'Star Wars Episodio V: El imperio contraataca' es una de esas películas que no importa el tiempo que pase por ella, se mantiene fresca como el primer día. Considerada por muchos como la mejor entrega de la saga galáctica creada por George Lucas, en este clásico atemporal hay escenas míticas del séptimo arte que han pasado a la historia por muchos motivos (cómo olvidar el gran momento revelación entre Darth Vader y Luke Skywalker), y también historias geniales detrás de su creación como la anécdota que hoy vamos a rescatar y que no muchos conocen. Presta atención.
No, los soldados rebeldes de la batalla de Hoth no eran actores, eran extras de la Cruz Roja
'El imperio contraataca' tiene un arranque fenomenal y muy intenso que está protagonizado por la gran batalla en el planeta helado de Hoth, hogar de una nueva base rebelde secreta que Darth Vader busca con ansias con sus fuerzas imperiales. Con un páramo congelado de fondo, imponentes AT-AT arrasando con las unidades de tierra y un montón de rebeldes subidos en Snowspeeders, esta guerra es uno de los conflictos más impresionantes que se recuerdan en las películas de Star Wars y, además, todo un alarde de músculo técnico en el que intervinieron cientos de extras.
Pero lo más interesante del asunto es que en realidad muchos fans desconocen que los soldados rebeldes que aparecen en estas legendarias secuencias no eran actores como tal, sino que se trataban de especialistas de la Cruz Roja que fueron contratados para la ocasión, tal y como explicaron en Fantha Tracks con motivo del 40 aniversario del filme en 2020.
Y es que resulta que gran parte de la batalla de Hoth fue rodada en espacios reales nevados de Noruega, en concreto en la localidad de Finse. A Bjørn Jacobsen, el que era por aquel entonces el jefe de publicidad de 20th Century Fox Norway, se le encargó la tarea de buscar extras por el país que estuviesen curtidos en eso de pasar tiempo en la montaña, lidiar con la nieve y aguantar las bajas temperaturas.
No era para tomárselo a broma, pues en 1979, el año del rodaje, tuvo lugar la peor tormenta de nieve que se había visto en la zona en cien años.
Por esto mismo, Jacobsen llegó al final a la ocurrencia de que no habría nadie mejor para el trabajo que montones de voluntarios de la Cruz Roja, ni más ni menos; era lógico pensar que estos se desenvolverían con eficiencia, tal y como lo harían los aguerridos soldados de la Alianza Rebelde en la ficción.
Con todo, y aunque la idea fue buena, acarreó algún que otro quebradero de cabeza en la producción. Por ejemplo, el asunto del idioma. La mayoría de los noruegos no dominaban el inglés, así que se hacía complicado transmitirles órdenes. El director de la segunda unidad, Peter MacDonald, tomó la delantera a la hora de comunicarse con ellos y hacerles entender mediante gestos qué debían hacer en cada toma.
Los dos periodistas infiltrados en el rodaje de Hoth
Curiosamente, no todos los voluntarios de la batalla de Hoth eran de verdad integrantes de la Cruz Roja. Al parecer, dos picaros periodistas escandinavos, Arve Juritzen y Odd Johan Nelvik, supieron que Lucasfilm buscaba para la película extras dentro del colectivo de ayuda humanitaria y, ni cortos ni perezosos, lograron hacerse pasar por voluntarios para infiltrarse en el propio rodaje y sacar fotos en exclusiva que más tarde podrían publicar en la revista de periodismo para la que trabajaban.
El propio Bjørn Jacobsen acabó dándose cuenta de la presencia de estos intrusos, pues aprovechaban los descansos entre acción y acción para sacar fotos desde las trincheras rebeldes de Hoth. El jefe de publicidad no tardó en echarlos, pero por loco que suene hoy día, a ambos periodistas no se les pidió borrar las fotografías y pudieron publicar más tarde sus reportajes. Era otra época, las revistas tenían tiempos de publicación dilatados y la falta de Internet no amenazaba con las tan habituales filtraciones de la actualidad, por lo que las producciones de cine no recelaban con tanto mimo sus productos.
Para rizar más el rizo, se sabe que Juritzen y Nelvik finalmente aparecieron como extras en la película, aunque se dice que solo uno de los dos quedó en el montaje final del ya icónico filme dirigido por Irvin Kershner.