En Hollywood, hay fenómenos que se repiten con la precisión de un reloj suizo. Uno de ellos es el estreno casi simultáneo de dos superproducciones con temáticas sospechosamente similares. Ocurrió en los 90 con Antz y Bichos, con Volcano y Un pueblo llamado Dante’s Peak, y también —cómo olvidarlo— con Armageddon y Deep Impact, dos películas que imaginaron el fin del mundo a golpe de meteorito. Ahora la segunda está en Netflix y hay que aplaudir su arrojo y fidelidad científica.
La olvidada rival de 'Armageddon' que la ciencia respalda: el drama apocalíptico 'Deep Impact' ya está disponible en Netflix
La historia suele recordar a Armageddon, ese mastodonte dirigido por Michael Bay con Bruce Willis salvando el planeta al ritmo de Aerosmith, como la gran vencedora cultural del duelo. Pero ahora, gracias a Netflix, es momento de reivindicar la que muchos expertos consideran la opción más verosímil y emocionalmente humana: Deep Impact, dirigida por Mimi Leder, que acaba de aterrizar en el catálogo.

Estrenada el 8 de mayo de 1998, casi dos meses antes que el taquillazo de Bay, Deep Impact optaba por una narrativa más intimista y sobria. El apocalipsis estaba presente, claro, pero la mirada se centraba en el impacto humano, en los dramas personales y en la organización gubernamental ante la catástrofe.

Y lo más curioso es que la ciencia no fue un adorno, sino una guía. Mimi Leder contó con un nutrido grupo de asesores, entre los que destacaba Gerry Griffin, exdirector del Johnson Space Center de la NASA. No solo participaron como consultores, sino que sus consejos fueron aplicados con rigor en el desarrollo de la trama, una rareza en el cine comercial de la época y dotó de empaque al proyecto.
Con 80 millones de dólares de presupuesto, la cinta de Leder jugaba en una liga distinta a los 140 millones que manejaba Michael Bay. No hubo perforaciones nucleares en asteroides ni épicas coreografías espaciales, pero sí una historia más terrenal —y para muchos, más creíble—. Aun así, el público respondió: recaudó casi 350 millones en todo el mundo, una cifra envidiable que, sin embargo, palideció frente a los 553 millones que amasó su competidora, convirtiéndose en la película más taquillera de 1998.

Lo cierto es que Deep Impact es una película de ciencia ficción que apuesta por el drama humano antes que por el espectáculo desmedido. Su gran virtud es precisamente esa: su enfoque sobrio y emocional, que no sacrifica el rigor científico, así como su reparto, con un Robert Duvall interpreta con solidez a un veterano astronauta que busca redención; Téa Leoni, en uno de sus papeles más destacados, encarna a una periodista atrapada entre el deber profesional y el drama familiar; y Morgan Freeman, como presidente de los Estados Unidos, aporta una autoridad tranquila y empática que elevó aún más su estatus icónico.
El juicio de la ciencia: ¿'Deep Impact' o 'Armageddon'?
Con el paso de los años, Armageddon se consolidó como el clásico popular de aquel verano apocalíptico, pero la comunidad científica parece tener claro a cuál de las dos prefiere. Sidney Perkowitz, físico y profesor en la Universidad de Emory, fue tajante en declaraciones a Salon.
“Deep Impact tiene la mejor combinación de ciencia razonablemente correcta, buenos efectos especiales, una historia dramática y una visión de lo que significaría el impacto de un cometa para la gente individualmente y en todo el mundo. Es lo más cercano a la realidad que puede conseguir una película de ciencia ficción", remataba Perkowitz.

Por su parte, Clark R. Chapman, experto en ciencia planetaria, lo resumía de forma contundente. “Si se produjera una amenaza de este tipo, Deep Impact describe a grandes rasgos una serie de acontecimientos plausibles. Armageddon, en cambio, presenta una historia mucho menos creíble y una imagen totalmente irreal del cuerpo celeste que se aproxima", concluía. Deep Impact ya está disponible en Netflix. Y tal vez ha llegado el momento de que el tiempo le haga justicia.