El final de la primera temporada de It: Bienvenidos a Derry ha confirmado que la serie de HBO Max aspira a algo más que a ser una simple precuela de las películas de Andy Muschietti. El último episodio no solo cierra el arco de 1962, sino que introduce un giro que reordena el papel de las futuras temporadas dentro del “macrocuento” de Stephen King: lo que veíamos como relato de origen se convierte también en una pieza clave posterior a los sucesos de It (2017 y 2019).
Ambientada 27 años antes de la primera confrontación del Club de los Perdedores con Pennywise, la serie había funcionado hasta ahora como una expansión del material de la novela que no llegó a la gran pantalla. Seguíamos a varios habitantes de Derry atrapados en una nueva oleada de desapariciones y muertes, con un grupo de jóvenes —Lilly, Ronnie, Marge y el ausente Will— como centro emocional, mientras la ficción ampliaba el trasfondo del pueblo maldito con subtramas y personajes inéditos, siempre bajo el visto bueno del propio King.
Cuando el origen también mira hacia el futuro
En el episodio final, esa historia se desborda. Pennywise desata un ataque masivo sobre Derry a través de una niebla que engulle calles enteras y arrastra a numerosos niños. Mientras Lilly, Ronnie y Marge se lanzan desesperados a buscar a Will, los padres del chico forman su propio frente junto a Dick Halloran, Taniel y la líder nativa Rose. Su objetivo: interceptar a los pequeños y utilizar una daga mística para encerrar de nuevo a la criatura dentro de los límites de la ciudad, reforzando la dimensión casi ritual del enfrentamiento que siempre ha tenido el enfrentamiento con Eso.
Es durante ese clímax cuando llega la revelación que cambia las reglas del juego. Pennywise captura a Marge y le suelta una verdad envenenada: ella está destinada a convertirse, años después, en la madre de Richie Tozier, uno de los Perdedores que acabará participando en su derrota definitiva. La entidad explica que para él pasado, presente y futuro son un círculo continuo, y que quienes lo “matan” están, de algún modo, enlazados con el momento de su nacimiento. Ahí es donde Bienvenidos a Derry deja de ser solo el “antes” de las películas y se sitúa también después, recolocando la serie como puente entre etapas en clave de secuela.
Un tablero intermedio para el Club de los Perdedores
Cuando Marge comparte lo que ha oído con Lilly, ambas comprenden la implicación más inquietante: si Pennywise percibe el tiempo como un bucle, puede intentar alterar su final atacando hacia atrás, cebándose con los antepasados del Club de los Perdedores antes incluso de que nazcan. Los ciclos de hibernación de la criatura dejan de ser simples pausas entre carnicerías y pasan a leerse como maniobras estratégicas para reescribir su destino que ya conoce y que, por ahora, le es desfavorable.
Esa idea es la que eleva la importancia de las siguientes temporadas. Cada nuevo ciclo de terror en Derry ya no será solo otra ronda de miedo y muertes infantiles, sino un movimiento consciente de Eso para impedir que lleguen a existir Bill, Beverly, Richie y compañía tal y como los conocemos en las películas. La serie se convierte así en un tablero intermedio donde veremos a los ancestros de los Perdedores sobrevivir —o fracasar— ante los intentos de la entidad de cortar esa línea de sangre.
