Análisis de The Legend of Zelda: A Link to the Past (Game Boy Advance, Wii, Nintendo 3DS, Wii U)

Poco, muy poco se puede decir a estas alturas que no se haya dicho ya de un juego tan mítico, maravilloso y aclamado por todo el mundo como es Zelda: A Link To The Past de Super Nintendo. Pero todos sabemos que el origen de la sagrada TriFuerza no comenzó ahí, siendo éste el tercer capítulo de una saga de la propia Nintendo que vio la luz en Japón el año 1986 por obra y gracia de un "tal" Shigeru Miyamoto y las cabezas pensantes de EAD. The Legend of Zelda (título de este primer capítulo) tomaba elementos clásicos del cine de aventuras y añadía otros más diversos -el nombre de Zelda esta sacado de la esposa de Scott Fitzgerald y el diseño de Link de la película Legend de Ridley Scott-. Y es que realmente el juego que analizamos hoy no deja de ser una adaptación a los 16 bits del espíritu de ese juego original: vista cenital y gran libertad de acción. El desarrollo se truncó con su secuela, The Adventure of Link lanzada al año siguiente, el cual tomaba la perspectiva horizontal en las partes de acción e incluía elementos más propios del RPG puro como los niveles de experiencia. No fue muy bien recibido entre el público. Afortunadamente el desarrollo clásico se retomó ya definitivamente con el titulo: A Link To The Past (finales de 1991 en Japón) para la 16 bits de Nintendo. Este desarrollo y mecánica de juego que ya no se abandonaría, siguiendo todos los juegos posteriores el mismo sistema. La última entrega para portátiles Nintendo es básicamente un remake de A Link To The Past, e incluye como extra un modo a cuatro jugadores bastante divertido llamado Four Swords. El juego principal, A Link To The Past, cuenta la historia de cómo el malvado mago Aganhim -instigado por Ganon- por medio de sus extraños poderes y malas artes consiguió anular al rey y tomar el poder en el idílico mundo de Hyrule. Una vez gobernando, decidió raptar a todos los descendientes de los Siete Sabios (que guardan la TriFuerza) siendo uno de estos descendientes la princesa Zelda... así con el lamento de ésta llamando telepáticamente a Link y a su padre, se inicia el mejor Action-Rpg de SNES. El otro juego simplemente desarrolla la historia de que Link (acompañado por Zelda) va a quitar la espada de un pedestal y esta hace dos cosas: Dividirse en cuatro y claro, destapar un fantasma que rapta a la princesa. El argumento a diferencia de otros RPGs puros no deja de ser un excusa (como en el 100% de juegos diseñados por Miyamoto) para establecer un diseño normalmente soberbio que muchos de los anteriormente citados carecen. Así los dos juegos son totalmente abanderados de una no-linealidad total, en la cual los objetivos principales se solapan con miles de objetivos secundarios. Esto hace el juego muchísimo mas ameno que casi todos sus competidores. De este modo, aunque el objetivo principal en un primer momento sea rescatar a la princesa Zelda de las mazmorras del castillo, una vez lo hayamos hecho tendremos una nueva misión principal que cumplir: encontrar al anciano Sahasrahla y recuperar los tres colgantes de la Virtud (que se hallan en sus correspondientes palacios/mazmorras, lugares que constituyen el auténtico alma-mater del juego) con los cuales podremos obtener la legendaria Espada Maestra. Paralelamente a este objetivo, nos irán surgiendo, conforme exploramos el bello y vasto mundo de Hyrule múltiples misiones, pruebas, retos, objetivos secundarios... llamadlo como queráis, con los que conseguiremos ampliar nuestro inventario, obtener mas corazones... en definitiva, mejorar el equipo de nuestro protagonista. Esa libertad de acción en la que podemos conseguir el primer colgante en el Palacio del Este y tomarnos un respiro paseándonos un rato por el pueblo Kakariko, hablando con sus gentes o simplemente visitando el brumoso a la vez que misterioso Bosque Perdido para acto seguido ir a por el segundo colgante (por poner un ejemplo) hacen de ALTTP algo grande, muy grande. Tras el primer enfrentamiento con el malvado Agahnim pasaremos al tétrico Mundo Oscuro (la réplica paralela al luminoso Hyrule) en pos de conseguir siete cristales mágicos para liberar a las doncellas descendientes de los siete sabios hechas prisioneras... pero eso ya es otra historia que descubriréis por vosotros mismos –si no lo descubristeis ya en su momento-. El Zelda 3 de Snes tiene ya unos añitos, pero su estilo visual sigue siendo muy muy eficiente, mostrando mundos inmensos en 2D. Hyrule es un mundo lleno de vida y color: hermosas praderas, frondosos bosques, cristalinos riachuelos y estanques así como todo tipo de criaturas y personajes que nos iremos encontrando conforman un maravilloso universo que quedará grabado para siempre en nuestra memoria. Ya en su época un juego como Secret of Mana le superó visualmente, pero el estilo propio de este Zelda es inconfundible y por supuesto los espacios abiertos eran bastante mas grandes que en el titulo de Square. Han pasado ya 12 años desde su salida; a decir verdad, el paso del tiempo se nota y aunque gráficamente hay ya juegos superiores en la 32 bits