Esta es la historia de un hombre de gran cabeza y mazo aún más generoso. La de una recreativa que arrasó en los recreativos y los bares de barrio en los albores de la década de los 90, mientras dejaba patente, una vez más, el talento de sus creadores, Irem, especialistas en juegos tan espectaculares como correosos. Hablamos, claro está de Hammerin’ Harry, una máquina que seguimos amando como el primer día, a pesar de que hace mucho que nos vemos en consola a su cabreado protagonista. Aun así, nos brindó un buen puñado de aventuras, que vamos a recordar en un nuevo viernes cargado de nostalgia.
Todo empezó en 1990 con la irrupción de Hammerin’ Harry (conocido en su Japón natal como Daiku No Gen-san: Beranmechou Soudouki) en los salones recreativos. Puede que su mecánica no fuera muy original (al fin y al cabo, en esencia, no se diferenciaba demasiado de otras placas como Tiger Road), pero Irem nos enamoró con aquellos sprites gigantescos (hoy en día nos sigue sorprendiendo las dimensiones de algunos jefazos) y el peculiar y cómico diseño de los personajes. Nuestro héroe, un carpintero, agarra su enorme mazo para vengarse de los operarios de una constructora (la Rusty Nail Construction Company) que ha reducido a escombros su flamante casa. La especulación inmobiliaria, convertida en un arcade de mamporros.
Contraviniendo las leyes de seguridad laboral, Harry recorre, a pecho descubierto, obras y factorías para provocar un ERE a mazazos entre las filas de la malvada constructora. Solo en algunas ocasiones, y tras destruir determinadas cajas, nuestro héroe podrá obtener un casco con el que protegerse del primer impacto de los enemigos. Y es que Hammerin’ Harry era Irem en estado puro: una placa correosa en el que un simple contacto significaba perder una vida. Ni siquiera nos daban cuartel al volver a la partida (afortunadamente casi en el mismo punto en el que habíamos muerto, no como en R-Type, otro de los clásicos de Irem), de tal manera que en algunos puntos podíamos encadenar varias muertes casi seguidas, vaciando nuestros bolsillos de monedas en cuestión de minutos.
Por suerte, el mazo de Harry servía para mucho más que para desnucar enemigos. Podíamos dejarlo quieto sobre su cabeza para protegernos de los objetos que caían sobre ella (los más icónicos, los cuentos de ramen que soltaban los operarios que almorzaban en los puestos de noodles). En casos de agobio máximo también podíamos soltar un demoledor mazazo en el suelo que hacía temblar toda la pantalla…y de paso a los canallas que no dejaban de acosarnos.
La placa de Irem nos enfrentaba a todo tipo de obreros, desde electricistas hasta remachadores o incluso colosales albañiles que lanzaban sacos de cemento como si fueran bolsas de té. Cada partida arrancaba con una frase que se convertiría en un clásico inmediato: "LET’S GET BUSY!". También llegamos a escuchar un digitalizado "HAMMER TIME!" con el que los japoneses se apropiaron del mayor éxito de M.C. Hammer (sin pagar derechos, por supuesto).
A pesar de facturar juegos increíbles, Irem nunca ha tenido el músculo financiero y comercial de otros gigantes japoneses como Capcom, Sega o Konami, sobre todo en el mercado occidental, pero aun así la calidad de Hammerin’ Harry traspasó fronteras, arrasando en los recreativos occidentales de la misma manera que lo había hecho en su Japón natal. Irem no perdió el tiempo, y en 1991 lanzó una conversión para Famicom, titulada Daiku no Gen-san, que llegaría a las NES europeas en 1992, con el mismo título que la recreativa: Hammerin’ Harry.
El hardware de Nintendo no podía emular los espectaculares gráficos de la recreativa, pero aun así Irem se las ingenió bastante bien para reproducir la misma mecánica, mazo incluido, y buena parte de los gags y enemigos del original. Se rediseñaron algunos niveles y se incorporaron un simpático minijuego al final de cada nivel (en uno de ellos había que cascar topos, algo lógico teniendo en cuenta que llevábamos un mazo). Además, la muerte "por un toque" fue sustituida por una barra de energía que podíamos rellenar comiendo bolas de arroz, lo que fue de agradecer. Una conversión bastante simpática que recibió buenas críticas por parte de las revistas de videojuegos de la época.
