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Sam Altman traicionado por una exsocia de OpenAI: 'Thinking Machines es una startup de inteligencia artificial diferente'

Altman, que se ve acorralado por empresas como Meta y xAI, asiste a cómo una de las antiguas socias de OpenAI le arrebata protagonismo con una startup alternativa en la IA.
Sam Altman traicionado por una exsocia de OpenAI: 'Thinking Machines es una startup de inteligencia artificial diferente'
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Actualizado: 7:01 24/7/2025

En 2023, tras la abrupta salida de Sam Altman, Mira Murati tomó las riendas de OpenAI como CEO interina. Ingeniera de perfil bajo, con una mirada ética poco habitual en las altas esferas de Silicon Valley, muchos dudaban de que pudiera mantener a flote una compañía sumida en una tormenta institucional. No solo lo consiguió: lo hizo con temple, visión técnica y sin ruido mediático. Pero lo realmente interesante vino después.

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Murati no se quedó en OpenAI. Tampoco fichó por una big tech ni aceptó el rol de ejecutiva estrella. Dio un paso al margen y fundó Thinking Machines Lab, su propia empresa. Un nombre que no es casual: evoca directamente los orígenes de la inteligencia artificial moderna, cuando en los años 50 se hablaba de máquinas que pensaran, no solo que calcularan. Su premisa es clara: la IA no debe limitarse a procesar datos, sino comprender, adaptarse y convivir con el modo humano de habitar el mundo.

Sam Altman, en el punto de mira tras la jugada de una exsocia de OpenAI: así es Thinking Machines, la startup que quiere romper las reglas

El punto de partida no es modesto: la startup acaba de levantar 2000 millones de dólares en financiación. Pero la gran pregunta es inevitable: ¿puede una empresa recién nacida competir de tú a tú con gigantes como OpenAI, Google DeepMind o Anthropic? La historia reciente de OpenAI está plagada de contradicciones: apertura versus control, investigación versus negocio.

Mira Murati de OpenAI y ahora Thinking Labs

En ese contexto, Murati jugó un papel clave como CTO: lideró el desarrollo de GPT-4 y su variante Turbo, e impulsó la integración de capacidades multimodales como visión, voz y comprensión de imágenes. Durante su breve etapa como CEO, ganó el respeto de la plantilla por su serenidad y su resistencia a las presiones internas.

Pero en septiembre de 2024 se marchó sin hacer declaraciones. Sin entrevistas, sin despedidas públicas. Desapareció del mapa y resurgió en febrero de 2025 con Thinking Machines Lab, una empresa que recoge el testigo de aquellas primeras ideas sobre IA general, pero desde una perspectiva moderna, abierta y distribuida. La propuesta de Murati va más allá de un asistente inteligente. Quiere construir un sistema de IA realmente multimodal, capaz de interpretar lenguaje, imágenes, sonidos y contexto, con un comportamiento más orgánico y adaptativo.

“Creemos que la IA debe ser una extensión de la agencia individual"

En otras palabras, una inteligencia artificial que no solo responda, sino que colabore y aprenda como un ser humano. En su primer mensaje público, publicado en X (antes Twitter), Murati fue directa: “Creemos que la IA debe ser una extensión de la agencia individual”. Esa frase resume su visión: una inteligencia que amplifique al usuario, no que lo sustituya ni lo controle.

Entre los pilares de Thinking Machines se encuentran la multimodalidad real —es decir, un sistema que integre texto, imagen, sonido y contexto de forma natural—, una arquitectura abierta con partes del código publicadas como open source, la transparencia científica como norma y una ética de desarrollo distribuida. Murati no quiere que el futuro de la inteligencia artificial esté en manos de unos pocos. Aspira a que sea un bien compartido, global y accesible.

Aunque el discurso suene utópico, Murati no camina sola. Thinking Machines Lab ha atraído el interés de algunos de los actores más poderosos del sector tecnológico. La ronda de financiación fue liderada por Andreessen Horowitz, pero el listado de socios impresiona: Nvidia, AMD, Accel, ServiceNow, Cisco y Jane Street. Son nombres que no apuestan por causas perdidas.

Con este respaldo, Thinking Machines no nace como una alternativa de nicho. Nace como una declaración de intenciones: entrar de lleno en la carrera por definir cómo será la inteligencia artificial del mañana. Y sobre todo, quién podrá utilizarla.

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