Análisis de Alone in the Dark (iPhone)

Los aficionados al terror más clásico -y en cierta manera, primigenio, si nos entendéis la referencia- están de enhorabuena: Alone in the Dark, uno de los títulos que marcaron y fundaron el subgénero del survival horror en los videojuegos está disponible mediante una suerte de remasterización en iOS, y decimos suerte, porque la verdad es que no está del todo pulida, y pese a que retiene gran parte del encanto y las bondades del título original, su traslación y control dejan algo que desear.

Terrores del pasado

Los primeros minutos de Alone in the Dark, para todos aquellos que disfrutamos del videojuego original, son como una bocanada de respiro nostálgico. Volveremos inmediatamente a una época anterior, un tanto ingenua, dónde se exploraban las bondades de un estilo y una mecánica de juego que a la postre marcarían toda una saga de títulos, creando un nuevo género al completo. Alone in the Dark permitía -y permite, en su adaptación para iOS- disfrutar de dos aventuras protagonizadas con dos protagonistas diferentes.

Por un lado teníamos a Edward Carnby, un investigador privado al que un día contratan para investigar en una misteriosa mansión en la Louisiana en busca de un objeto extraño. Por otro lado, tenemos a Emily Hartwood, una joven aristócrata que intenta buscar las causas del suicidio de su tío. Ambas aventuras están planteadas y desarrolladas de la misma manera, con lo que básicamente estamos hablando del mismo juego.

El argumento de este Alone in the Dark nadaba entre dos aguas, fomentando tanto el terror como el humor negro, mientras intentábamos buscar una salida a la mansión que nos atrapa. Por el camino, encontrábamos referencias a las novelas y escritos de H.P Lovecraft y Edgar Allan Poe -hay un buen número de personajes, lugares y mitología extraída de Dagón o La Caída de la Casa Usher-, así como multitud de guiños a las películas de miedo de la época dorada del cine. De esta manera, el título no se cortaba en mostrarnos situaciones esperpénticas, llenas de trampas y estancias dignas de las cintas de serie B de los años cincuenta y sesenta. Sea como sea, el argumento, a día de hoy, sigue siendo un pretexto muy jugoso para jugar de nuevo la aventura que nos propone Alone in the Dark -más y cuando, el título que nos atañe y su adaptación está traducida al castellano-.

Paradójicamente, la mayor pega de la adaptación de Alone in the Dark radica en su control. Los años no pasan en vano, y su control táctil, aunque intenta ser una fiel representación de las vicisitudes y mecánicas que nos planteaba el original. El resultado para el jugador es confuso y muy ortopédico, causándonos más de un problema en los primeros minutos de nuestra aventura, y dándonos de morros con la muerte a la primera de cambio. La cruceta táctil que se ha incluido para mover el personaje responde de forma idéntica a lo que deberían ser las teclas de dirección de un ordenador para movernos por los escenarios. Es decir, arriba no es arriba, y abajo, tampoco es abajo. Todo depende de la perspectiva del escenario o nivel pre-renderizado y de nuestra posición en la pantalla. El sistema funcionaba en su momento, pero a día de hoy, y dada la forma en la que se juega en un dispositivo táctil como el iPad o el iPhone, no nos parece muy acertado. La gestión de la interfaz, los objetos y las armas, sufren del mismo problema. Es muy confuso, demasiado enrevesado y poco útil saltar en la pantalla táctil del iPhone -por tamaño- de un objeto a otro, y aunque la cruceta táctil aquí si demuestra utilidad, no termina tampoco de convencernos.

Dejando a un lado nuestras pegas iniciales con la interfaz y el control -herederas directas de un estilo antiguo, que quizás no cuaja demasiado en las pantallas del iPhone o el iPad-, el juego sigue siendo igual de arrebatador que hace casi veinte años. Podemos explorar la enorme mansión a nuestro antojo, encontrar y leer libros, combatir a diferentes monstruos -desde arpías a ratas gigantes, pasando por zombis o demonios- o resolver algunos puzles. Es curioso ver, como más de dos décadas después, muchos elementos de la fórmula original de este Alone in the Dark siguen intactos o bien posicionados dentro de los títulos y sagas de terror contemporáneas.

A nivel técnico, Alone in the Dark, ha envejecido bastante mal. En su momento -en 1992-, su revolución de conceptos gráficos -mezclar personajes y enemigos poligonales y tridimensionales en entornos detallados, pero en dos dimensiones- supuso todo un cambio estético y visual que llevó, como en otros muchos aspectos, a marcar tendencia. A día de hoy, y dejando a un lado nuestro sentimiento nostálgico, no causan el impacto que deberían. Por lo demás, es un placer disfrutar de animaciones artesanales, escenarios gigantescos por los que deambular libremente y enemigos que, aunque estén pixelados y disfruten de un diseño extraño -terrorífico, sin pretenderlo-, siguen causándonos el mismo impacto que el de la primera vez. El sonido, por su parte, también permanece intacto en esta adaptación. Como os comentábamos, la app se encuentra traducida al castellano, algo que esperemos que motive a todos aquellos jugadores que no pudieron disfrutar del juego en su día. Queremos puntualizar que en nuestro análisis -en un iPhone 5S y un iPad 2, así como en uno con pantalla retina de tercera generación-, nos hemos encontrado con varios cuelgues aleatorios que se han solucionado reiniciando el dispositivo y volviendo a instalar la app.

Conclusiones finales

Alone in the Dark es un viaje nostálgico en formato digital. El título de 1992 permanece intacto en la mayoría de aspectos técnicos, para bien o para mal, y aunque es todo un placer jugar de nuevo en la comodidad de un dispositivo versátil y portátil como el iPhone -o el iPad, donde recomendamos jugar dado el tamaño de su pantalla-, el control táctil no termina de convencernos, y requiere de varios -y duros- minutos de adaptación. Por lo demás, dado su precio -0,89 céntimos en la App Store-, creemos que es una opción recomendable si disfrutamos del original en su momento, o de si queremos conocer a fondo las características fundacionales del género de terror que marcaría a la postre el mundo del videojuego. El tiempo le ha pasado factura a nivel jugable y técnico, pero siempre es interesante volver la vista atrás, farol en mano, y volver sobre nuestras pisadas.