Hoy es el día. Para los usuarios de Wii U y los afortunados poseedores de la flamante Nintendo Switch (podréis reconocerles porque llevan todo el día asomados por la ventana a la espera de que el mensajero traiga sus consolas) el 3 de marzo de 2017 siempre quedará asociado a The Legend of Zelda: Breath of the Wild. La última aventura de Link ha cosechado notas de infarto a lo largo y ancho del planeta (aquí podéis leer nuestro análisis), pero en este post no vamos a sumarnos al delirio colectivo, sino que vamos a bucear en los orígenes del cartucho, o más bien el diskette, que lo inició todo: The Legend of Zelda para Famicom Disk System.
Mucho se ha escrito sobre la gestación de la primera aventura de Link. Desde la figura real que inspiró el nombre de la princesa (en honor a la novelista Zelda Sayre, esposa del escritor F. Scott Fitzgerald, el autor de El Gran Gatsby) al germen principal del proyecto, basado en uno de los recuerdos más felices de la infancia de Shigeru Miyamoto. Cuando era apenas un crío, una de las aficiones de Miyamoto consistía en explorar los bosques que había cerca del hogar familiar, ubicado en el pueblo de Sonobe, en la prefectura de Kioto. Durante una de estas excursiones el pequeño Shigeru encontró una cueva, escondida tras unos matorrales. Regresó a casa y volvió a la cueva pertrechado con una pequeña linterna, con la firme intención de explorar su interior. Este simpático corto de animación cuenta muy bien la historia…
Muchos años después, y ya en las filas de Nintendo, Miyamoto seguía sin olvidar sus paseos por el campo y el descubrimiento de aquella cueva, y plasmó aquella sensación de libertad, de exploración, en una aventura capaz de explotar las posibilidades del nuevo y ambicioso complemento de la consola de 8-bits de la casa: Famicom Disk System. Esta unidad, que se colocaba debajo de la Famicom, ofrecía un buen número de ventajas tanto para Nintendo como para los usuarios. Los disquetes no solo eran más baratos y ofrecían mayor capacidad que los cartuchos de aquella época, sino que además permitían grabar partida dentro del propio disco, lo que evitaría a los jugadores el engorro de apuntar farragosos passwords.
Como desvela el propio Miyamoto en el prólogo de Hyrule Historia (un libro que ningún fan de la saga debería perderse), The Legend of Zelda se desarrolló mientras se daban los últimos toques a Super Mario Bros. La idea inicial era aprovechar la posibilidad de escritura de los disquetes para ofrecer a dos jugadores la posibilidad de crear sus propias mazmorras, de tal manera que cada jugador podía explorar las mazmorras creadas por el otro. Pero no tardaron en comprobar que lo más divertido era la exploración, más que la creación, así que convirtieron la experiencia en una aventura para un único jugador. En un principio todo el juego iba a transcurrir únicamente en las mazmorras, pero el recuerdo de la infancia de Miyamoto volvió a brotar con fuerza, animándole a crear también los bosques y lagos que darían forma a Hyrule.
En Nintendo eran conscientes de que necesitaban un trasfondo, una historia, que justificase por que aquel chaval de orejas puntiagudas (inspirado en Peter Pan) se lanzaba a explorar cuevas, así que Miyamoto y Takashi Tezuka (otro histórico de Nintendo que ejerció aquí de co-director y co-diseñador) encargaron la confección del libreto del juego a Keiji Terui, un señor que merecería otro post en un futuro. Este no solo trabajó en las adaptaciones de anime de Dragon Ball y Dr. Slump, sino que también fue el guionista del delirante, y muy controvertido, Time Twist: Rekishi no Katasumi de….
Antes de hablar del lanzamiento de The Legend of Zelda y su impacto en el público, no podemos obviar otra anécdota bastante curiosa, referente a la música: originalmente, el tema central del juego iba a ser una adaptación del Bolero de Ravel, pero Koji Kondo descubrió en el último momento que los derechos de la partitura aún no habían caducado, así que tuvo que componer a toda velocidad el legendario tema principal del juego. ¿Os imagináis el Breath of The Wild abriendo con el Bolero de Ravel? Podría haber sucedido…
El juego debutó en las tiendas japonesas el 21 de febrero de 1986, convertido en una de las puntas de lanzas del Famicom Disk System. Además de utilizar el canal extra de audio que añadía la unidad de disco, Miyamoto y su equipo incluyeron detalles tan geniales como la posibilidad de usar el micro que incorporaba el segundo mando de la FC para dejar KO a un raza de enemigos del juego, los Pols Voice (algo que se perdería en la adaptación occidental, ya que la NES no incluyó el micro en el segundo mando).
The Legend of Zelda cautivó al instante al público japonés, a pesar del desconcierto inicial, ya que les ofrecía desde el principio una libertad total para explorar Hyrule (un concepto que Nintendo recuperaría muchos años más tarde en Ocarina of Time y ahora en Breath of the Wild). La gente se perdía fácilmente, lo que obligó a los jugadores a comunicarse entre ellos para compartir secretos y consejos (una de las metas que perseguía Miyamoto). En total se vendieron en Japón 1.69 millones de unidades, entre la edición original para Famicom Disk y la reedición en cartucho (que no se comercializó allí hasta febrero de 1994).
Nintendo tenía muy claro que The Legend of Zelda debía dar el salto a Occidente, algo que ocurriría en 1987 (el 22 de agosto en EE.UU., el 15 de noviembre en Europa). Para entonces la capacidad de los cartuchos había aumentado (al tiempo que había disminuido su coste), lo que supuso la sentencia de muerte del Famicom Disk System en el mercado japonés. Link debutaría en la NES en formato cartucho, el primero en disponer de una batería con la que grabar partida. Un cartucho de color dorado que volvió locos a los chavales de la época, y que se dejaba entrever a través de una rendija de la caja.
Dentro de dicha caja venía un cupón para suscribirse a un boletín con pistas y consejos sobre los juegos de NES incluyendo, claro está, The Legend of Zelda, que acabaría siendo el origen de la mítica Nintendo Power. Los yanquis se volvieron locos con el juego, lo que se tradujo en unas ventas de escándalo: 3,74 millones de unidades (solo en 1988 vendieron 2 millones de cartuchos). Link se convertiría en uno de los iconos más reconocibles del universo Nintendo, al igual que la Trifuerza que, por cierto, estaba inspirada en un antiguo símbolo japonés, que fue el emblema del clan Hojo.
Podríamos llenar media web demostrando la importancia capital que ha tenido The Legend of Zelda no solo para la propia Nintendo sino para el propio género action RPG. Pero la prueba más evidente la mostró la propia Nintendo hace unos días en la Game Developers Conference 2017 de San Francisco cuando mostraron el prototipo 2D con el que experimentaron las físicas del proyecto para WIi U y Nintendo Switch. Todo un guiño hacia el juego que lo inició todo…
The Legend of Zelda solo fue el primer capítulo de una larga saga que ha visitado todos los sistemas Nintendo (salvo Virtual Boy) creados hasta la fecha. Ninguna consola de la casa está completa hasta contar con un Zelda en su catálogo. Es una ley universal que esperamos no se rompa nunca jamás. Pero de momento no pensemos en el futuro y disfrutemos de Breath of The Wild o, si te ha dado un arrebato de nostalgia, de A Link to The Past, de Link's Awakening, de Ocarina of Time o cualquiera de las maravillosas aventuras que ha protagonizado Link (). Eso sí, olvidaos de las entregas para CD-i. Por vuestra propia salud mental.