En el año 2000, M. Night Shyamalan regaló al mundo El Protegido (Unbreakable), una obra que, casi sin saberlo, llegó a redefinir el género de superhéroes al despojarlo de sus excesos y abrazar una narrativa introspectiva y profundamente humana. Con la colaboración de un Bruce Willis en su mejor momento actoral, la película no solo destaca por su contenido temático, sino también por su sofisticada ejecución artística que acabaría dando pie a una saga cinematográfica de gran éxito.
Antes del UCM, Bruce Willis revolucionó el cine de superhéroes con un thriller asfixiante que marcó toda una época
A diferencia de las producciones de superhéroes convencionales como las de Marvel, que forman parte de un Universo Cinematográfico gigantesco,El Protegido evita las batallas espectaculares y los efectos visuales desbordantes y recargados para enfocarse en el crecimiento interior y el descubrimiento de su protagonista. David Dunn (Bruce Willis) no se presenta como un héroe infalible, sino como un hombre ordinario enfrentado al desconcertante descubrimiento de sus habilidades excepcionales. En este sentido, y en la línea de otras obras del controvertido Shyamalan, la película trasciende las barreras del entretenimiento para convertirse en una meditación sobre el destino, la identidad y la responsabilidad moral.

El guion, también escrito por Shyamalan -quizás en su esplendor creativo-, es una obra maestra de economía narrativa. Sí, sin paliativos. La película está pensada para que cada diálogo y escena tengan un propósito, incrustadas como piezas de un complejo puzle que busca avanzar en la trama y construir una atmósfera de suspense casi asfixiante. Y seremos claros: la revelación final, que conecta a David con su némesis, Elijah Price (Samuel L. Jackson), es un ejemplo perfecto del “giro Shyamalan”, una marca distintiva del cineasta que aquí alcanza una de sus expresiones más logradas. Luego se perdería en cosas como La Trampa, mucho más efectistas, pero aquí estaba especialmente lúcido.

Shyamalan demuestra una maestría inigualable en la composición visual. Su cámara se mueve con deliberada lentitud, otorgando un peso casi ceremonial a cada plano. Las tomas largas y los encuadres simétricos subrayan la lucha interna de los personajes, mientras que los reflejos y espejos simbolizan la dualidad inherente a su naturaleza, así como la fragilidad de una realidad que parece desmoronarse. La técnica del director de El Bosque (2004) no solo potencia la narrativa, sino que también establece un ritmo hipnótico que invita al espectador a reflexionar. Ya no se hacen películas así.

La fotografía de Eduardo Serra refuerza esta visión con una paleta de colores apagados que reflejan la citada alienación y el creciente descontento del protagonista. Los tonos fríos y sombríos contrastan con momentos clave de iluminación cálida, marcando los instantes de revelación y conexión emocional. El uso recurrente del verde y el morado no es casual; estas tonalidades representan la dicotomía entre el bien y el mal, encarnados por David y Elijah, respectivamente. El Protegido marca la segunda colaboración entre Shyamalan y Bruce Willis, tras el éxito de El Sexto Sentido (1999). Si bien en aquella película Willis demostró una vulnerabilidad poco habitual en su repertorio, en El Protegido lleva esa cualidad aún más lejos, interpretando a un hombre que, aunque aparentemente invencible, está profundamente roto por dentro. Esta interpretación, muy matizada y contenida, es el testimonio perfecto del talento de Willis y de la dirección sensible de Shyamalan.
El director también saca lo mejor de Samuel L. Jackson, quien encarna a Elijah Price con una intensidad que oscila entre la fragilidad física y una convicción intelectual implacable. Su disección del mito del superhéroe es, a día de hoy, uno de los pilares más interesantes del género al mostrar una cierta dimensión filosófica a los personajes de los tebeos y cómo sería su traslación al mundo real. Aunque El Protegido fue inicialmente subestimada por algunos críticos -sí, tuvo malas críticas- y espectadores que esperaban un thriller más convencional, el paso del tiempo la ha consolidado como una obra de culto.

Su influencia se puede rastrear en el auge de las historias de superhéroes “realistas”, como la trilogía de El Caballero Oscuro de Christopher Nolan. Hablamos de una película que representa el punto álgido de su creatividad antes de una serie de tropiezos críticos y comerciales. No obstante, su reciente resurgimiento con títulos como Múltiple (2016) y Cristal (2019) reafirma su posición como uno de los autores más originales de Hollywood. El Protegido no es solo una película de superhéroes; es una obra que trasciende su género para explorar los recovecos más profundos del alma humana.