Un equipo internacional de científicos ha desarrollado una herramienta pionera que permite estimar la edad biológica del cerebro mediante una única resonancia magnética. El avance, publicado en la revista Nature Aging, supone un hito en la detección precoz de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, y podría revolucionar la forma en la que evaluamos la salud cerebral a lo largo de la vida.
La medición está lista en media hora
Bautizado como DunedinPACNI (Velocidad de Envejecimiento Dunedin Calculada por Neuroimagen), el sistema se basa en 315 rasgos estructurales cerebrales, incluyendo el espesor cortical, el volumen de la materia gris y la relación entre sustancia blanca y gris. El modelo fue entrenado con datos del Estudio Dunedin, una cohorte de más de mil personas nacidas en Nueva Zelanda en los años 70 y monitorizadas durante décadas. A partir de esos datos, los investigadores desarrollaron un algoritmo que, aplicado a una resonancia, puede predecir si un cerebro envejece a un ritmo normal o acelerado.
Para validar el sistema, se analizaron más de 50.000 imágenes cerebrales de personas entre 22 y 98 años. Los resultados fueron contundentes: quienes mostraban un envejecimiento cerebral más rápido tenían peores resultados en pruebas cognitivas, mayor atrofia en el hipocampo (clave para la memoria y las emociones) y una salud general más precaria. En otras palabras, su cerebro era más viejo de lo que indicaba su fecha de nacimiento, y eso se traducía en un mayor riesgo de demencia, fragilidad e incluso muerte prematura.
El equipo investigador espera que esta herramienta se convierta en una prueba rutinaria de la medicina preventiva. Así como hoy se mide el colesterol o el índice de masa corporal, proponen que la edad cerebral estimada por el DunedinPACNI pueda integrarse en los chequeos médicos para anticipar y prevenir problemas antes de que aparezcan los síntomas. Para ello, ya están trabajando en establecer valores de referencia estandarizados, que podrían estar disponibles en el plazo de un año.
