Análisis de Sherlock Holmes y el Secreto de la Reina (NDS)

Las aventuras del detective Sherlock Holmes siempre han gozado de una gran aceptación por parte del gran público, y es que su peculiar y afinado ingenio, junto con sus asombrosas dotes de observación de pequeños detalles que pasarían desapercibidos para la gran mayoría de la gente, y su impresionante inteligencia y capacidad de deducción, han conseguido que las cuatro novelas y 56 relatos de ficción en las que aparece, relatadas por Sir Arthur Conan Doyle, sean objeto de culto en el género detectivesco. Así, vista la gran cantidad de formas que las andanzas del Sherlock Holmes y su compañero de aventuras, el doctor Watson, han llegado al gran público (novela, cine, series televisivas, cómic...), el que apareciese en el mundo del videojuego sólo era cuestión tiempo, y conociendo lo bien que se presta la portátil de Nintendo al género de aventuras, donde ya cuenta con una buena colección de títulos, algunos de un éxito fuera de toda duda como las aventuras del Profesor Layton y su joven aprendiz, no cabía la menor duda de que NDS tendría su dosis del detective por excelencia.

¿Elemental querido Watson?

La historia nos sitúa en la ciudad de Londres en el año 1888, en la que Sherlock Holmes languidece de aburrimiento y tedio en su residencia, mientras su fiel amigo, el Dr. Watson, intenta encontrar alguna investigación que logre acaparar la atención y estimular el intelecto del detective. Una invitación les lleva a asistir a una demostración de nuevos inventos en casa de un amigo, el cual les regala un misterioso tablero. Una vez en casa descubren que el juego contiene una carta nada menos que del primer ministro, que pide al famoso detective que intervenga en un sencillo caso de robo sucedido en el castillo de Windsor. Sin embargo, detrás de dicho robo parece que se esconde algo más, un peligro capaz de desestabilizar el gobierno y poner en jaque a todo el país.

Nuestra labor será la de tomar el papel de la leyenda detectivesca, resolver todos los entresijos y desenmascarar al enemigo que actúa desde la sombra.

Hasta aquí podríamos decir que todo está perfecto: la historia es intrigante y lo elemental sería que un juego basado en el mayor detective de todos los tiempos supusiese un gran reto para el jugador, sin embargo las cosas se tuercen demasiado pronto. El sistema de juego es calcado a lo visto en otro juego: El Profesor Layton. Se basa en la resolución de puzles que van apareciendo a medida que progresamos en la aventura, ya sea en algún objeto que nos encontramos o con los personajes con los que interactuamos.

Si logramos resolver el puzle sin ayuda alguna, se nos recompensará con cierto número de puntos, cantidad que depende de la dificultad de lo que nos enfrentemos. Si por el contrario necesitamos ayuda, la cantidad de puntos que obtendremos como recompensa será menor. En este sentido hay que destacar que la mayor dificultad de los retos que nos encontraremos será precisamente el saber qué hay que hacer. No hay una explicación inicial sobre nuestro objetivo, simplemente se nos presenta el puzle para que movamos las piezas, y el mayor escollo será adivinar qué mover, y cual es el objetivo final.



Por otro lado tenemos el marcador de dificultad de los puzles. El juego nos indica con una barra de tres lupas la dificultad del acertijo que tenemos delante, sin embargo es un sistema que parece haber sido creado de forma totalmente aleatoria, es decir, tan pronto nos podemos encontrar con un puzle que supuestamente es fácil pero al que tendremos que dedicar su tiempo para adivinar qué hay que hacer, como otros en los que supuestamente la dificultad es alta pero que resolveremos casi sin darnos cuenta.

Tampoco hay una línea argumental que se ajuste a la dificultad de los rompecabezas, y es que lo normal es que a medida que avancemos en la historia, los retos que se nos presenten vayan requiriendo de más atención, pero este juego parece haber nacido para romper todas las reglas tradicionales que sustentan a los buenos títulos. Otro aspecto que no gusta es la tremenda facilidad con la que se sigue el argumento. Si en algún momento nos encontramos con que no sabemos qué hacer, basta pulsar uno de los iconos de la pantalla táctil para que nos indique el punto de la pantalla al que hay que ir, para que no nos dejemos cabos sueltos en la aventura.

Probablemente el lector a estas alturas se sienta un poco desalentado ante la perspectiva de enfrentarse a un juego un tanto caótico, pero la cosa aún va a peor. Los tiempos de carga entre pantalla y pantalla son incomprensiblemente largos para tratarse de un juego cuyo soporte físico es una tarjeta de memoria, y lo cierto es que no hay unos gráficos ultracoloridos, miles de polígonos que mover, escenas cinemáticas, o algún tipo de ingeniería gráfica de última generación que suponga una descompresión de datos brutal y justifiquen esos tiempos de carga, sino todo lo contrario.

Los escenarios son bastante sencillos, planos, y los sprites que representan a los distintos personajes no muestran ni un mísero píxel de animación en toda la aventura, simplemente muestran la misma imagen que se repite hasta la saciedad siempre que hablan. Tampoco deja de resultar cuando menos gracioso, que al tener que desplazarnos de un lugar a otro por las calles de Londres, el carruaje vaya recto, atravesando casas y edificios sin molestarse en seguir una ruta por las calles. Otro error que roza lo absurdo es cierto momento de la recta final en la que, queramos o no, nos veremos privados de la opción de acelerar las conversaciones de los personajes; simplemente deberemos limitarnos a ver cómo aparecen las letras y esperar un considerable tiempo hasta que otro personaje se ponga a hablar.

Conclusiones

Sherlock Holmes y el secreto de la reina es un juego que no está a la altura del catálogo detectivesco que goza la portátil de Nintendo. Los errores de programación, su simpleza gráfica, las dos melodías que elevan a la categoría de arte la palabra monotonía, los pobres efectos de sonido, la perspectiva que se nos presenta a la hora de resolver rompecabezas y el escasísimo tiempo de juego que nos llevará finalizar la aventura, que roza las tres horas, hacen de este título un auténtico fracaso. Quizás valdría para introducir en la aventura gráfica a los más pequeños de la casa, pero la dificultad de sus puzles siguen la trayectoria de una montaña rusa, por lo que desaconsejamos cualquier experimento con los hijos en este sentido. Cualquier otra compra del excelente catálogo de NDS amortizará sobradamente los 30 euros que cuesta este juego.