La guerra comercial de Estados Unidos con China, que amenaza con impuestos por valor de 5400 millones de dólares a consolas y otros productos de entretenimiento y consumo electrónico fabricados en el país asiático, tardará más en desatarse. La administración de Donald Trump ha preferido posponer su aplicación, prevista para el 1 de septiembre, y que parece se ejecutará finalmente en diciembre.
Las consolas y bienes electrónicos estarán exentos hasta el 15 de diciembre
El ejecutivo republicano ha querido reservar la bala de momento. El gobierno chino se vio obligado a devaluar su moneda hasta niveles propios de 2008, intentando frenar las medidas de Trump y Estados Unidos para intentar asfixiar el poderío comercial del país. "La depreciación del yuan viene dada por las medidas unilaterales y el proteccionismo comercial, así como por las nuevas medidas arancelarias contra China", explicaba un portavoz del banco central chino en relación al complicado baile que mantienen ambos países en materia comercial.
En un nuevo movimiento, Estados Unidos ha confirmado que las consolas, los videojuegos y otros bienes electrónicos estarán exentos de pagar el 10% extra en aranceles previsto para el 1 de septiembre. La cámara de comercio también ha anunciado que productos basados en la salud, la seguridad y que conciernan a la integridad del territorio nacional, también podrán beneficiarse de estas tarifas adicionales. Las voces más críticas con Trump afirman que esta nueva torsión de sus mandatos parece intentar proteger las ventas de la temporada navideña, la más alta del mundo del videojuego.
Cuando surta efecto el próximo 15 de diciembre, este aumento del 10% supondrá un duro revés para la industria del videojuego, así como de la electrónica de consumo. El gobierno de Donald Trump gravará con 39.000 millones de dólares a tablets y ordenadores, 45.000 millones a smartphones y con 5400 millones a consolas y videojuegos producidos en el país asiático. El coste de importación será un quebradero de cabeza para empresas, fabricantes y otras empresas, que tendrán que buscar nuevas maneras de reducir gastos o aumentar los precios para compensar.
Microsoft, Sony y Nintendo afirmaron en un comunicado conjunto que un aumento de este tipo de impuestos tendría consecuencias negativas directas para la industria, tanto para sus líneas de producción como de sus propios empleados, y en última instancia, los consumidores.