El Señor de los Anillos es una de las obras más influyentes de la historia reciente del ámbito cinematográfico. La trilogía de Peter Jackson lo cambió todo, dándonos fuerzas renovadas en los blockbuster y permitiéndonos observar y disfrutar de la Tierra Media de otra manera. Arrasando en taquilla, la adaptación de J.R.R Tolkien a la gran pantalla fue la historia de un director y su lucha contra los hermanos Weinstein, en concreto contra Harvey Weinstein -acusado de agresión y abuso sexual-, un productor de Hollywood que quería dos películas realizadas bajo un presupuesto exiguo. Esta es la historia de una filtración de un guion y de la maniobra que cambió para siempre la trilogía de fantasía más importante del séptimo arte.
Un guion filtrado y un gran cambio de planes
El Señor de los Anillos era uno de los proyectos más recurrentes y ambiciosos de Harvey Weinstein, el otrora productor más importante de Hollywood, que quería que se convirtiera en el buque insignia de Miramax, su compañía cinematográfica. Intentó llevarlo a buen puerto varias veces, con un guion pensado para dos películas, pero nunca terminó de cuajar y su libreto preliminar o pitch, pasó de mano en mano hasta quedar guardado en un cajón.
Pero un realizador neozelandés, amante del gore y del cine de nicho, tuvo una idea y apostó por ella sin miedo ni temor: iba a rodar el libro de Tolkien en Nueva Zelanda con los más altos estándares de calidad. Harvey vio aquí una oportunidad de negocio, e intentó imponer una visión comercial y creativa. De hecho, Weinstein, que al final fue productor ejecutivo de la trilogía de Peter Jackson, casi llegó a ser el productor principal a través de Miramax, un aspecto que se convirtió en un quebradero de cabeza para el creador de Mal gusto.
El productor decidió que Jackson tendría que comprimir la mítica novela de Tolkien en un largometraje de apenas dos horas de duración. Le daba igual que Fran Walsh, Philippa Boyens y Jackson hubieran realizado un tratamiento preliminar de tres películas. Por eso, y con mano dura, decidió imponer unas severas restricciones para que todo cuadrase con su idea de adaptación. No quería que Jackson y su equipo se enteraran del exiguo presupuesto previsto para la realización del proyecto, apenas 75 millones de dólares, manteniendo en secreto y en una constante diatriba a los responsables del film, que veían cómo Hollywood estaba a punto de echar al traste una vez más la obra de Tolkien. Miramax iba a cargarse la adaptación antes de comenzar. No quería una trilogía, quería apenas un largometraje que quizás podría dividirse en dos y deseaban imponer una visión creativa y artística que iba en contra del espíritu de El Señor de los Anillos y la obra de Tolkien en general. Teníamos personajes que no aparecían o eran adaptados de forma vergonzosa, tramas que se eliminaban por completo, situaciones inventadas y mucha, muchísima acción. Por eso se tomó una decisión arriesgada: filtrar el guion.
Es aquí cuando entra en escena Drew McWeeny, editor por aquel entonces de la página Ain’t It Cool News, uno de los portales cinematográficos más importantes del planeta y uno de los lugares en los que la propia Hollywood, a través de guionistas, directores y productores, pescaban ideas, localizaban filtraciones o se enteraban de los negocios de la competencia. Había que pasarle a McWeeny el guion, que lo publicase y que así Weinstein se viese acorralado. La intención era captar atención de la productora New Line, que había mostrado cierto interés por el proyecto, y así levantar la mano en busca de auxilio y nueva financiación. Y lo consiguieron. Según narra el propio McWeeny a Polygon, fue una maniobra que funcionó a la perfección. "Peter Jackson ya había tenido algunos contactos con Ain't It Cool por aquel entonces y también había gente dentro de WingNut y WETA contactando con nosotros", comienza. "La verdad, tenían la convicción de que habían estado trabajando en algo realmente genial y estaban preocupados de que ningún estudio fuera a dar un paso adelante, así que se tomó la decisión de filtrar los guiones a Ain't It Cool de tal forma que todos podrían negarlo después", relata.
"No vinieron directamente de nadie y nadie nos pidió oficialmente hablar de ello para que si me presionaban, podía decir sinceramente que no fueron Peter o Fran Walsh. Lo que estaba claro es que me dieron acceso a ellos para que pudiera decir lo que opinaba al respecto en el preciso momento en el que New Line estaba intentando tomar una decisión", remata. Y así fue. New Line vio una oportunidad y decidió apostar por Jackson y los suyos en una propuesta que en aquel momento parecía muy arriesgada, pero que acabó convirtiéndose en un éxito sin precedentes en términos de crítica y público. El proceso creativo cambió, y aunque Weinstein se quedó como productor, el empuje de la adaptación se transformó en algo más orgánico. Boyens, Walsh y Jackson recibieron 281 millones de dólares para su trilogía y El Señor de los Anillos llegó en tres partes que se grabaron a fuego en el corazón y la mente de toda una generación de espectadores.