Análisis de Drakensang: The River Of Time (PC)
Los juegos de rol actuales miman al jugador: le evitan lidiar con la dureza de las cifras, convierten las estadísticas en barras de vida y presentan las peleas en tiempo real. La serie Drakensang le da la vuelta a la tortilla y presume de una complejidad nunca vista desde que el rol dejó de jugarse con dados y papel. The River of Time se mantiene fiel a estos principios con elegancia e integridad.
Cuando hablamos de profundidad rolera en The River of Time nos referimos a algo de las dimensiones de la fosa de las Marianas.
No es que tengas 50 tipos de cara -este apartado es más bien algo soso-, sino que puedes distribuir los puntos iniciales y los de experiencia que consigas en decenas de parámetros: por un lado tienes los atributos y valores base que definen las estadísticas básicas, y por otros las habilidades que definen la profesión y las características del personaje. En tercer lugar puedes subir de nivel el dominio del personaje en determinadas armas.
El abanico de personajes iniciales es de los más completo, y se han introducido dos clases nuevas respecto a The Dark Eye. La primera es el bárbaro, humano puro músculo y la segunda el geode, un enano con habilidades curativas y mágicas. Rizando el rizo, la pantalla de creación del personaje da la opción "modo experto" que te permite asignar los puntos en todos los aspectos que definen al personaje. No podrás decidir si tiene un lunar en el lado derecho de la nariz, pero sí si será un experto en botánica y un genio con el sable.
Cuando la historia avance irás adquiriendo compañeros más o menos habituales, y también puedes controlar sus estadísticas, ya que cada uno tiene sus propios puntos de experiencia. Así pones a prueba tu habilidad para conseguir un grupo equilibrado especializando a uno en curación, a otro en magias de ataque… o establecer un dúo cuerpo a cuerpo imbatible.
Cada clase tiene sus peculiaridades, pero cabe destacar la de los pícaros, con un interesante sistema de karma que, unido a la consideración que tiene la jugabilidad con quien quiera actuar con sigilo hacen que sea una clase más atractiva que en otros títulos.
Si no te has sentido abrumado por las posibilidades al crear tu personaje, te sentirás cuando veas que tienes todo por hacer y por aprender: construir arcos, curarte, elaborar pociones, recoger plantas… cualquier habilidad o actividad requiere dinero y puntos de experiencia. En la mejor tradición rolera, es un principio difícil, aunque nunca tanto como para desanimar al jugador. Y hará bien en no desanimarse, porque se perdería un juego muy interesante y que es más gratificante cuanto más se juega y más vas controlando sus intrincados vericuetos.
Ni siquiera algo aparentemente tan simple como curarte se hace de forma gratuita; si tu personaje tiene magia puede aprender un hechizo curativo. Si no, puedes aprender a utilizar pociones. Pero tu personaje puede haber perdido vitalidad o puede tener heridas. Si le sucede esto último debes vigilar que no sean demasiadas o morirá. Si recupera toda la salud pero sigue teniendo heridas luchará cada vez peor hasta morir.
¿Suena complicado? Lo es. Pero los habituales de los juegos de rol estarán acostumbrados a unos duros comienzos. Para ponerlo más difícil, pese a los tutoriales, en ocasiones el juego ni siquiera se explica, por lo que debes estar muy pendiente de los mensajes que aparecen en las pantallas de carga y probar con el método de ensayo-error. Lo más sensato es guardar tan a menudo como te acuerdes de hacerlo y en distintos archivos.
En contrapartida a esa dureza del aprendizaje, los enemigos no son demasiado difíciles y, si lo son, es porque tienen un nivel demasiado alto para tu personaje o está enfocando algo mal. Aquí se ve que la dureza de The River of Time no es para con el jugador. El objetivo es ofrecer una experiencia de juego lo más completa posible, dándote el control total de los personajes. Siguiendo esta misma filosofía, aunque algunos de tus personajes caigan en combate, si uno queda en pie, ya sea porque sobrevive o porque huye, se recupera el resto del grupo cuando no haya enemigos cerca. Siempre podrás replantear la estrategia sin tener que recuperar una partida guardada. Es una mano de seda en guante de hierro.
Aunque visualmente parece que se trata de peleas a tiempo real, en realidad el combate es un sistema de turnos. Una vez más, puede costar acostumbrarse, pero una vez que te haces con él resulta totalmente gratificante tener el control total de lo que sucede en pantalla.
