Europa se prepara para la conquista de los cielos del futuro. Tras el plantón histórico a Donald Trump y su F-35, y las presiones de Reino Unido con su caza de sexta generación GCAP, España. Francia y Alemania buscan su propias alternativas más avanzadas que el actual Eurofighter. Sin embargo, el FCAS, el ambicioso proyecto europeo que pretende dar forma al avión de combate de sexta generación, vuelve a tambalearse por las tensiones internas entre sus socios principales.
Francia, Alemania y España participan en este programa estratégico, pero es París quien amenaza con dinamitar el delicado equilibrio al reclamar un liderazgo exclusivo en la siguiente fase de desarrollo. Según un documento remitido por el Ministerio de Defensa alemán al Bundestag, revelado por Reuters, la presión francesa estaría bloqueando la evolución del proyecto.
Francia quiere el mando absoluto y arrincona a España en la carrera por el caza europeo que jubilará al Eurofighter
La exigencia llega poco después de que Dassault Aviation, la compañía gala que pilota el diseño del futuro caza de nueva generación (NGF), manifestase en julio su intención de ampliar hasta un 80% su peso en la definición de la aeronave, auténtico pilar sobre el que se sustenta el FCAS.
Berlín considera que ceder a tales demandas tendría un efecto devastador: no solo limitaría la capacidad tecnológica de la futura aeronave, sino que pondría en entredicho el papel de la industria alemana en un programa valorado en más de 100.000 millones de euros. Y lo cierto es que las tensiones no son nuevas: desde su arranque, el FCAS ha estado marcado por retrasos, desacuerdos sobre la distribución de tareas y un pulso constante por los derechos de propiedad intelectual entre Dassault y Airbus.
A día de hoy, tres grandes compañías representan a cada socio en el consorcio: Dassault Aviation por Francia, Airbus por Alemania e Indra por España. La meta compartida sigue siendo la misma: disponer para 2040 de un avión que sustituya a los Rafale franceses y a los Eurofighter que operan tanto Alemania como España. El proyecto se articula en torno a varios pilares: desde el diseño del propio caza hasta el desarrollo del motor, drones de apoyo y una nube de combate digital que interconecte todos los sistemas.
La tensión diplomática tiene un calendario inmediato. Emmanuel Macron recibirá esta semana al canciller alemán Friedrich Merz en Bregançon, su residencia de verano en la Costa Azul, en un encuentro donde la crisis del FCAS ocupará un lugar destacado. Un día después, los ministros de Defensa de ambos países volverán a verse las caras en Toulon para intentar destrabar un diálogo que se ha convertido en un campo de minas.
Antes de esas citas, la ministra española Margarita Robles viajará a Berlín para reunirse con Boris Pistorius, homólogo germano, en una reunión que tampoco podrá escapar a la sombra del proyecto. Europa sigue queriendo construir su avión del futuro, mientras China avanza considerablemente, pero las ambiciones nacionales amenazan con convertir el FCAS en otro de esos gigantes industriales que naufragan en el propio juego de egos que deberían sostenerlo.















