Análisis de Limbo (iPhone)
Limbo, al menos para el aficionado, no necesita demasiadas presentaciones. La obra de PlayDead llegó en 2010 a la consola de Microsoft, Xbox 360, cosechando toda una oleada de críticas y comentarios positivos por parte de la prensa especializada y los usuarios. Limbo aunaba una propuesta visual muy especial, y la combinaba con un estilo jugable único, sencillo. Era muy difícil no sentirse atraído por su personalidad, y en muy poco tiempo, consiguió arrebatarle el corazón a más de uno. Tras un exitoso periplo por diversos certámenes -donde triunfaba, recibiendo los más variados galardones y premios-, PlayDead llevó su juego a otros sistemas, como PlayStation 3 y PC, sin perder ni una sola onza de la fórmula original por el camino.
Limbo pasó de ser un juego indie del montón -como se le catalogó en algunos sectores- a ser toda una expresión artística sin parangón en el género de los plataformas, y siendo más generales, en el mundo del ocio electrónico -donde se ha hecho un sitio especial rubricado con letras de oro-.
Ahora, en plena revolución digital portátil, y en un mundo donde cada vez se juega más en móviles y tabletas, Limbo emprende su aventura en el sistema operativo de Apple, iOS, porteando sus bondades jugables en dispositivos como el iPhone o el iPad.
La grandeza de lo sencillo
Limbo es, a efectos prácticos, un juego de plataformas y puzles en dos dimensiones brillantemente planteado y presentado. El juego de PlayDead nos invita a utilizar constantemente nuestro ingenio, a ser precavidos, y a pensar en más de una ocasión de forma reposada y pausada ante cada vicisitud que nos encontremos en el camino. No hay medias tintas, ni ayudas visuales que adviertan al jugador. De hecho, no existe ni interfaz o estímulo informativo alguno. Simplemente, somos nosotros -nuestro avatar virtual será el de un niño que deambula perdido en mitad de un extraño universo en blanco y negro- y nuestras acciones. Esta especial propuesta, lo hace radicalmente diferente a lo visto con anterioridad en otras plataformas. Y aunque con el paso del tiempo -ya son más de tres años desde su lanzamiento original en Xbox 360- han salido muchos imitadores y juegos influenciados por su configuración jugable y visual, lo cierto es que no hay ninguno que se le parezca o iguale en su terreno más allá del homenaje.
De esta manera, como experiencia audiovisual, Limbo es absorbente. El juego te transporta esta siniestramente bucólica ensoñación oscura y gris, y sin demasiados preámbulos, nos invita a jugar. El control de Limbo se ha respetado, y simplemente, contaremos con la posibilidad de cambiar de dirección, saltar o agarrar. Todo ello con nuestros dedos, sin botones virtuales o ayudas visuales en pantalla. El estilo y la interfaz jugable eran muy importantes en el videojuego original, y en su adaptación a iPhone y iPad, se ha respetado hasta el último detalle. Así pues, queremos recalcar que Limbo atesora ciertos elementos como para considerarlo algo más que un simple juego.
La primera de estas características diferenciadoras, es que, al contrario que la mayor parte de los videojuegos que pululan en nuestros días, en Limbo, no se cuenta o narra una historia. O al menos, no se hace forma convencional. En Limbo, si se nos permite la perogrullada, viviremos nuestra propia aventura. Nosotros seremos los encargados de escribir y sentirnos identificados con el destino del tierno infante protagonista, siendo esto más que suficiente en el ámbito narrativo. Limbo tiene un inicio -en el que despertamos en un siniestro y, aparentemente, silencioso bosque- y un final -que descubriréis por vosotros mismos, y que vaya por delante, no os dejará indiferentes-. Con esos dos elementos básicos, Limbo construye su arco argumental.
El segundo aspecto que consigue que Limbo sea algo más que un simple videojuego, es su dimensión jugable con respecto al jugador. A nivel jugable, como os decíamos al principio del análisis, Limbo se demuestra cómo un título con cierta maldad. Como plataformas puede parecer sencillo en un primer momento, pero nada más lejos de la realidad, ya que como videojuego, está trufado de puzles, rompecabezas y pruebas. Será muy habitual morir despeñados, aplastados por algún desprendimiento de piedras y rocas, o incluso empalados o atrapados por un peligroso cepo de caza. La mayoría de las veces ignoraremos el peligro, que puede parecer oculto o nimio a nuestros ojos, pero acabaremos cayendo una y otra vez, obligándonos a buscar la solución tras el típico proceso de ensayo y error. No se nos invita a correr, aunque tendremos prisa por salir del peligro incesante que nos rodea, con lo que la urgencia, muchas veces, primará sobre la reflexión.
Por lo tanto, es normal pensar que Limbo es un juego exigente o difícil. Moriremos bastantes veces -de las más variadas, brutales y descarnadas maneras-, nos despistaremos otras tantas y nos veremos obligados a repetir en más de una ocasión ese puzle que se nos atraganta. La curva de dificultad está muy ajustada, y nuestro ingenio -junto al citado ejemplo de ensayo-error-, serán las mejores armas -más bien, las únicas- de las que dispondremos para salir airosos. El sistema de guardado y continuación es muy amigable dadas las circunstancias, ya que nos invitará a seguir justo en el momento anterior a nuestro desgraciado accidente o premeditado error.
El título se juega de forma excelente en iPhone, y os recomendamos encarecidamente que apostéis por disfrutarlo a oscuras, con unos buenos cascos o auriculares. Limbo, como experiencia sensorial, y como tal, usa el sonido y el estímulo gráfico para advertirnos, ambientar su propuesta y en este caso, como ya hemos comentado previamente, narrar su particular y simple historia. Limbo es, por lo tanto, un videojuego atmosférico, lleno de circunstancias tétricas, perturbadoras o estremecedoras que conseguirán que el jugador se plantee en todo momento donde se encuentra, qué debe hacer para escapar o sobrevivir. Limbo tiene un desarrollo variado. Lo que en un principio es un bosque de sequoias enormes rodadas por una incesante y espesa niebla -y habitado por más seres que nosotros-, pronto se convertirá en una fábrica industrial, más fría y metálica, donde cada plataforma, filo, cable o pilar, puede ocultar una muerte horrible. Estos escenarios tienen una propuesta jugable similar, aunque mientras que el primero, el centrado en el bosque, desprende un sentimiento de anábasis constante, de evasión y peligro, el segundo bloque de escenarios, hace especial énfasis en lo frío, distante y sobrecogedor del vacío de la urbe.
Conclusiones finales
Limbo, en esta adaptación para iOS, sigue siendo la misma obra maestra que nos deslumbró en su día. Contiene el mismo entramado jugable, artístico y sonoro que sus versiones anteriores, y atesora idénticos momentos y experiencias. Si algún jugador no pudo disfrutarlo en su día, esta versión para las plataformas de Apple, es una más que buena e interesante opción para hacerlo por primera vez. No os preocupéis: nada se ha cambiado, ni nada se ha adaptado -más allá del control, que reiteramos, es perfecto-. Limbo no ha perdido ni un ápice de su carisma y empaque. Es el mismo juego. Y es que, una joya sigue siendo una joya, independientemente del soporte o la plataforma en la que se encuentre.