China no se cansa de romper los límites de las tecnología y la construcción. Ya hemos visto grandes proyectos alrededor del mundo y el afán del gigante asiático por dominar las diferentes facetas comerciales pero ahora nos presenta una historia que parece digna de la ciencia ficción.
En la presa de Goupitán, los barcos no descienden por esclusas: se elevan dentro de cámaras de agua que los hacen subir casi doscientos metros, conectando de nuevo el embalse con el río Wu. El proyecto, monumental en su escala y quirúrgico en su precisión, ha devuelto la vida a una vía fluvial interrumpida durante más de veinte años.
La colosal presa china que esconde ascensores capaces de hacer subir barcos por el interior de una montaña
Durante décadas, el Wu fue el eje económico de Guizhou, una autopista natural que transportaba minerales y materiales de construcción hacia el Yangtsé. Pero con la llegada de las grandes presas hidroeléctricas en los años 2000, el curso se fragmentó: las embarcaciones debían ser desmontadas en un punto, trasladadas en camiones por carreteras montañosas y rearmadas más arriba. El proceso podía costar días y más de 20.000 yuanes por viaje. Goupitán nació para resolver ese cuello de botella y, de paso, marcar un nuevo récord mundial de ingeniería fluvial.
El sistema no es un único ascensor, sino tres. Tres gigantes metálicos que actúan como una cadena sincronizada, elevando gabarras de quinientas toneladas por un recorrido de poco más de dos kilómetros. Dos tramos son sumergibles; el central, un coloso equilibrado con precisión de reloj suizo, logra una elevación de 127 metros de una sola vez -la mayor del planeta-. En conjunto, superan los 199 metros de desnivel entre el embalse y el valle.
Su principio de funcionamiento es elegante: cada cámara mantiene un volumen de agua constante, de modo que el peso total apenas varía cuando entra un barco. Cables de acero y contrapesos compensan la masa con un margen de error de centímetros. Motores eléctricos, sensores y un control centralizado regulan cada movimiento. Todo el proceso -desde que un barco entra en el primer ascensor hasta que emerge del último- dura apenas 38 minutos.
El impacto ha sido inmediato. En 2021, un convoy de catorce barcazas inauguró oficialmente el sistema, y el río Wu volvió a ser navegable desde el interior de Guizhou hasta el puerto de Shanghái. Hoy, casi tres millones de toneladas cruzan anualmente por la presa, reduciendo costes logísticos y emisiones. Desde el aire, las cámaras de Goupitán parecen cicatrices de acero entre montañas verdes. Es una hazaña que une naturaleza y tecnología, un recordatorio de cómo la ingeniería china ha aprendido a mover no solo montañas, sino los ríos que las atraviesan.