En 1992 Harry debutó en las Game Boy japonesas, en una entrega completamente distinta a la máquina original, donde el carpintero se enfrentaba a todo tipo de criaturas de ultratumba: desde fantasmas hasta primos de Jason Voorhees, el de Viernes 13. Hammerin’ Harry: Ghost Breeding Company si llegó a distribuirse en Europa, en 1993, pero no en Estados Unidos. Se ve que los yanquis no comulgaban demasiado con la estética japonesa de la saga. Como curiosidad, incorporó un par de fases aéreas, a bordo de un avioncito e incluso con Harry volando por su cuenta, a lo Astroboy.
Game Boy también recibiría en 1992 una segunda entrega, Kizuchida Quiz da Gen-san Da!, una suerte de juego de tablero con preguntas y minijuegos, que jamás salió de Japón, al igual que la segunda entrega para Famicom, de 1993, titulada Daiku no Gen-san 2: Akage no Dan no Gyakushuu, en el que lo más reseñable era la abundancia de mechas de diseño chiflado en calidad de los jefes finales.
Mucho estaba tardando Irem en llevar a su carpintero a Super Nintendo, pero por suerte lo pusieron remedio en 1993 con el lanzamiento de Ganbare! Daiku no Gen-san. Este, por desgracia, jamás salió de Japón, pero se convirtió en un tesoro para los amantes de la importación (y los fans de la recreativa que tenían la fortuna de tener un lector pirata de cartuchos de Super Nintendo). La cabeza de Harry aumentó aún más de tamaño, en un juego con estética superdeformed absolutamente encantador, que incluía segmentos…¡¡¡a lomos de una Vespa!!!
Esta entrega rebajó considerablemente el nivel de dificultad respecto a los capítulos anteriores, e incluía ítems para mejorar momentáneamente al personaje (incluyendo un mazo metálico), además de duelos memorables con jefes delirantes, como un tipo disfrazado de minino XXL.
Irem lanzaría un par de entregas más para Game Boy. Daiku no Gen-san: Robot Teitoku no Yabou en 1994 (con Harry viajando al espacio para enfrentarse a hordas de malvados robotines) y en el año 2000 tendría una única aparición en el catálogo de Game Boy Color con Daiku no Gen-san: Kachikachi no Tonkachi ga Kachi (nombre musical donde los haya), con una mecánica de puzles bastante alejada del original.
Harry inspiraría varios juegos de pachinko para GB, PlayStation y PlayStation 2, pero no volvió a dar mazazos hasta el año 2008, en una deliciosa entrega para PSP, que fue bautizada de diversas maneras dependiendo del territorio donde se distribuyó. En Japón se llamó Ikuze! Gen-san: yuuyake Daiku Monogatari, en Estados Unidos (donde fue la primera versión doméstica del personaje en llegar a las tiendas, en 2009, bajo el sello de Atlus, después de décadas de ninguneo) se le conoce como Hammerin’ Hero, mientras que en Europa llegó "de tapadillo" en 2011, distribuido por los franceses DHM Interactive, rebautizado como GenSan. Servidor jamás llegó a ver la versión física en las tiendas españolas, pero por suerte sí estaba disponible (y lo sigue estando) en la PSN Store.
La entrega PSP recupera la estética "cartoonesca" del original, potenciada aún más con el uso del cel shading, aunque la decisión de ponerle diversos trajes al protagonista, desde sushiman hasta bateador de baseball o DJ, en aras de ofrecer una mayor diversidad a sus ataques, acabó por arruinar en cierta manera el legado del personaje como carpintero. Es cuestión de gustos, como todo.
Aunque pocas veces suele aparecer en los rankings de héroes de la edad de oro de los recreativos, el legado de Hammerin’ Harry sigue estando muy presente entre todos los que nos pulimos la paga en aquellos antros de perdición. ¿Recordáis vuestra primera partida? ¿Aún se os sigue erizando los pelos de la nuca al escuchar ese LET’S GET BUSY? Contadnos vuestros mejores recuerdos del muchacho del mazo…