The Mandalorian llegó como una de las grandes apuestas de Lucasfilm y Disney para un servicio como Disney+ que, por aquel entonces, estaba naciendo. Apuntalada bajo el liderazgo creativo de Jon Favreau y Dave Filoni, la primera serie de televisión de acción real de Star Wars cerraba el círculo de la saga ideada por George Lucas. Y es que en su propuesta se mezclaban los tropos del western, la space opera nacida de Flash Gordon y las películas de samurái japonesas que inspiraron a Lucas. Fue un éxito que ha ido conduciendo al día de hoy: Star Wars vive en la pequeña pantalla y hay que darles las gracias a Din Djarin y Grogu.
The Mandalorian arranca con una tercera temporada que está plagada de guiños al universo de Star Wars
The Mandalorian, que está compuesta por 8 episodios en su tercera temporada, tiene lugar después de los eventos de El libro de Boba Fett, en la que se mostró por última vez a Din Djarin reuniéndose con el guerrero Jedi, Grogu. Hay que destacar que la ficción de Favreau se desarrolla después de El retorno del Jedi, narrándonos un convulso y atribulado tiempo para la galaxia, que intenta reponerse de la tiranía del Imperio Galáctico e instaurar la Nueva República. En el primer episodio, titulado El apóstata, se nos vuelve a hacer hincapié en el credo mandaloriano y en la importancia de la reclamación de Mandalore y lo traumático que fue la Gran Purga del Imperio Galáctico.
Dirigido por Rick Famuyiwa, uno de los mejores realizadores de la ficción -y ahora también productor ejecutivo-, el nuevo capítulo se apoya en la importancia de las creencias de este pueblo diezmado y oculto, sin hogar o líder alguno, y a la propia tribulación a la que se enfrenta Din Djarin (Pedro Pascal) en su interior. Como ya vimos en el final de la segunda temporada, y se repitió en El libro de Boba Fett, el cazador de recompensas se quitó el casco, un aspecto que contradice las normas del Resol’nare y la secta mandaloriana que lo acogió cuando era un crío, Los Hijos de la Guardia. Djarin intentó pedir perdón y encontrar de nuevo el camino, pero sus iguales creen que es un apóstata y un falso creyente, un paria que no tiene hueco entre ellos. Tendrá que demostrar su valía para resarcir y solucionar su error.
Sin lugar a dudas, se nota de nuevo la mando de Dave Filoni y su pasión por todo lo relacionado con Mandalore, su trágico destino y la sucesión relacionada con su trono, un tema constante en Clone Wars y Rebels, dos de las mejores series de Star Wars y no de los productos de animación más refinados de nuestros días. Sin embargo, usando las claves y la estructura de The Mandalorian, este teme cobra un sentido único y distinto, mucho más claro y prístino, y a la postre, fácil de dirigir para los más profanos en el lore galáctico. El apóstata es un episodio que asienta las bases de las anteriores temporadas, las redefine y las empuja hacia nuevos límites, llevando de la mano al espectador, que se ve envuelto en las vicisitudes de Mandalore como planeta, sin tener que tener un bagaje anterior. Eso es un mérito de Favreau, que en este caso, ha atinado en el libreto.
El apóstata tiene un buen guion por la sencillez que transpira del mismo. Toca un buen número de palos y lo hace bien, sin perderse ni caer en distracciones. Se centra en Kraga, el personaje encarnado por Carl Weathers, ahora en el rol de Alto Magistrado de Nevarro, el planeta fronterizo que en su día fue un nido de villanía y escoria galáctica y que ahora goza de prosperidad y paz, todo ello en claro constaten con la particular andanza de Djarin y su misión, esa que tantos quebraderos de cabeza y que tantas contradicciones genera en su interior. Más allá del guiño a Babu Frik y los anzellanos, la recuperación de IG-11 (Taika Waititi), hay que destacar el encontronazo con los piratas liderada por Gorian Shard, un villano que puede dar que hablar en el futuro y que nos recuerda a la mejor tradición de los corsarios vistos en Clone Wars o el extinto universo extendido. Apoyado en la excelente banda sonora de Ludwig Göransson, El apóstata condensa a la perfección todo lo que hace grande a Star Wars, mostrándonos la ilusión de dos creativos, Favreau y Filoni, que se nota que han crecido amando la saga galáctica de George Lucas desde que eran críos.
Es un western -la vuelta a Nevarro y el tiroteo podría firmártelo Sergio Leone sin pestañear-, es una reinterpretación de las películas japonesas de samurais y es, al mismo tiempo, un vehículo para enseñar grandes batallas espaciales que rememoran las películas de la Segunda Guerra Mundial que cautivaron la imaginación de George Lucas. Pese a estas referencias, The Mandalorian rebosa personalidad y sabe cuándo debe rendir tributo a la citada Star Wars Rebels -¡vuelven los purrgil!- o incluso a Star Wars: Episodio IX - El ascenso de Skywalker, una de las entregas cinematográficas principales más polémicas. Es más: incluso se habla de Cara Dune o de las vicisitudes a las que se enfrenta Bo-Katan Kryze (Kate Sackhoff) en sus reclamaciones sucesorias. Y sí, en los 38 minutos que dura el episodio da tiempo a todo.
Con un arranque espectacular este arranque del viaje de Din Djarin y Grogu parece culminar una apuesta arriesgada que se inició en 2019 y que ahora goza de entidad propia, así como de la capacidad de abrirse a nuevos límites y horizontes, dando pie a nuevas series y un universo que no deja de crecer en la pequeña pantalla.
