Análisis de Pac-Man 256 (iPhone, Android)
Hablar de Pac-Man, el famoso, amarillesco y orondo glotón personaje de los videojuegos, es hacerlo de uno de los iconos más reconocidos y perdurables en el ocio electrónico. Desde su salida en las recreativas de todo el mundo, la creación del Dr. Iwatani ha perdurado a través de varias generaciones, decenas de secuelas y adaptaciones, e incluso cientos de guiños y cameos en películas, series de televisión y otros juegos. Como en todos los mitos y leyendas, sean o no del mundo del entretenimiento, Pac-Man arrastra toda una legión de anécdotas y curiosidades, que engrandecen, si cabe, su ya de por sí larga figura.
Si conocéis la recreativa original de Pac-Man, quizás conozcáis también el famoso bug o error de programación de la pantalla 256. Los jugadores que consiguieran llegar a dicho nivel no podían superarlo con éxito, pues comenzaban a aparecer números, píxeles y extraños bloqueos por todos los lados de laberinto, haciéndola imposible de superar.
¿El verdadero motivo? En teoría, nadie debía llegar tan lejos en la máquina original por temas de espacio y almacenamiento -la placa base integrada de ocho bits no daba más de sí-, y los programadores originales consideraron que "plantarse" en unos nada despreciables doscientos cincuenta y seis niveles era una cifra lo suficientemente alta y lejana como para que ningún jugador llegase allí -permaneciendo a priori oculto para los ojos de los usuarios-.
Ahora, años después del lanzamiento del comecocos original, Hipster Whale, creadores del adictivo Crossy Road, aprovechan el halo de nostalgia que envuelve a Pac-Man y su misterioso nivel y nos presentan Pac-Man 256, un nuevo título endless para iOS y Android que consigue renovar nuestros votos con el género con un juego muy entretenido y que coincide como parte de los eventos del 35º aniversario que ha organizado Namco Bandai.
Una huida hacia adelante
Crossy Road consiguió que muchos usuarios volvieran a tomarse enserio lo juegos endless, y en concreto, aquellos que homenajeaban el también consagrado juego de los años ochenta, Frogger. Pac-Man 256 hereda gran parte de la estructura original del título de Hipster Whale, como lo es la idea de utilizar esa huida hacia adelante en pos de recorrer la mayor distancia posible esquivando peligros y enemigos. Pero Pac-Man tiene unas características muy claras, dominantes, cuya eliminación de la fórmula hubiera sido todo un error.
Pac-Man 256 es un juego que usa con inteligencia todos los elementos de los Pac-Man originales. Por una parte, tenemos los eternos laberintos con paredes de neón, los "cocos" que debemos engullir como si no hubiese mañana, las socorridas frutas y demás ítems, y los icónicos fantasmas de colores -Clyde, Inky, Pinky y Blinky-. Sin ir más lejos, la aplicación incluso recoge los sonidos clásicos. Pero al igual que con Crossy Road, Hipster Whale replantea los puntos de partida y los traduce en una nueva mecánica de habilidad de corte muy arcade.
En esta nueva versión de Pac-Man huiremos del mutante bug o glitch de la pantalla 256, esquivando y comiéndonos a los fantasmas cuando toque. La sensación de incertidumbre y de peligro es mayor que nunca, pues al contrario que cuando teníamos un laberinto delimitado, aquí nos rodeará una apremiante necesidad de correr hacia adelante para evitar caer engullidos por la algarabía de números, perdiéndonos entre los pasillos y calles de unos niveles que se generan de forma procedural y aleatoria en cada partida.
La estructura es, por tanto, idéntica a la que podíamos experimentar en Crossy Road. Como jugadores acabaremos corriendo por pura mecánica e impulso, obligándonos a concentrarnos el doble en cada recodo, giro… Si nos pilla el glitch de la pantalla 256 -en esto funciona como otros juegos similares, como Temple Run- o nos comen los fantasmas, adiós. Game over. Pac-Man 256 está planteado para que, de una manera u otra, intentemos llegar lo más lejos posible en cada partida, batiendo nuestras propias marcas o compitiendo con nuestros amigos. Sí, hay créditos de continuación, pero ojo, no abundan demasiado y tampoco son necesarios si somos lo suficientemente diestros -a no ser que queramos seguir con la partida perfecta de nuestras vidas-.
Para añadir un nuevo subtexto jugable a este nuevo endless runner de Pac-Man, se ha incluido un número abrumador de enemigos, que ahora nos acecharán con más ahínco, llegando incluso a patrullar de forma rápida y en grupos para cazarnos en cualquier momento. Y como el número de enemigos se ha aumentado, así como la velocidad propia del juego -nos exige mucho más que las versiones clásicas-, Hipster Whale ha decidido que lo mejor era experimentar con los propios power-ups. Pac-Man 256 añade poderes y power-ups de lo más disparatado: desde un rayo láser que hará pedazos a los fantasmas, un efecto congelador, velocidad extra… Los poderes entran bien dentro de la propia fórmula de la app, y añaden momentos muy delirantes.
Técnicamente, Pac-Man 256 se encuentra en un terreno medio entre el homenaje y la adaptación a las tres dimensiones. Hipster Whale ha vuelto a introducir la bien avenida perspectiva isométrica, añadiendo ese toque retro tan inteligente en base a polígonos que imitan ser píxeles y sprites. El estilo artístico fusiona dos formas de representación alejadas por décadas, y la verdad es que queda muy bien para el estilo orgánico de juego -siempre corriendo de un lado a otro-, sin dejarse llevar por la obligada, forzada y reiterativa fiebre retro que todo lo toca últimamente. En cuanto al sonido, tres cuartas parte de lo mismo: si alguna vez habéis escuchado cualquiera de los sonidos o efectos característicos de las versiones originales de Pac-Man, estaréis completamente familiarizados con lo que os vais a encontrar en la app. Con textos en castellano, la versión de iOS de Pac-Man 256-la que hemos analizado- es compatible con Game Center y la pantalla del iPad.
Conclusiones finales
Pac-Man 256 es un juego que tiene una base clara y concisa. No se anda con rodeos, elementos de monetización poco claros -es un free-to-play honesto- ni intenta abusar del propio jugador. Aunque no hay ningún tipo de objetivo más allá del de superarnos a nosotros mismos y avanzar más -y eso quizás juegue en su contra llegados a cierto punto-, Pac-Man 256 siempre nos incitará a probar suerte con una partida más, siguiendo la sombra -alargada- del incuestionable Crossy Road. Pac-Man 256 es uno de esos títulos para móviles que permanecerán en nuestro iPhone o dispositivo Android durante bastante tiempo sin que el fantasma del borrado lo amenace a las primeras de cambio.