Trasmoz, un pequeño pueblo enclavado en las faldas del Moncayo, en Zaragoza, sigue envuelto en sombras de misterio y leyendas desde hace siglos. A pesar de los esfuerzos por dejar atrás su pasado oscuro, marcado por una excomunión eterna y una maldición lanzada por el Monasterio de Veruela, este rincón de España no ha logrado deshacerse de su fama de 'maldito'. En 1512, un conflicto por el derecho al riego entre el pueblo y el monasterio escaló a tal punto que culminó en una maldición sobre Trasmoz, que se sumó a una excomunión impuesta dos siglos antes.
Acusado de nigromancia
La historia de Trasmoz es una narrativa que despierta la curiosidad de muchos, especialmente aquellos fascinados por lo oculto. A lo largo de los años, este pueblo ha atraído a visitantes de todos los rincones, ansiosos por caminar por sus calles, que, aunque desprovistas de la presencia humana típica, rebosan de encantos y enigmas. Los relatos de brujería, nigromancia y aquelarres que supuestamente tienen lugar en Trasmoz han alimentado la imaginación de escritores y turistas por igual.
Un desencuentro con la Iglesia en 1255
El desencuentro entre Trasmoz y la Iglesia Católica se remonta al año 1255, cuando el abad del Monasterio de Veruela, Andrés de Tudela, decidió excomulgar al pueblo en su totalidad, un castigo que aisló espiritualmente a sus habitantes de la comunidad católica. La causa de tal drástica medida fue un prolongado conflicto sobre los derechos de aprovechamiento de la leña del Monte de la Mata, lo cual fue solo el inicio de una larga serie de disputas entre el pueblo y el monasterio.
En concreto, la rivalidad comenzó porque este era el único pueblo de la zona que no pertenecía al monasterio de Veruela, por lo tanto, la Iglesia no podía hacerse con sus impuestos ni con sus riquezas. Por eso, a la mínima se aprovechaba para acusar al pueblo y sus habitantes de brujas y herejes. Por eso, el abad de Veruela pidió al arzobispo de Tarazona que excomulgara al pueblo entero, aunque cayó en el olvido hasta 1511 cuando se maldijo al pueblo, con el permiso de Julio II. Lo que cerró las puertas del cielo para los habitantes de la localidad.
La situación escaló en 1511, cuando un nuevo conflicto, esta vez relacionado con el agua, llevó al abad del Monasterio de Veruela a lanzar una maldición sobre el pueblo. En un acto cargado de simbolismo y oscuridad, el abad cubrió un crucifijo con un velo negro y recitó el salmo 108, invocando una maldición divina contra Trasmoz. Este acto selló el destino del pueblo, que quedó marcado no solo por la excomunión sino también por la maldición.
Inspiración para uno de los últimos poetas del Romanticismo
La historia de Trasmoz no estaría completa sin mencionar la influencia de Gustavo Adolfo Bécquer, quien, seducido por la atmósfera mística del lugar, pasó un tiempo en el Monasterio de Veruela y encontró inspiración en las leyendas locales para algunas de sus obras más famosas. Allí escribió 'Cartas desde mi celda' en la que cuenta la muerte de la tía Casca, la última bruja de Trasmoz. Hoy en día, la figura de Bécquer y los relatos de brujería que circulan en torno a Trasmoz continúan atrayendo a aquellos intrigados por lo sobrenatural y lo histórico.
A pesar de su pasado turbulento, este pueblo se ha convertido en un destino fascinante para quienes buscan explorar los rincones más misteriosos de España. Sus leyendas, su historia de resistencia frente a la autoridad eclesiástica y su conexión con figuras literarias de la talla de Bécquer le confieren un lugar único en el patrimonio cultural y espiritual del país.
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