El lanzamiento de Warcraft III: Reforged era uno de los más esperados por los aficionados a la clásica estrategia en tiempo real, pues prometía traer el legendario juego de 2002 con un lavado de cara y sus expansiones listas para dar innumerables sesiones. Sin embargo, las malas decisiones de Blizzard han empañado el lanzamiento del que sin duda es uno de sus mejores y más queridos títulos de su carrera.
Por eso esta semana en VGM queremos echar la vista atrás para hablar de las bondades de la música de la serie Warcraft, algo que ha acompañado a todos a lo largo de estos 25 años de historia y que sin duda es uno de los apartados más queridos de la compañía. Recordemos pues por unos momentos lo que su gran equipo de músicos (Glenn Stafford, Russell Brower, Jason Hayes, Derek Duke…) y la propia Blizzard hicieron sentir a sus seguidores a través del magnético poder de las bandas sonoras.
Los años del General MIDI
Era noviembre de 1994 cuando Warcraft: Orcs and Humans vio la luz, la respuesta de una joven Blizzard al nuevo fenómeno de la estrategia en tiempo real que habían puesto de moda Dune II: The Battle for Arrakis y Herzog Zwei unos años antes. Gregory Alper fue el hombre al que contrataron para crear la banda sonora, un músico de jazz de Los Ángeles que compuso una partitura inspirada en la suite Los Planetas Op. 32 de Gustav Holst y que no volvería a trabajar más con ellos. En los créditos del juego aparecían Glenn Stafford, Rick Jackson y Chris Palmer, quizás en labor de implementación.
Warcraft II: Tides of Darkness llegaría casi seguido en 1995, y en este caso sería Glenn Stafford el responsable, dejando una banda sonora más épica y medieval que estaba pensada para módulos Roland SC-55 y SC-88, reservando una colección de fanfarrias para los humanos y un oscuro recital de coros, órganos y harpsichord para los orcos. El juego fue lanzado más tarde en Sega Saturn y PlayStation manteniendo la misma banda sonora MIDI orquestal que en el original e incluyendo la expansión. El estilo musical de Warcraft se iba trazando poco a poco.
Eímear Noone y la Northwest Sinfonia
Hubo que esperar 7 años hasta que llegase Warcraft III: Reign of Chaos, y con él la enorme banda sonora a cargo de Tracy W. Bush, Derek Duke, Jason Hayes y Glenn Stafford. En este caso, Hayes se haría cargo de la música de las cinemáticas, mientras que para el resto del juego se utilizó música sacra para los humanos, nativa americana y ambiental para los elfos oscuros, marchas de guerra para los orcos y piezas rápidas e inquietantes para los no muertos. Las 15 pistas de la Warcraft III: Reign of Chaos Soundtrack fueron publicadas por primera vez en CD con la edición coleccionista y por el sello Polydor en Alemania. Más tarde la expansión daría The Frozen Throne Soundtrack EP por las reservas.
La fama de la serie llegaría a su cima en 2004 con World of Warcraft, el eterno MMORPG. Si bien la anterior entrega se había grabado con instrumentos reales, aquí el salto de calidad sonora vino por la grabación con una orquesta dirigida por la irlandesa Eímear Noone. El compositor principal pasó a ser Jason Hayes, pero con algún corte de Bush, Duke y Stafford, quien ayudaría a Hayes a componer «A Call to Arms». En esta ocasión la partitura se dividió en cortes de introducción, temas de ciudad, temas principales y pistas de música ambiental, con himnos inolvidables para los jugadores como «Elwynn Forest», «Tavern», «Stormwind» o la pieza central de «Legends of Azeroth». El álbum World of Warcraft Soundtrack se convirtió así en uno de los grandes hitos de Blizzard.
Varios años después vendría World of Warcraft: The Burning Crusade, y con ella la consolidación de la banda sonora con el coro y la orquesta Northwest Sinfonia. El compositor Russell Brower se incorporaba como pieza central, con la colaboración de Matt Uelmen, Derek Duke, Jason Hayes para el tema principal, Neal Acree la cinemática introductoria y David Arkenstone, que se hizo cargo de la música de las tabernas junto a Hayes y sería recopilado en el álbum World of Warcraft: Taverns of Azeroth en 2007.
World of Warcraft: Wrath of the Lich King aterrizó al año siguiente, suponiendo quizás el súmmum de la música de World of Warcraft. Russell Brower, Jason Hayes, Glenn Stafford y Derek Duke se repartieron las partituras desde esa magnífica suite de 9 minutos que hace de tema principal hasta ese «Totems of the Grizzlemaw» con sus sentidas cuerdas. La cinemática de introducción fue una vez más obra de Neal Acree con ese archiconocido «Arthas, My Son». Fue publicada con la edición coleccionista como World of Warcraft Wrath of the Lich King Soundtrack.
Las grabaciones con Eímear Noone y la Northwest Sinfonia seguirían en las nuevas expansiones de World of Warcraft: Cataclysm, con los recordados coros de «Nightsong», World of Warcraft: Mists of Pandaria en 2012 —que contó con el compositor Jeremy Soule de The Elder Scrolls—, World of Warcraft: Warlords of Draenor en 2014 con la incorporación de Clint Bajakian de LucasArts y en World of Warcraft: Legion con joyas como la canción «A World Divided» (Anduin's Theme) o ese gran «Azeroth’s Last Hope».
La última expansión ha sido World of Warcraft: Battle for Azeroth, firmada por muchos de los músicos estrella de Blizzard —que aún siguen en la compañía— como Glenn Stafford, Neal Acree, Jason Hayes, Derek Duke, David Arkenstone y nuevos rostros como Sam Cardon. La próxima en salir será World of Warcraft: Shadowlands, que se espera para este mismo año y que al igual que en los casos anteriores, estamos seguros de que mantendrá la excepcional calidad sinfónica de Warcraft.
