Análisis de Drifting Lands (PC)
Vamos a empezar por el final. Drifting Lands es un muy buen matamarcianos. De hecho, posiblemente sea el matamarcianos que más le guste al público en los últimos años. Por desgracia, es un matamarcianos para PC, y esto parece que provoca que no sea el juego más popular de los que se han lanzado en los últimos tiempos, a pesar de que es época pre E3 y tampoco podemos decir que sea un momento en que las compañías aprovechen para sacar toda su artillería.
Supimos de Drifting Lands hace bastante tiempo, concretamente, algo más de tres años. Su aspecto clásico, con una estética más propia de tiempos antiguos, contrastaba con su apartado técnico, con algunos detalles que demostraban cierta modernidad. Pero vamos, como pasa con otros juegos de este estilo, tenemos que echar un ojo al pedigrí de sus autores para ver si realmente tenemos motivos para estar contentos, y por desgracia Transcripted, siendo inteligente e interesante, tampoco era un juego que pusiese patas arriba ninguno de los géneros que toca.
Con Drifting Lands, por suerte, se han sobrepasado nuestras más optimistas expectativas. De origen es un matamarcianos con historia que nos pone en un futuro no demasiado lejano en el que pertenecemos a una banda de mercenarios que se pasean por el universo a bordo del Arca, una estación espacial que mucha gente considera su casa. Conforme avanza la partida se va desgranando la historia, a veces en forma de misiones, a veces en forma de viñetas dibujadas con cierto gusto en la que nos van poniendo poco a poco en situación.
En nuestra primera partida (o incluso posteriormente) podemos decidir que nos expliquen un poco cómo funciona nuestra nave espacial, la cual puede ser de tres tipos: la más rápida, la más compensada o la más resistente. Sinceramente, es recomendable elegir la resistencia, pero a los aficionados a los matamarcianos con cierta tradición en estas lides seguramente prefieran la primera opción. Una vez metidos en el tutorial, éste nos explica cómo funciona nuestra nave, aunque hay que decir que algunas funciones básicas (como el disparo principal) no acaban de estar bien explicadas.
Y es que nuestra nave no sólo dispara y se mueve, sino que puede disponer de varias habilidades activas y pasivas, como si de un personaje de un juego de rol se tratase. Las activas tienen un tiempo de refresco el cual debemos superar para poder utilizarlas otra vez, mientras que las pasivas estarán acompañándonos mientras dure la pantalla.
Una vez superada la fase de tutorial, nos encontramos con que tenemos acceso a diferentes áreas de nuestra base espacial. En el mercado podemos comprar piezas nuevas, en el hangar usarlas para mejorar nuestra nave, en la zona de mando elegir nuestro siguiente destino, y en otros espacios ver las puntuaciones que hay subidas, u otras opciones interesantes. Conforme mejoremos nuestra nave podemos equiparla con nuevas adquisiciones, que además de comprarlas en el mercado también podremos conseguirlas en el campo de batalla.
Gracias a estas mejoras el arma principal puede ser diferente, más potente, mejor escudo para nuestra nave, u otro tipo de posibilidades, que hacen que podamos caer fácilmente en el círculo vicioso de jugar, conseguir mejora, probar la nave para ver cómo mejora y conseguir otra mejora, y así hasta el infinito. Cuando tengamos ciertas cantidad de dinero podemos hasta adquirir nuevas naves, de manera que todo el aspecto relacionado con el uso y disfrute de nuestras máquinas voladoras podemos considerar que está muy conseguido, y pasaremos bastante tiempo optimizando sus posibilidades para que estén en el mejor estado posible, teniendo en cuenta que cuando alguna pieza ya no nos sirva para nada podemos venderla, y de esa manera poder convertir estos créditos en fuente de financiación para nuevas partes.
Como matamarcianos puro hay que decir que Drifting Lands tiene ciertos altos y algunos bajos. En general se comporta bastante bien, con patrones de enemigos más o menos inspirados, y a pesar de considerar alguna diferencia respecto a lo que estamos acostumbrados tradicionalmente en el género (por ejemplo, un disparo hará poco daño a nuestra nave, y encima se suele poder curar gracias a una habilidad activa), en general su funcionamiento le resultará muy intuitivo al jugador que tenga cierta experiencia en matamarcianos.
Por desgracia, esos puntos débiles se presentan una vez que hemos jugado bastantes horas. Veremos que a pesar de tener cierta progresión de dificultad y enemigos, esto ocurre de manera demasiado lenta, un poco al gusto de las modas actuales, y esto provoca que podamos acabar teniendo una cierta sensación de repetición, y en ningún momento podemos decir que el diseño de niveles llegue a cotas como las de clásicos del género, de manera que casi todo consiste en disparar a enemigos y esquivarlos a ellos y sus balas, obviando temas como la navegación en el escenario.
Por suerte, tanto el aspecto de las naves espaciales propias y enemigas, así como con los decorados y otros elementos que veamos en pantalla son realmente agradables. Ya en las pantallas de carga o en las viñetas que nos explican la historia del juego, así como en los menús o zonas donde podemos realizar elecciones, detectaremos un cierto gusto tanto en composición y uso de colores como de formas. Por si fuera poco, una vez estemos en harina repartiendo disparos a diestro y siniestro, veremos como las naves enemigas se acercan desde el fondo hasta nuestra posición, y si escapan de nuestros certeros disparos puede que realicen un acercamiento hacia la cámara u otros espectaculares movimientos. Y lo mismo podemos decir de las explosiones y otros efectos que encontraremos durante la partida, creando una buena sensación a la hora de disfrutar de la partida.
Lo mismo podemos decir del sonido del juego, tanto por unos efectos especiales impactantes (hay algunas armas cuyos sonidos dejan huella desde el momento en el que que salen desde nuestra nave hasta cuando chocan contra las naves enemigas), como por unas melodías bastante cañeras que, evidentemente, acaban siendo un poco repetitivas cuando llevamos jugadas muchas horas, pero que en ningún momento molestan.
Conclusiones
Drifting Lands es, posiblemente, uno de los matamarcianos más modernos que hemos probado en los últimos tiempos. Ha incorporado a su discurso elementos de otros géneros que no acaban de romper su dinámica original, y en cualquier caso mejoran la fórmula dejando un resultado que al no ser perfecto nos permite soñar con otros títulos que puedan seguir creciendo desde este punto de partida.
Este juego se ha podido analizar gracias a un código para PC proporcionado por Evolve PR.