De ser una empresa pionera y sinónimo de innovación en robots aspiradores, iRobot, la compañía estadounidense creadora de la icónica Roomba, ha anunciado su declaración de bancarrota bajo el Capítulo 11, poniendo fin a más de tres décadas de independencia y éxito en el mercado tecnológico.
La empresa, con sede en Bedford (Massachusetts), iniciada en 1990 y que llegó a cotizar en el Nasdaq tras su salida a bolsa en 2005, se enfrentó a una caída prolongada de ventas, creciente competencia y dificultades financieras que han terminado por abocar a su quiebra en diciembre de 2025.
Adiós a la Roomba: su fabricante se declara en quiebra tras dos décadas de historia y acaba vendido a un gigante chino
Según los documentos presentados en el proceso de bancarrota, iRobot mantuvo activos y pasivos estimados entre 100 y 500 millones de dólares, pero con una liquidez muy reducida y deudas significativas con su principal socio y fabricante, Shenzhen Picea Robotics y su subsidiaria Santrum Hong Kong. Bajo un acuerdo de reestructuración supervisado por el tribunal, estas empresas chinas adquirirán el 100 % de las acciones de iRobot, que dejará de cotizar en bolsa y pasará a ser una compañía privada bajo la propiedad total de Picea.
Esta quiebra se produce después de años de competencia intensa, especialmente por parte de fabricantes asiáticos como Ecovacs, Roborock o 3i, que ofrecieron modelos más baratos y con funcionalidades innovadoras, erosionando la cuota de mercado de iRobot. Además, el impacto de aranceles elevados, interrupciones en la cadena de suministro y la reducción de la demanda global complicaron aún más la situación financiera de la empresa.
Un punto clave en la caída de iRobot fue la cancelación de una oferta de adquisición por parte de Amazon en 2024, valorada en aproximadamente 1700 millones de dólares, que se frustró debido a obstáculos regulatorios, entre ellos la oposición de las autoridades de competencia de la Unión Europea. Ese proceso fallido dejó a iRobot sin una posible inyección de capital que muchos analistas consideraban crucial para su supervivencia.
La empresa ha garantizado que, durante el proceso de reorganización que se espera concluir hacia febrero de 2026, no habrá interrupciones en el funcionamiento de los robots Roomba, la aplicación de gestión ni el soporte técnico para los clientes actuales. Sin embargo, los accionistas de iRobot no recuperarán ningún valor de sus acciones, ya que estas serán canceladas al completarse la venta.
Este giro histórico marca el fin de una era para un fabricante que, en su mejor momento, llegó a dominar globalmente el mercado de la limpieza robótica, y abre un nuevo capítulo bajo control chino en un sector cada vez más competitivo y consolidado.