de Nintendo (Golden Sun sin ir más lejos) pocos podrán presumir del encanto y carisma que atesora A Link To The Past. Four Swords es otra cosa, parcialmente basado en el engine de los últimos Zelda de GBC toma este y lo eleva a la máxima potencia. Muchísimas animaciones nuevas, colorido comparable a los grandes de Square en SNES y enemigos mucho mas grandes que en A Link To The Past (y que usan Modo 7 casi todos.). Comparar los sprites de los moblin en los dos juegos es un ejercicio cruel que entristece sabiendo que Nintendo podía haber realizado un Zelda Single con esos gráficos. Lástima que sin al menos otro compañero de juego, no podremos disfrutar de él. Por cierto, el juego tiene los textos en castellano. Sin duda alguna, las míticas partituras del Zelda 3 son de lo mejorcito que nuestro querido mundillo de los videojuegos ha dado a luz y para mí, el mejor trabajo del maestro Koji Kondo (con el permiso de Yoshi’s Island). Esas mismas melodías han sido reproducidas en GBA con algo menos de calidad que el original de Snes... todo hay que decirlo, pero aún así resulta muy reconfortante volver a oir los geniales temas principales "Light World" y "Dark World" o el pausado tema que sonará durante nuestro deambular por Kakariko. Melodías que es imposible no tararearlas a los tres minutos y que ya han sido lanzadas al mercado en algún que otro recopilatorio de música. No es para menos. El sonido FX cumple a la perfección su cometido y aunque no destacan en exceso, el sonido de la lluvia (al comienzo de nuestra aventura), ruido de espadas, magias diversas, pisadas... están muy bien representados ¡ah! Y ahora Link grita cuando usa su espada. Hay dos juegos en la redacción de Vandal que consideramos perfectos en el apartado de jugabilidad: Zelda A Link To The Past y Castlevania Symphony Of Night. Esto sucede cuando el control y el diseño de un juego se complementan de tal modo que puedes pasarte horas y horas jugando. Zelda 3 tiene los mejores puzzles que ha creado EAD en toda su historia. Así de simple, así de sencillo. Dignos de mentes privilegiadas, su realización es todo un orgullo para Nintendo y sobre todo la envidia miserable de todas las compañías que han intentado imitar este juego. Ni Alundra, ni Secret of Mana, ni siquiera su sucesor Ocarina of Time pueden competir con los diseños de niveles de este juego. El 75% de Puzzles que hoy encuentras en cualquier videojuego se basan en muchos que fueron introducidos aquí por primera vez. El jarrón que hay que arrastrar para hacer poder abrir la puerta, los pasadizos que se abren con bombas etc. Un apartado sublime que se completa con un control sencillamente perfecto, aun así quizás hubiéramos preferido otra distribución de botones en la GBA (la función del objeto en el botón R…). Four Swords es prácticamente igual que el Zelda 3, solo que incluyen otros objetos (El Imán, El Gorro etc) inéditos en la saga Zelda. Como pega al Four Swords decir que las mazmorras son aleatorias con lo cual una de las grandes bazas de la saga (el diseño) desaparece. A destacar la necesidad de cooperación entre varios jugadores para mover piedras…aunque también puedes agarrarlos para que no cojan "tus" rupias. Como merecida recompensa, una vez que acabemos este modo de juego se abrirá una mazmorra inédita en el A Link To The Past –pequeña, eso sí- creada exclusivamente para este remake. Posiblemente el mejor juego de Miyamoto en los 16 bits, todo lo que digamos de "The Legend of Zelda: A Link To The Past" no hará mas que engrandecer un mito intemporal. Es de los juegos mas influyentes en cuanto a diseño y muchos (aunque no del mismo genero) copian sus puzzles, desarrollo y objetivos. Un autentico homenaje a los diseños perfectos, a las curvas de dificultad medidas y sobre todo a EAD, un equipo de diseñadores de juegos sublime que siguen manteniendo una baremo de calidad altísimo incluso 10 años después. Cómpralo, tanto si te lo pasaste como si no has jugado nunca. Es uno de los mejores juegos de la historia.

Julio Gomez

Hablar de A Link To The Past es hablar del trinomio in-house de la compañía de Kyoto, para mí, mas sobresaliente de su historia: Super Mario World, Super Metroid (alabado sea IntSys) y The Legend of Zelda: A Link to the Past, auténticas obras maestras del videojuego que tuvo el honor de recibir la ya mítica Super Nintendo. La nueva portátil de Nintendo había recibido ya el remake del fontanero italiano, un nuevo Metroid en exclusiva... y tan sólo le faltaba un Zelda en su catálogo. Y es que a falta de un Zelda inédito -que llegará, podéis tenerlo por seguro, solo es cuestión de tiempo- ¿qué mejor anticipo que un remake del Zelda 3? y con regalo de un modo multijugador bastante divertido llamado Four Swords y una mazmorra extra en la pirámide del Mundo Oscuro. Superior al Ocarina of Time en diseño y jugabilidad (el tiempo dirá si The Wind Waker es mejor), A Link To The Past constituye un clásico imprescindible, una fantástica aventura que nadie debería quedarse sin jugar (o rejugar de nuevo). Un juego maravilloso de principio a fin... y de los que hacen de este mundillo un arte.

Jose Miguel Rubio