La clave está en la pausa táctica, tan habitual en los juegos de estrategia como poco vista en los de rol. Cuando está activada, la acción se para y puedes dar órdenes. Para establecer una cola de instrucciones a un personaje mantienes pulsada la tecla "control". Al reanudar la pelea se van sucediendo los turnos, de forma que en lugar de ser una lucha caótica puedes seguir con rapidez lo que sucede, hacer las rectificaciones que consideres oportunas (apartar del combate a un personaje herido, curar a otro, apoyar a aquel que esté en apuros…) o dar nuevas órdenes. Todo sigue un ritmo que se sigue fácilmente respetando los turnos sin perder intensidad en la batalla.
Es un sistema híbrido muy eficaz que te pone a salvo de las inteligencias artificiales veleidosas de otros títulos que te dejan a ti sólo con el control de un personaje mientras la CPU controla los movimientos de tus compañeros. En Drakensang manejas a todos los personajes, aunque al moveros por las mazmorras esto también implique que debas asegurarte de que avanzáis todos juntos.
No podía faltar un clásico entre los clásicos: una arena de combate. En este caso sí te enfrentas a tus enemigos en solitario. Otra de las opciones de la arena es apostar por otros combatientes, lo que puede llevarte a ganar un dinero extra si tienes buen ojo, o si recuerdas quién suele ganar en los combates.
La edición está tan bien tratada como acostumbra FX Interactive, con un doblaje de primera en el que buena parte de los voces pertenecen a actores reconocidos. Hay ciertos problemas, como el que te impide en ocasiones ver todo el peso que lleva tu personaje, medido en la unidad anglosajona "piedras", o pequeñas erratas que no llegan siquiera a empañar el excelente trabajo de la editora. Y siempre es destacable el precio al que FX Interactive saca sus productos: 19,95 €.
Gráficamente, el juego tiene la calidad que hoy día se requiere en los ordenadores. Presenta un mundo luminoso y colorista, muy acorde con una historia menos apocalíptica que otros títulos pero atractiva e interesante. Es cierto que el modelado de los PNJs no es de lo más variado y que las frases que repiten de forma machacona llegan a aburrir y quitar las ganas a veces de intentar hablar con ellos, pero los diálogos en general son atractivos y refleja los personajes con intensidad.
La complejidad en el desarrollo del personaje no es lo único en lo que se desmarca de las tendencias actuales. Mientras que los títulos más conocidos proclaman que puedes cambiar la aventura con tus elecciones, Drakensang entiende el rol como la capacidad de experimentar una historia desde diferentes puntos de vista.
No se trata tanto de que lo que hagas determina lo que sucede como de que el entorno reacciona ante lo que eres y cómo actúas. Por ejemplo, un elfo despertará el recelo de los PNJs enanos o si eres un jugador amante del sigilo podrás utilizarlo para evitar algunas peleas. La historia principal es la misma, aunque tiene matices, y se adapta alrededor de tu personaje y de tu estilo de juego como un guante. Las diferencias son sobre todo visibles en las misiones iniciales.
The River of Time recoge también un aspecto muy apreciado por los jugadores de rol clásico: la artesanía. Puedes comprar las pociones, armas y armaduras, pero si te gusta recoger materiales y fabricar tu propio equipo puedes hacerlo. Como todo en Drakensang, las opciones para especializar a tu personaje son múltiples, y en parte dependen de tu raza y clase. Debes aprender habilidades básicas y luego desarrollarlas a base de puntos de experiencia, recogiendo con paciencia las plantas y recursos animales que encuentres en tu aventura y fabricando las artesanías en los bancos de trabajo. Es un sistema exhaustivo en el que puedes invertir tu tiempo cuando te canses de matar bichos.
La mitología de Drakensang es apabullante, con sus doce dioses y sus rivalidades. Pese a que se trata de la continuación de The Dark Eye, al situar la acción antes que en aquél, se puede jugar de forma independiente sin casi notar que forma parte de una serie. Aquellos que ya hayan jugado al título anterior sí reconocerán algunos personajes y, sobre todo, a la marcada personalidad de la que puede presumir un juego que anda por las estanterías sin trampa ni cartón, exigente y de rol confortante. Porque no todos los jugadores quieren que se lo den mascado ni que les enmascaren las complejidades del género.