El rosa, un color brillante, atrevido y alegre, ha tenido un significado cultural e histórico notable. Descrito en obras literarias antiguas como la "Odisea" de Homero y popularizado en la moda de la clase alta europea del siglo XVIII, este color simbolizaba clase, estilo y lujo. Figuras como Elvis Presley y la ex primera dama Mamie Eisenhower han contribuido a su fama y asociación con la sofisticación (Phillips, 2023). Además de la enorme contribución de Barbie. Sin embargo, paradójicamente, surge un enigma: según los científicos, el rosa no existe en el espectro de luz visible.
La ilusión del rosa
La luz visible es una fracción de la radiación electromagnética que percibimos en diferentes longitudes de onda, desde el rojo en el extremo inferior hasta el violeta en el superior. Los artistas a menudo utilizan una rueda de colores para ilustrar estas relaciones.
Sin embargo, esta rueda no representa una continuidad física real en el espectro de luz; no hay longitudes de onda específicas para colores como el rosa o el magenta. Estos son considerados "colores imaginarios", ya que no corresponden a una longitud de onda única.
Un fenómeno psicológico
A pesar de no tener una frecuencia o longitud de onda específica asociada con él, el rosa es percibido a través de una combinación de luz roja y violeta (o azul). Esto destaca una faceta extraña de la percepción humana: no experimentamos directamente el mundo externo, sino una interpretación que nuestro cerebro hace de él. La sensación es una respuesta fisiológica, mientras que la percepción es nuestra experiencia subjetiva del mundo, una dimensión clave de la conciencia.
Este fenómeno de percepción subraya una limitación fundamental en nuestra experiencia del mundo. Solo percibimos una pequeña gama de la realidad física, como la banda estrecha de luz visible. Muchas facetas de la realidad, como los campos magnéticos o las ondas de radio, están más allá de nuestra percepción sensorial directa. Además, nuestro cerebro filtra y procesa la información sensorial, lo que nos lleva a experimentar ilusiones ópticas como la del tablero de ajedrez de Adelson y Pingstone, donde percibimos colores de manera diferente a su realidad física.
Finalmente, llegamos al concepto de "qualia", que se refiere a las experiencias subjetivas de percepción, como el sabor del chocolate o la experiencia del color rosa. En conclusión, nuestra percepción del rosa, aunque no tenga una base física concreta, es una manifestación real y significativa de nuestra experiencia sensorial y conciencia.
