Análisis de Cast of the Seven Godsends (PC)
Volver a los clásicos es algo relativamente tradicional en cualquier medio. Música, cine, literatura y por supuesto, videojuegos. En nuestro caso llegan a aparecer pequeños estudios que incluso prefieren quedarse en hacer los juegos sólo como aficionados, y dedicarse a hacer homenajes uno tras otro (las páginas de retrogaming están hasta arriba, pero por poneros un par de ejemplos, tenemos a M.A.Soft o Kotai). De hecho, con toda la moda de la financiación por micromecenazgo, han aparecido un montón de grupos que con mayor o menor fortuna han ofrecido realizar algo que se ha llamado "sucesores espirituales".
Uno de los clásicos que de vez en cuando es revisado por parte de otros desarrolladores, en parte porque la empresa que tiene su propiedad intelectual hace tiempo que ha decidido no mirar demasiado hacia su obra original, es la saga Makaimura, cuyos comienzos se sitúan a mitad de la década de los 80 en recreativa, y que poco a poco fue expandiéndose por consolas, ordenadores, teniendo finalmente no sólo secuelas, sino también spin-off tan recomendables como la subsaga Gargoyle's Quest y Maximo.
Juegos del estilo ya aparecieron cuando Ghost'n Goblins y sus secuelas estaban de moda, y así tenemos títulos como Beyond The Ice Palace, Belial, Fire and Brimstone, Demonia, The Sword and the Rose o incluso el español Risky Woods, que tenían un espíritu y unas maneras que realmente recuerdan al juego de Capcom.
Es curioso porque muchos de estos títulos que he mentado son los que citan los italianos de Raven Travel a la hora de comentar cuáles son sus inspiraciones para desarrollar el juego que nos ocupa. Y casualmente, podemos hacer una doble comparativa, porque hace relativamente poco pudimos jugar a Maldita Castilla, un magnífico homenaje a los juegos de la época, y principalmente al mismo Ghost'n Goblins o sus derivados. Posteriormente volveremos a hablar del juego de Locomalito, una vez hayamos presentado debidamente la obra de Paolo Cattaneo y sus compadres.
La historia detrás de Cast of the Seven Godsends (nombre complicado donde los haya) nos pone en la piel de Kandar, un rey cuyo hijo ha sido raptado para cierto ritual demoníaco. Kandar se ve apoyado por los siete dioses, cada uno representado por una armadura (como si hablásemos de los Caballeros del Zodiaco), algo que se representa en el juego de una manera parecida a lo que hacen ciertas secuelas de Ghost’n Goblins (como por ejemplo Super Ghouls’n Ghost de Super Nintendo).
Así, Kandar empieza con una armadura sencilla que aguanta ciertos golpes, pero poco a poco puede tener armaduras de los diferentes dioses, o incluso invocarlos como hace el juego de Super Nintendo (cargando la barra de turno si se dan ciertas condiciones), lo que hace que nuestro personaje sea aún más destructivo si cabe. Otras ayudas son una cantidad asombrosa de armas, que mezcladas con las distintas transformaciones hacen que quieras jugar sólo para seguir descubriendo nuevas posibilidades, y lo cierto es que algunas de ellas son muy sorprendentes. Y finalmente, hay bonus que nos permiten temporalmente ser más rápidos, saltar más alto, u otro tipo de ayudas.
Todo esto durante seis niveles bastante largos, con sus grandes enemigos finales, sus enemigos poderosos a mitad de pantalla, y sobre todo, una barbaridad de rivales en nuestro camino por las fases. Pero a diferencia de Ghost’n Goblins y de versiones más modernas como Maldita Castilla, a este Cast of the Seven Godsends yo le echo a faltar un hervor a la hora de diseñar el juego. Seguramente Paolo y el resto del equipo de Raven Travel tengan el juego muy por la mano, y les parezca que es súper lógico, pero sinceramente, comparándolo con el juego de Locomalito, uno me parece difícil pero justo y lógico, y el otro me parece que es mucho más caótico, tirándote enemigos de manera constante pantalla tras pantalla. Esto es porque el original también hacía algo parecido, pero seguramente dadas las diferencias de hardware de entonces a ahora se pueden permitir muchos más enemigos de las que podía mover una máquina de 1985.
Un detalle que tiene el juego es el de incluir checkpoints, pero no guarda la partida. Esto es porque el juego quiere imitar a cómo se tenían que jugar estos títulos entonces, y lo cierto es que aunque a día de hoy es una práctica muy caduca, es una posibilidad que indudablemente alarga notablemente la vida del producto… si no te has cansado de él antes porque en tu colección hay otros títulos que te lo ponen más fácil.
A nivel gráfico Cast of the Seven Godsends hace cosas bien… y otras no tanto. La variedad de fondos, enemigos y efectos es muy destacable, de manera que veremos pocos enemigos repetidos, al menos a nivel visual, y con tantas armas y combinaciones posibles, con bolas de fuego y manos gigantes pasando por rayos que atraviesan toda la pantalla. Lo mismo podemos decir de los temibles enemigos finales, algunos de los cuales ocupan toda la pantalla.
Pero indudablemente, está todo hecho con bastante menos gusto que los juegos originales, y con otros con los que podríamos compararlo y considerarlos títulos muy similares. El primer fallo grave son los cuadros de diálogo, o mejor dicho los avatares que los ilustran, ya que algunos de estos dibujos parecen hechos por un dibujante que empieza a hacer fanzines, y no de un producto profesional. Otro aspecto curioso del juego es que al estar hecho desde 2011, entonces no tenía lugar la fiebre del pixel art como hay ahora, y el arte es una mezcla entre una alta resolución muy meritoria, con un aspecto de juego flash no tan aceptable. Tiene momentos muy interesantes, y otros que parece que necesita más trabajo.
A nivel musical no nos podemos quejar, siempre que sepamos qué tipo de videojuego estamos adquiriendo. Como en la época las melodías son muy pegadizas, pero por contra se repiten de manera muy notable. Si estáis acostumbrados a este tipo de sonidos no es problema, pero si buscáis un apartado sonoro más pensado en los tiempos que corren no os terminará de gustar.
En resumen, Cast of the Seven Godsend es un juego con altibajos, que os puede gustar o no dependiendo de qué es lo que estáis buscando. Personalmente creo que le falta un pulido, que hubiera estado genial que hubieran estudiado mejor los ejemplos de donde vienen para saber qué es lo que los hacía tan buenos. Pero por otro lado sin duda alguna es una obra de amor a los videojuegos, y que si vosotros y vuestras circunstancias lo permitís, podéis disfrutarlo, además que no es un juego excesivamente caro (7 euros de salida). Casi os podría decir que merece la pena aunque sólo sea para ver la enorme cantidad de armas y armaduras que tiene.