Imágenes satelitales han revelado la construcción de un ambicioso laboratorio en Mianyang, China, destinado a la investigación de la fusión nuclear por láser. Este centro, bautizado como Laboratorio de Dispositivo Principal de Fusión por Láser, es el más grande de su tipo en el mundo, con una bahía de experimentación un 50% mayor que la del National Ignition Facility (NIF) de Estados Unidos. Su escala y su tecnología puntera han generado tanto entusiasmo como preocupación en la comunidad internacional.
Por la ciencia... Militar
La fusión por láser es una tecnología que busca replicar las reacciones nucleares que ocurren en el Sol, utilizando láseres de alta potencia para comprimir isótopos de hidrógeno y desencadenar una reacción de fusión. En teoría, esta podría ser la clave para una fuente de energía limpia e ilimitada. Sin embargo, el desarrollo de esta tecnología también tiene aplicaciones militares: permite simular explosiones nucleares sin necesidad de realizar pruebas reales, algo que encaja dentro de los límites del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT).
¿Una ventaja estratégica?
Expertos en defensa han señalado que este laboratorio podría dar a China una ventaja estratégica en el desarrollo de armas nucleares sin necesidad de llevar a cabo pruebas detonantes. William Alberque, analista del Centro Henry L. Stimson, advierte que cualquier país con una instalación similar al NIF de EE.UU. puede mejorar sus diseños de armas atómicas sin violar tratados internacionales. Aunque el proyecto se presenta como una iniciativa científica, sus posibles usos militares han despertado recelos en Washington y otras capitales.
Más allá de sus implicaciones estratégicas, este laboratorio podría representar un gran paso en la búsqueda de una fuente de energía sostenible y segura. La fusión nuclear se ha considerado durante décadas la alternativa perfecta a los combustibles fósiles, ya que no genera residuos radiactivos de larga duración ni emisiones contaminantes. Pero su desarrollo ha sido extremadamente difícil: ninguna instalación en el mundo ha logrado aún producir más energía de la que consume el proceso.

La construcción de este centro en Mianyang refuerza la posición de China en la carrera por la fusión nuclear. Mientras que Estados Unidos y Francia han liderado tradicionalmente la investigación en este campo, el tamaño y la ambición del proyecto chino podrían cambiar el panorama. Con una inversión masiva y una determinación clara, Pekín ha demostrado que quiere liderar el futuro de la energía nuclear. El gran reto ahora es garantizar que el desarrollo de esta tecnología se use con fines pacíficos y no se convierta en una herramienta más de disuasión militar.