La computación cuántica, a menudo vista con escepticismo, se compara con la recepción divisiva de la inteligencia artificial (IA) en sus inicios. Al igual que la IA, que permaneció en el ámbito teórico antes de que avances tecnológicos recientes la hicieran realidad, la computación cuántica está comenzando a entrar en la aplicación práctica. Esta visión de esta nueva tecnología, que se vio reflejada en la serie Devs, de Alex Garland, donde un ordenador cuántico altamente avanzado juega un papel central, está comenzando a materializarse en el mundo real con desarrollos como los de IBM.
De hecho, IBM lleva la delantera en esta competición en la que también están Google, China o Microsoft, y se atreve a marcar fecha para cuando lleguen los superordenadores cuánticos, 2033. La empresa ha marcado un hito importante en este campo con la presentación de sus procesadores avanzados. El procesador Condor ha logrado romper la barrera de los 1.000 cúbits, llegando a los 1.121 cúbits, representa así un salto significativo en términos de capacidad y complejidad.
Junto con Condor", IBM introdujo Heron, un chip cuántico de 133 cúbits basado en una arquitectura innovadora conocida como "acoplador sintonizable". Esta tecnología permite plataformas de información cuántica más grandes y funcionales. Además, la empresa reveló System Two, un sistema modular y flexible diseñado para integrar múltiples procesadores cuánticos, facilitando así la interconexión y la comunicación cuántica y clásica.
¿Qué son los cúbits?
La computación cuántica, a diferencia de la informática clásica que usa bits binarios, opera con cúbits que pueden existir en múltiples estados.
Es decir, mientras que un bit clásico puede estar en uno de dos estados (0 o 1), un cúbit puede existir simultáneamente en una superposición de ambos estados. Esto se debe a dos principios fundamentales de la mecánica cuántica: la superposición y el entrelazamiento. Esta complejidad permite a las computadoras cuánticas superar exponencialmente a las computadoras clásicas en capacidad de cómputo, haciéndolas ideales para modelos matemáticos complejos.
Sin embargo, su arquitectura única requiere lógica de control especializada, memoria y sistemas de enfriamiento extremo, ya que funcionan cerca de temperaturas cercanas al cero absoluto. Esto hace que la computación cuántica sea más parecida a una tecnología aceleradora avanzada en lugar de un reemplazo para las tareas informáticas convencionales.
La estabilidad de los cúbits y la interferencia introducen errores computacionales, exigiendo técnicas sofisticadas de supresión, mitigación y corrección de errores. Aunque esta ofrece la eliminación de errores más efectiva, conlleva un alto coste, requiriendo cúbits adicionales. A pesar de estos desafíos, los avances en el manejo de errores permiten que la computación cuántica realice tareas inalcanzables incluso para las supercomputadoras clásicas más potentes.
Integración y aplicaciones
El futuro de la computación cuántica parece prometedor debido a las sustanciales inversiones de varios sectores, incluidos gigantes tecnológicos e iniciativas gubernamentales. Sabemos que la integración de la IA con la computación cuántica mejorará significativamente ambas tecnologías. También revolucionará sectores y campos como la ciberseguridad, el diseño de moléculas para tratar enfermedades, los modelos científicos, el análisis financiero o la investigación de materiales.
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