constantemente con la posibilidad de salir del traje, algo que será necesario para sortear varios obstáculos.
Buscando mejoras para nuestro traje
Como metroidvania que es, hablamos de mapas que no son exactamente lineales, aunque tampoco son los más enrevesados que hemos visto en el género. La ruta suele estar clara en todo momento: es el único camino que nos queda por ver. La clave está en ir consiguiendo mejoras que dan algún tipo de habilidad –salto doble por ejemplo- o arma capaz de abrir todos esos caminos bloqueados que hemos visto anteriormente.
El mapa cumple su función de orientarnos perfectamente, e incluso nos avisa de las habitaciones cercanas que no hemos visitado, así que no tendrás disculpa para dejar algún lugar opcional; muchas salas tienen útiles ampliaciones de vida o nuevas paletas de color. El problema quizás pueda surgir cuando se nos pide volver a una zona anterior, pues el juego no nos indica exactamente la pantalla a la que se refiere.
Kiki pasará gran parte del juego enfundada en el traje: es el que resiste daño y dispara armas. Tenemos un fuego estándar infinito, aunque no es de largo alcance y necesitaremos unos cuantos tiros para derrotar a la mayoría de enemigos. Esto cambia más adelante con el extra de los cohetes, misiles explosivos que dan impulso para saltar más lejos, destruyen fácilmente a los animales y robots que se cruzarán en nuestro camino, así como unos bloques que obstaculizan ciertas rutas: esta es una de las primeras herramientas que servirá para explorar mejor el mapa. No obstante, el misil tiene una limitación de uso por recalentamiento y no se puede utilizar de manera constante.
Pero la gata también tendrá momentos para lucirse. El traje no puede tocar el agua y es un poco voluminoso –no pasa por lugares estrechos-, lo que nos obligará a salir de la armadura para sortear otro tipo de trampas o zonas. Kiki tiene la habilidad de escalar paredes, bucear o entrar en pasadizos. El peligro está en su debilidad, ya que muere al primer toque y carece de ataques, pero a cambio interactuará con mecanismos y avanzar por donde al traje le es imposible.
Podemos resaltar los tramos que transcurren bajo el agua, donde a veces montamos un pequeño submarino armado. Da lugar a un cambio en la jugabilidad que se agradece bastante, pues tanta exploración de laberintos puede hacerse un poco monótono. El control es más libre e incluso tenemos algún combate contra jefe estilo shoot’ em up-, que es un aire fresco respecto a otros más inspirados en Mega Man.
Esta colaboración entre animal y traje es la mayor gracia de Gato Roboto, pues en el resto de aspectos lo hemos visto muy interesante pero sin sorpresas. El ritmo de juego es más bien lento y los enemigos muy sencillos, con una IA casi nula al estilo de los shooter de 8 y 16 bits, algo que gustará a quienes se desesperaron con los saltos al milímetro de Guacamelee! o el combate duro de Hollow Knight. En la mayor parte del juego estos enemigos se limitan a seguir rutas prefijadas y si acaso se acercan a nuestra posición en cuanto nos detectan; son fáciles de predecir si prestas un mínimo de atención.
¿Es un juego fácil entonces? Sí, salvo en un punto concreto. La exploración general no presenta grandes desafíos, pero hay abundantes subjefes, que suelen ser nuevos enemigos que luego pasan a ser habituales –vendría a ser un tutorial para conocer estas criaturas-. Los que destacan son los jefes, donde alguno sí nos ha parecido un pico de dificultad mejor llevado que contrasta con el resto del juego. Por suerte, el guardado está siempre frente a cada duelo y podrás repetirlo inmediatamente.
Estilo retro
Esta jugabilidad retro también tiene su reflejo en los gráficos. Como se puede ver en las capturas, es un pixel-art de baja resolución que utiliza únicamente el blanco y el negro, imitando los sistemas más antiguos. Aunque como hemos mencionado, también hay unos coleccionables que desbloquean nuevas paletas, pero siempre dentro de esa limitación de dos colores.
Quizás este estilo eche atrás a muchos jugadores, y es verdad que se puede hacer un poco monótono a la vista, pero no hemos encontrado problemas en cuanto a confusión de enemigos con decorado, el diseño es bastante limpio. Dentro de la restricción que supone imitar los gráficos de una Game Boy, Gato Roboto consigue dar diferentes ambientaciones de cuevas, instalaciones o calderas, en ocasiones con efectos de distorsión en la pantalla.
La banda sonora pasa un pelín desapercibida, excepto con los jefes, donde los sonidos electrónicos suenan con más fuerza. Los sonidos cumplen, aunque en general da la sensación de serle apartado algo descuidado que podía dar más de sí.
Conclusiones
El único inconveniente que le vemos a Gato Roboto es que le falta ese punto de genialidad para codearse con los mejores del género. Se hace corto -unas cuatro horas- y no hay muchos incentivos ni para volver atrás a los niveles, que son de diseño muy simplón, ni para rejugarlo. Sin embargo, la jugabilidad es sólida y el aspecto tan ochentero tiene su encanto, gustará a los jugadores más veteranos que pasaron mucho tiempo frente a las aventuras con estética de 1 bit.
Gato Roboto no aspira a hacer sombra a Hollow Knight: Silksong… Pero mentiríamos si no dijésemos que nos lo hemos pasado muy bien con esta gatita de armas tomar.
Hemos realizado este análisis en PC con un código que nos ha proporcionado Cosmocover.