Análisis de King of the Course (Android, iPhone)
Es una de esas máximas no escritas en el mundo de los videojuegos: títulos de golf siempre han tenido una vertiente de simulación bastante seria, sobre todo si descontamos de la ecuación a las intentonas humorísticas y más desenfadas provenientes del país nipón -que curiosamente, suelen ser las mejores y las más divertidas-. EA durante varios años ha dado su punto de vista fidedigno a uno de los deportes más elitistas y complejos. Mediante el uso de licencias oficiales de la PGA, la empresa estadounidense ha ido perfilando una saga bastante bien avenida, que con sus más y sus menos jugables -en los últimos años, tras la cierta debacle personal y profesional de Tiger Woods han dejado algo que desear- ha conseguido hacerse un nombre con una rúbrica propia en las estanterías y el catálogo de las más variadas consolas.
Una nueva y discutible fórmula: un mismo deporte
Los tiempos implican cambio, y EA, conocedora de los modelos de negocio más triunfantes y sólidos en las plataformas móviles, ha querido probar suerte con la licencia del mundo del golf, incrustando los golpes y swing en una dinámica más frenética y parecida a los de la mecánica de los rompecabezas y puzles que pueblan la App Store y la Google Play Store, con niveles delimitados plagados de objetivos claros y marcados, que nos harán sudar tinta la mayoría de las veces.
Las primeras partidas son un tanto simples y en su mayoría, sirven de toma de contacto para el control del juego. King of the Course engaña bastante, y aunque su control táctil nos parezca sencillo, la verdad es que razonablemente difícil eso de pillarle el punto. Al comienzo de nuestro periplo golfista, y pese a que tendremos continuas indicaciones en la pantalla dándonos directrices -en perfecto castellano-, la verdad es que costará un poco habituarnos a su sistema. En parte, es el mismo de siempre.
Aguantar para conseguir la máxima potencia -o aquella que deseemos- y soltar, mientras deslizamos, para golpear la pelota. El problema es que EA no ha sabido calcular bien los tiempos, y la mecánica parece demasiado ortopédica, muy inexacta y complicada de dominar. En parte creemos que está planteada así, para que el jugador tenga que reintentar decenas de veces los niveles, y porque, dado el tipo de juego -que ahonda en el rompecabezas- puede suponer y ser lo más apropiado.
King of the Course no es un juego de golf al uso. Está dividido en niveles, como una suerte de versión deportiva de Candy Crush, con distintos objetivos, objetos y desafíos. En función de nuestra suerte y habilidad, conseguiremos distintas estrellas -de una, a tres- que marcarán nuestra puntuación final. Hay más de trescientos desafíos diferentes, con distintas finalidades. Estas pueden ir desde colocar la pelota en una diana, golpear y permanecer en una plataforma móvil mientras cruzamos varias leguas de ríos, lagos y superficies de agua hasta introducirla en el consabido agujero o realizar el menor número de golpes.
El juego es sencillo en gran parte, pero su curva de dificultad está mal calibrada y hay situaciones que son exasperantes y en parte, son por culpa de su automatizado control. No podemos mover la cámara, algo que ayuda bien poco, ya que la única corrección de trayectoria del golpe se limita a dejarnos mover desesperadamente el dedo por la pantalla para desviar ligeramente la bola. No sirve de mucho, pero si lo hacemos bien, puede solucionarnos la papeleta y evitar que la bola caiga en un banco de arena, en mitad del bosque o en el agua. En King of the Course también hacen acto de aparición los consabidos power-ups y potenciadores, que en algunos casos, son de pago -como en otros free-to-play-.
Si conseguimos dominar el control, algo que requiere paciencia y una pantalla más o menos grande -recomendamos encarecidamente jugar en el iPad o en un tablet similar-, deberemos acatar la siguiente parada en su jugabilidad: el diseño de los campos. El diseño de los niveles en King of the Course es muy deficiente. Sí, hay cursos y campos reales -Banff Springs, Scottdale, Pinehurst o St. Andrews-, pero están muy desaprovechados. Los campos con licencia oficial de la PGA Tour hacen una somera aparición, con trazados y partes concretas, muy escuetas, y poco más. Al final, el jugador se acaba hastiando de este King of the Course. El no poder mover la cámara, cambiar de palo o tener un modo multijugador claro, le perjudica seriamente, convirtiéndolo en un título híbrido que no acaba de cuajar en ninguno de sus aspectos.
Imaginad. Si sabemos o tenemos constancia de que el green al que intentamos acceder está localizado entre un paraje de árboles, o rodeado de arenales y agua, no tenemos método alguno de poder visualizar la trayectoria de nuestro golpe. El juego nos ofrece una perspectiva aérea momentánea, pero es insuficiente para calcular con cabeza la trayectoria o la potencia que necesitamos para aproximarnos o conseguir el desafío. Es casi imposible, y todo se reduce a un método ensayo error -penalizado, pues tenemos golpes concretos en cada desafío- poco agraciado, y un tanto tramposo -sobre todo de cara al desarrollo, ya que nos dejará en la estacada en más de una ocasión-, en un título free-to-play que debe instar al jugador a probar suerte día tras día.
Técnicamente la app no es ninguna maravilla, y de hecho, nos atreveríamos a decir que es bastante simple. Sí, está recreada en tres dimensiones, y de acuerdo, encontramos campos, jugadores y profesionales reales más o menos bien modelados. Pero, ¿es suficiente? No hay que olvidar que la cámara es hierática, y que las animaciones, no destacan especialmente. No hay espacio para el lucimiento, y tanto da que EA, en lugar de hacer un título en 3D, lo hubiera realizado en 2D con algún tipo de perspectiva forzada. El título se comporta bien -el juego se ha probado en un iPhone 4S, un iPhone 5S y un iPad con pantalla retina-, aunque hemos experimentado ralentizaciones en algunos golpes largos, algo que afea varios enteros el resultado global de un juego poco vistoso y lustroso de por sí. En iOS y Android, la app está en castellano y en el caso del ecosistema de la manzana, también goza de soporte para Game Center.
Conclusiones finales
King of the Course es un juego mediocre, mal planteado y un exasperante. Sus intenciones de convertir un juego lento o de ritmo pausado en algo más arcade, y centrado en los puzles es loable, pero el resultado final está diametralmente alejado de lo que podríamos considerar divertido. Teniendo en cuenta que estamos ante un título free-to-play -con paquetes de fichas, monedas y demás-, ojalá EA decida balancear la jugabilidad e incorporar mejoras en la mecánica del juego, como una cámara más flexible -indispensable-, un multijugador más claro y justo o un control depurado para las pantallas táctiles. Desgraciadamente, en King of the Course -disponible para iOS y Android-, hay muchísimo margen de mejora.