La pieza de oro más codiciada de la numismática española regresa al escaparate internacional: el centén acuñado en 1609 en el Real Ingenio de Segovia, bajo Felipe III, se ofrece esta semana en el hotel Mandarin Oriental de Ginebra dentro de la subasta de Numismatica Genevensis. El lote sale con un precio de partida de dos millones de francos suizos (unos 2,17 millones de euros), según confirmó la propia firma en la presentación a prensa y recogió EFE. Es la misma moneda que en 2009 marcó el récord histórico para España al adjudicarse por 800.000 euros.
Más que dinero: propaganda acuñada
El centén no nació para circular en el mercado, sino como objeto diplomático y de ostentación: equivalía a 100 escudos y condensaba, en la palma de una mano, la imagen de un poder imperial en pleno siglo XVII. Que haya sobrevivido con sus relieves de época es, en parte, una anomalía estadística: piezas de ese calibre se fundían con frecuencia en tiempos convulsos para recuperar el metal. Así lo explican desde la casa organizadora, que espera interés máximo de coleccionistas europeos y americanos en la sala de Ginebra.
La “fábrica hidráulica” que hizo posible las monedas gigantes
El lugar de origen importa. El centén salió del Real Ingenio de Segovia, la ceca “tecnológica” levantada a finales del XVI a orillas del Eresma, con prensas de rodillos y laminación movidas por agua que permitían acuñar discos grandes y de trazo muy fino, muy por encima de lo que daban los viejos martillos. Ese salto industrial explica la existencia de piezas de exhibición —como los célebres cincuentines de plata y estos centenes de oro— que casi no circularon y se reservaron para regalos de prestigio.
Numismatica Genevensis ha fijado sus ventas de otoño en el Mandarin Oriental de Ginebra (subastas 22 y 23), con sesiones centradas en acuñaciones históricas de alto nivel. En el mercado global, los récords absolutos siguen muy por encima —y en dólares—, pero en Europa occidental del Antiguo Régimen pocas monedas compiten en rareza, formato y relato con un centén segoviano bien conservado.
Por qué importa (más allá del martillo)
Para España, la puja de un centén funciona como termómetro de un coleccionismo que mezcla inversión y memoria: oro hay en el metal, pero el valor está en la historia que arrastra —ingeniería temprana, propaganda de los Austrias, azar de supervivencias—. Si supera su propia marca, certificará que la “moneda-icono” puede jugar, por narrativa y escasez, en la misma liga mediática que un gran lienzo barroco. Si no, seguirá siendo la mejor cápsula de lo que fue la opulencia segoviana del XVII.
