El nuevo año llegará con un cambio profundo en la forma de señalizar averías y accidentes en carretera. Tras años de avisos, campañas y plazos que parecían eternizarse, la Dirección General de Tráfico (DGT) da el paso definitivo: el 1 de enero entrará en vigor la obligatoriedad de la baliza V-16 conectada, el dispositivo que sustituirá por completo a los clásicos triángulos de emergencia que han acompañado a generaciones de conductores en el arcén.
La DGT no cede: las balizas V-16 conectadas serán obligatorias desde enero sin excepción
La medida, lejos de admitir nuevas dilaciones, ha sido confirmada con rotundidad por el propio director de la DGT, Pere Navarro, quien ha reiterado que “no va a haber prórroga”. El mensaje es claro: los plazos son los que son y el kit obligatorio del vehículo se moderniza a partir de esa fecha. Eso sí, Navarro matiza que, durante las primeras semanas, los agentes actuarán con “cierta flexibilidad” y se centrarán en informar antes que en sancionar, con la intención de facilitar la transición hacia el nuevo sistema.
Detrás de la baliza V-16 no solo hay un gesto simbólico de modernización. Según la DGT, hay una tecnología diseñada para evitar muertes en las carreteras. Este pequeño dispositivo destaca por su conectividad: al activarlo, envía automáticamente la geolocalización del vehículo a la plataforma DGT 3.0, permitiendo a los sistemas de tráfico anticiparse a riesgos y comunicar incidencias en tiempo real. La instrucción es simple: debe llevarse en la guantera y, ante una avería o accidente, colocarse preferiblemente en el techo del coche para garantizar una señalización óptima.
Además, la baliza está diseñada para cumplir con exigencias muy concretas: emite una luz amarilla intermitente con visibilidad de 360 grados durante al menos 30 minutos, incorpora una tarjeta SIM o sistema equivalente para transmitir datos -sin información personal- y funciona con una batería o pila cuya vida útil mínima es de 18 meses. No son pocos los que dudan de su eficacia y señalan el gigantesco entramado millonario alrededor de la homologación.
La normativa nace, precisamente, de una preocupación creciente: el peligro que suponía que los conductores tuvieran que bajar del vehículo y caminar por la calzada para colocar los triángulos, un gesto que ha provocado no pocos atropellos y situaciones de riesgo extremo. La V-16 permite que todo el proceso se realice sin abandonar el habitáculo, reduciendo drásticamente la exposición al tráfico.















