China es el país con mayor espionaje institucional hacia sus ciudadanos del planeta. Las cámaras de seguridad repartidas por las calles de las grandes ciudades identifican facialmente a cada uno de sus habitantes y el contenido consultado o publicado en internet es monitorizado. Ahora, una investigación llevada a cabo por varios medios internacionales ha sacado a la luz que parte de ese espionaje masivo también lo sufren los turistas que pasan por la frontera de China con Kirguistán, en la región de Xinjiang.
Los medios británicos, norteamericanos y alemanes The Guardian, New York Times, Vice y Suddeutsche Zeitung han comprobado que los agentes fronterizos de la región de Xinjian instalan una aplicación en los dispositivos móviles de los turistas (sin importar que tengan sistema operativo iOS o Android).
Según la Universidad del Ruhr de Bochum y la empresa alemana Cure53, especializados en ciberseguridad, el programa instalado recopila los contactos, mensajes de texto, historial de llamadas, eventos en el calendario, aplicaciones instaladas y nombres de usuario usado en las distintas apps. Tras la recopilación, esos datos se suben a un servidor del gobierno chino. Además, el británico The Guardian asegura que otro de los objetivos es encontrar entre los datos del teléfono algunos de los 73.000 contenidos que el gobierno del país considera peligrosos: extremismo islamista, manuales de armas, textos del Dalai Lama, información sobre el Ramadán, extractos del Corán y música de la banda japonesa de metal Unholy Grave.
El interés del gobierno en saber si quienes pasan por Xinjian tienen documentos relacionados con el islam tiene motivos económicos. Xinjian es un territorio rico en recursos naturales y está habitado por varias minorías étnicas, entre ellos unos ocho millones de Uigures, mayoritariamente musulmanes. Según mencionan en Xataka, China teme perder el control de la zona y ha instalado sistemas de vigilancia en las calles y mezquitas de la zona.
Los agentes fronterizos tienen la obligación de borrar la aplicación del teléfono (que es sustraído a los turistas hasta una hora) una vez han recopilado los datos, pero en ciertos casos, Fēng cǎi (como se denomina la app) permanece instalada en el teléfono una vez que es devuelto a su propietario.
La práctica ha sido tildada de "ilegal" por distintos organismos internacionales. El representante de Privacy International Edin Omanović asegura que "este es otro ejemplo de por qué el régimen de vigilancia en Xinjian es uno de los más ilegales, omnipresentes y draconianos del mundo". Maya Wang, de Human Rights Watch China, afirmó: "Ya sabemos que los residentes de Xinjiang, en particular los musulmanes turcos, están sometidos a una vigilancia permanente y multidimensional en la región. Pero esto va más allá, ya que ahora incluso los extranjeros están sujetos a esa vigilancia masiva e ilegal".
En meses recientes, las informaciones sobre el espionaje chino a ciudadanos o compañías extranjeras se están multiplicando. El pasado octubre, el país asiático accedió a los datos de una teleoperadora estadounidense.