La guerra nunca cambia y con los recientes ataques ocurridos en Israel y con Francia y otros países como Estados Unidos tomando posiciones en el conflicto, la sombra de una guerra mundial vuelve a ocupar los titulares y la mente de la ciudadanía. Igual a pie de calle no estamos tan preparados pero los dirigentes de las principales superpotencias tienen un as en la manga, un avión capaz de resistirlo todo que incluso puede repostar en el aire, para no tener que aterrizar.
El término Doomsday plane, traducido como avión del juicio final, se refiere a una serie de aeronaves diseñadas para funcionar como centros de comando y control móviles en situaciones de crisis extrema, como un ataque nuclear. Los Estados Unidos han desarrollado una de las versiones más conocidas de estos aviones, el Boeing E-4B Advanced Airborne Command Post, una versión militarizada del Boeing 747-200. Este avión está equipado para mantener en funcionamiento las comunicaciones y el control gubernamental en los peores escenarios posibles, asegurando que los líderes nacionales puedan continuar operando de manera efectiva fuera del alcance de las amenazas terrestres.
Blindaje térmico y nuclear que resiste a un pulso electromagnético
El Boeing E-4B está diseñado para resistir los efectos de un pulso electromagnético, que podría resultar de una explosión nuclear y que tendría la capacidad de deshabilitar equipos electrónicos. La aeronave cuenta con blindaje térmico y nuclear, y sistemas de comunicación que pueden mantener conexiones seguras y efectivas tanto con fuerzas militares como con infraestructura civil. Se mantiene al menos un E-4B en alerta constante, 24/7, preparado para despegar a corto aviso desde varias bases aéreas en todo el mundo, asegurando que en cualquier momento, la capacidad de comando y control del gobierno de EE.UU. pueda ser movilizada rápidamente.
EE.UU. y Rusia tienen uno
Rusia también posee su versión del avión del juicio final, conocido por ser parte de un sistema de comando aéreo similar, destinado a servir como puesto de mando móvil para el presidente y otros altos funcionarios en caso de un ataque nuclear. Aunque la información específica sobre estos aviones es menos accesible debido a la naturaleza secreta de las operaciones de seguridad nacional, se sabe que están equipados con tecnologías avanzadas similares a las del E-4B norteamericano, diseñadas para garantizar la supervivencia y operatividad del liderazgo nacional bajo condiciones extremas.
Además de sus funciones en escenarios de guerra, los aviones del juicio final están equipados para ayudar en misiones humanitarias durante desastres naturales, proporcionando un centro de comando desde donde se pueden coordinar esfuerzos de ayuda y recuperación. Esta dualidad de roles subraya la importancia de estas aeronaves no solo como herramientas militares, sino también como activos cruciales en la respuesta a emergencias de cualquier índole.
En cuanto al coste, cada E-4B puede costar alrededor de 200 millones de dólares, una inversión que asegura que el liderazgo de Estados Unidos pueda continuar funcionando sin interrupciones bajo las circunstancias más adversas. Esta capacidad de resistencia y comando autónomo es crucial para la estabilidad nacional e internacional en tiempos de crisis.
El Falcon de España no es lo mismo
El Falcon del presidente de España, en concreto modelos como el Falcon 900B, es un jet ejecutivo utilizado principalmente para el transporte seguro y eficiente del jefe de Estado y otros altos funcionarios del gobierno español a reuniones internacionales y eventos. Aunque está bien equipado con comunicaciones seguras y otras tecnologías necesarias para el desempeño de las funciones presidenciales, su rol es fundamentalmente diferente. No está diseñado para resistir ataques nucleares ni actuar como un centro de comando en situaciones de crisis extremas. Su función principal es el transporte, y aunque incluye medidas de seguridad avanzadas, estas no están al nivel de un centro de comando móvil como el Doomsday plane.