Brigitte Bardot, icono indiscutible del cine europeo y uno de los rostros más influyentes de la cultura popular del siglo XX, falleció este domingo a los 91 años. Con su muerte se apaga una figura que trascendió con creces la condición de estrella para convertirse en símbolo: de una época, de una forma de entender la libertad y también de las contradicciones que acompañaron a la modernidad occidental en la segunda mitad del siglo pasado.
La legendaria Brigitte Bardot, a los 91 años, se despide del mundo
Nacida en París en 1934, Bardot emergió en los años cincuenta como una presencia radicalmente distinta en la gran pantalla. No era solo su fotogenia ni su belleza, convertida rápidamente en canon, sino una mezcla de fragilidad y desafío que conectó con una generación ansiosa de romper moldes. Su consagración llegó con Y Dios creó a la mujer (1956), dirigida por Roger Vadim, una película que escandalizó a los sectores más conservadores y redefinió los límites de la sensualidad femenina en el cine. A partir de ahí, “BB” dejó de ser una actriz prometedora para transformarse en un fenómeno cultural.
Durante más de una década, Bardot encadenó rodajes, portadas y titulares, construyendo un imaginario que desbordó el cine y se filtró en la moda, la música y el lenguaje visual de toda una época. Sin embargo, tras ese fulgor constante convivía una incomodidad profunda con el estatus de mito. En 1973, con apenas 39 años, tomó una decisión insólita: abandonar definitivamente la interpretación en pleno apogeo de su fama.
Lejos de los focos, su vida no se apagó, sino que viró hacia otra forma de compromiso. Bardot volcó su energía en la defensa de los animales, fundando una organización que se convirtió en referencia internacional y dedicando el resto de su vida a esa causa con una determinación absoluta. Fue una militancia tan intensa como polémica, marcada por declaraciones contundentes y posiciones ideológicas que generaron controversia y tensaron su imagen pública.
Esa dualidad la de musa luminosa y figura áspera acompaña inevitablemente cualquier balance sobre su legado. Bardot fue, al mismo tiempo, emblema de emancipación y voz incómoda, mito cinematográfico y personaje incómodo para su propio tiempo.
Hoy, al cumplirse el final de una vida de 91 años, Francia y el mundo miran atrás conscientes de que pocas trayectorias artísticas han sido tan influyentes, tan discutidas y tan imposibles de encasillar como la de Brigitte Bardot. Un nombre que ya pertenece, sin matices, a la historia cultural del siglo XX.















