Hace 18 años se distribuyó un vídeo por internet que lo cambiaría todo. Hablamos de un clip que se estima ha sido reproducido más de 900 millones de veces y cuya difusión ha sido realmente incalculable. Para muchos, es el primer gran vídeo viral de internet en la época previa a las redes sociales, y uno de los memes más influyentes en la historia de la red. Hablamos del Star Wars Kid, un documento visual que arruinó la vida a su protagonista, un joven que tuvo que recuperarse de una grave depresión y que sufrió el acoso y las constantes burlas de millones de personas (vía Informativos T5). Os contamos su historia.
Ghyslain Raza: Una coreografía basada en Star Wars que se difundió sin su permiso
Todo sucedió un 2 de noviembre de 2002. Un joven canadiense, llamado Ghyslain Raza, decidió grabarse a sí mismo mientras realizaba una coreografía de lucha inspirada en Star Wars y La amenaza fantasma en el salón de actos de su instituto. Todo habría acabado en una divertida anécdota, en una pequeña píldora de diversión galáctica, pero tras grabarse en su actuación privada, Raza se olvidó de la cinta. Por avatares del destino, el documento cayó en las manos de dos compañeros suyos, que decidieron gastarle una broma.
Unos meses después, el 14 de abril de 2003, la cinta se subió a la plataforma de descarga de archivos Kazaa, ya completamente digitalizada, y comenzó a difundirse a gran velocidad. Apenas unos días después, el 22 de abril de 2003, el desarrollador de videojuegos Bryan Dube decidió publicar en su blog una versión del vídeo editada para enaltecer la hazaña del protagonista, en la que sustituía el palo por un sable láser de gran realismo. El vídeo tenía difusión, tanto el montaje como el original, pero todavía no había alcanzado su pico máximo.
El 29 de abril de aquel año, el célebre bloguero Andy Baio decidió compartir dicho archivo en waxy.org con bajo el título Star Wars Kid, marcando para siempre a su protagonista y dándole el empujón definitivo a la inocente grabación que se convirtió en meme y mofa colectiva. Tanto el clip original, como los numerosos montajes y ediciones del mismo, se difundieron por toda la red, encontrándonos con portales de contenido que lo reproducían, versiones e incluso edits en forma de gif. Raza comenzó a ser consciente de su fama a los pocos días, algo que nunca quiso y que rechazó en primera instancia. El canadiense fue objeto de todo tipo de bromas y burlas, sobre todo por su sobrepeso y por su falta de coordinación, algo que le dolió profundamente y lo llevó a una espiral de destrucción malsana en su día a día. Arrepentido por lo que le había hecho, Andy Baio organizó una colecta para regalarle a Raza un iPod y una tarjeta regalo de Amazon, pidiéndole disculpas por difundir el vídeo sin su permiso.
"Por muy agradable que sea tener un iPod, habría preferido que el vídeo, que no tenía la intención de que nadie viera, hubiera permanecido privado", comentó el propio Raza a The New York Times en una entrevista que conmemora el aniversario del vídeo y nos alerta de los peligros de la difusión de este tipo de contenidos en internet. "La gente se reía de mí. Y no fue nada divertido", ha confesado el protagonista del clip viral. El asunto fue bastante serio. Los padres del Raza, desbordados por la situación y por la precaria salud de su hijo luego de que se distribuyese el vídeo, decidieron interponer una demanda por acoso de 250.000 dólares contra las familias de sus compañeros de escuela. En la demanda se alegaba que su hijo había sufrido daños emocionales y psicológicos, marcando un precedente en este tipo de contenidos virales difundidos a través de internet sin permiso explícito de sus protagonistas.
Fueron años muy duros. Raza intentó dejarlo todo atrás, centrarse en sus estudios y lograr por méritos propios un buen trabajo. Actualmente es abogado, presidiendo el Patrimoine Trois-Rivières, una sociedad dedicada a la conservación de su ciudad natal, Trois-Rivières, en la región canadiense del Québec. Pero esa etapa de su vida sigue siendo oscura, y tiene numerosos recuerdos muy malos de aquellos días en los que todo el mundo se rió de él y su afición por Star Wars. "Fue un periodo muy oscuro. No importa cuánto traté de ignorar a las personas que me decían que me suicidara, no pude evitar sentirme inútil, como si mi vida no valiera la pena", afirma. Raza tuvo que dejar el instituto ante las risas y el acoso de sus compañeros, y acabó internado en un psiquiátrico que lo ayudó a manejar la situación. Con el tiempo, y con la ayuda necesaria, lo superó.
"Sobrevivirás. Lo superarás. Y no estás solo. Estás rodeado de personas que te quieren", explica ahora el propio Raza como consejo a jóvenes que sufren acoso. En los últimos años ha colaborado con asociaciones y organizaciones que luchan contra el acoso en internet, y se ha mostrado activo en iniciativas que usan su vídeo con fines benéficos.