A lo largo y ancho de toda España hay rincones mágicos y pueblitos maravillosos que muchos desconocen, pero que a veces se hacen populares gracias al cine y el séptimo arte. El reconocido Pedro Almodóvar, el cineasta patrio de mayor alcance internacional, es uno de los directores que más y mejor han retratado los bellos paisajes de la península ibérica durante su carrera. No solo las calles de Madrid o Barcelona, sino igualmente villas de apenas unos pocos cientos de habitantes como Redes, el simpático pueblo pesquero de Galicia del que probablemente tú también te enamorarás después de conocerlo.
Así es Redes, el cinematográfico pueblo con casas de colores de A Coruña
Redes es una pequeña villa marinera de poco más de 200 habitantes que alberga un casco antiguo muy bien conservado y que encontrarás en la parroquia de Camouco, en el municipio de Ares, dentro de la provincia de A Coruña.
En los últimos años, este pueblo de pescadores con características casas de vivos colores, arquitectura indiana y alguna que otra vivienda de estilo modernista del siglo pasado, se ha vuelto popular, sobre todo, gracias a su protagonismo en un trabajo de Almodóvar.
Nos referimos a su película de 2016 titulada 'Julieta', con Adriana Ugarte y Emma Suárez como protagonistas. Una cinta para cuya producción Almodóvar y su equipo, un año antes, se trasladaron un par de días a Redes y realizaron varias escenas en una casa junto al mar.
Y es que el encanto de Redes es inmediato para cualquier visitante que se acerque a explorarlo, no en vano, sus sucesivas casas de diferentes tamaños y escenografía colonial de los indianos aún conserva todo su esplendor desde principios del siglo XX, cuando los emigrantes de América retornaron a esta tierra y levantaron el pueblo. Algo que se deja notar enseguida a simple vista en detalles como los letreros de su modesto colegio, donde se puede leer el nombre "Escuela de Instrucción".
En verano, Redes recibe un montón de turistas curiosos que inundan sus callejuelas o parejas que buscan desconectar del ruido de las grandes ciudades en una escapada romántica, mientras que en invierno la aldea es tranquila y apenas supera los 200 habitantes de media (aunque a comienzos del milenio rozaba los 300). El pueblo no cuenta con un gran supermercado, ni parques u hoteles, pero algunas casas se alquilan a los más interesados que quieran pernoctar en la zona.
Su mayor atractivo, como decimos, radica en explorar estas viviendas, perderse por las calles y alrededores, conocer a sus gentes e historias, comer un buen pescado típico del lugar y dar un agradable paseo por su puerto o su extensa playa. Un pequeño rincón gallego tremendamente fotogénico y una joya de gran cultura que siempre espera con los brazos abiertos a nuevos huéspedes (o a nuevas producciones cinematográficas).