La antigua Roma vuelve a emerger del fondo del mar: a más de 80 metros de profundidad, frente a la costa noroeste de Sicilia, un equipo italo-estadounidense ha recuperado un nuevo ariete (rostrum) de bronce de la batalla de las Égadas (241 a. C.). La pieza —extraída con apoyo del buque de investigación Hercules— eleva a 27 el número de arietes hallados en este campo de batalla sumergido desde inicios de los 2000. En la operación colaboraron la Soprintendenza del Mare de Sicilia, la RPM Nautical Foundation y la Society for Documentation of Submerged Sites (SDSS).
Un arma formidable
Estos arietes iban montados a ras de flotación en la proa de naves de guerra para embestir y abrir brechas en los cascos enemigos: eran el “golpe de gracia” de la guerra naval de la época. El nuevo hallazgo se produjo en el corredor marítimo entre Favignana y Levanzo, exactamente donde las fuentes sitúan el combate decisivo que selló la derrota de Cartago al final de la Primera Guerra Púnica. Tras su recuperación, la pieza fue trasladada al laboratorio del antiguo Stabilimento Florio de Favignana para su conservación inicial.
El yacimiento de las Égadas se ha convertido en el primer campo de batalla naval antiguo documentado de forma continua durante más de dos décadas: además de los 27 arietes, se han registrado al menos treinta cascos tipo Montefortino, espadas, monedas y numerosas ánforas de a bordo, un conjunto que permite “leer” el combate con una resolución sin precedentes para el período. Este acervo material encaja con el paisaje bélico descrito por la investigación académica reciente sobre la batalla y su papel de cierre de la contienda.
El ariete recién recuperado repite un motivo iconográfico ya visto en otros ejemplares del sitio: un casco Montefortino en relieve —frecuente emblema de identidad militar republicana— representado con tres plumas. Las fuertes concreciones marinas aún impiden confirmar si conserva inscripción, pero el patrón decorativo lo vincula de lleno a la serie de rostra “romanos” documentada en campañas anteriores.
El proyecto —impulsado en sus orígenes por el fallecido arqueólogo Sebastiano Tusa— combina prospección instrumental, inmersión técnica y conservación in situ y en laboratorio. La implicación de la Soprintendenza del Mare junto a RPM/SDSS y el uso sostenido del Hercules explican la cadencia de hallazgos y su rápida transferencia al taller de Favignana para el análisis científico.
Más allá del brillo del bronce, cada ariete es una pieza de un rompecabezas táctico y político: ayuda a reconstruir las técnicas de espolón, la organización de las escuadras y, en última instancia, el momento en que Roma aseguró Sicilia y abrió su expansión mediterránea.















