Tesla soñaba con convertir al Cybertruck en un icono aspiracional del automóvil eléctrico, un vehículo disruptivo capaz de demostrar el poderío técnico de la marca. Sin embargo, a menos de un año de su comercialización, ese relato se tambalea.
Las rebajas, incentivos agresivos y promociones como recargas gratuitas de por vida evidencian que la demanda real no ha respondido como se esperaba. Lo más revelador es que estas ofertas no son para modelos de entrada, sino para las costosas versiones "Foundation", que superan los 90.000 dólares. La estrategia de Tesla ha virado del exclusivismo al apuro. Un vehículo que debía marcar un antes y un después en la industria se ha convertido en un lastre de stock que necesita ser movido con urgencia.
La compañía ha tenido que reconvertir unidades, eliminar detalles estéticos y limitar funciones de software para hacer más atractiva su venta.
Una expectativa que no se cumplió
El Cybertruck, lejos de representar un triunfo industrial, está acumulando llamadas a revisión por defectos como el uso de adhesivos defectuosos en su carrocería. Una imagen que no se corresponde con la de un producto premium. A esto se suma el problema de enfoque. Desde su anuncio, Tesla dejó entrever que el Cybertruck sería un superventas. Se habló de precios iniciales de 40.000 dólares, generando casi dos millones de reservas anticipadas.
Sin embargo, la realidad ha sido muy distinta: el modelo más económico cuesta más de 72.000 dólares, a pesar de prometer una versión más barata que jamás llegó y, según Car and Driver, en todo 2024 se vendieron menos de 25.000 unidades. El golpe de realidad ha sido duro: fabricar rápido y barato ha erosionado la narrativa de exclusividad y calidad que tanto necesitaba la marca.
Un coche simbólico que es más lastre que icono
El caso del Cybertruck contrasta con estrategias más consolidadas del mundo automotor. Marcas como BMW, Ford o incluso Xiaomi han comprendido que ciertos vehículos no están pensados para venderse en masa, sino para construir imagen. Un coche puede no ser rentable en términos directos, pero sí convertirse en un imán de atención que eleve al resto del catálogo.
Tesla, en cambio, intentó satisfacer una demanda masiva sin construir primero un aura de deseo y singularidad alrededor del Cybertruck. Ahora, entre fallos de producción, precios inflados y una imagen de marca salpicada por las decisiones políticas y mediáticas de Elon Musk, Tesla se enfrenta al riesgo de haber agotado el potencial comercial de su coche más ambicioso.