White Owls, el estudio independiente fundado por Hidetaka "Swery" Suehiro, ha anunciado a través de la web Kickstarter el retraso a primavera de 2020 de su esperado título The Good Life. Este juego de aventura y exploración, en el que los habitantes de un extraño pueblo se convierten en perros y gatos cuando cae el sol, mejorará su calidad en estos meses antes de su lanzamiento en PS4, Xbox One y PC.
Un título que debe ir mejorando poco a poco
"Cuando arrancamos la campaña, anunciábamos que el juego llegaría a finales de 2019, y pronto recibimos vuestro apoyo", explica Swery en el comunicado. "Después de una larga deliberación, hemos decidido cambiar el plan y extender el desarrollo a fin de ofrecer el videojuego en la mejor de las condiciones a nuestros mecenas y aficionados", recalcaba. "Es una decisión importante, muy dura, que hemos tomado creyendo que será lo mejor para aquellos que disfruten el juego en su momento", afirmaba el creativo japonés.
No obstante, el videojuego usará estos meses extra para ofrecer un aspecto más depurado, con una dirección artística refinada, así como estrenando un mapa más grande y extenso. White Owls ha afirmado que el título ahora usará nuevos fondos y escenarios, se potenciará el minijuego de la fotografía con nuevos objetivos y etiquetas, y se revisará el control de los animales, especialmente del gato, que será más cómodo y ágil.
Las opciones de personalización en The Good Life aumentarán en estos meses, con tiendas de belleza, más comercios, más objetos y un sistema de alimentación y descanso para Naomi, la protagonista. El crafting estará presente, así como ciertos elementos de farming y jardinería, y se implementará un sistema de combate contra animales salvajes.
The Good Life nos propone viajar a Rainy Woods, un pueblecito de las zonas rurales de Inglaterra que se define como el más feliz de todo el mundo, pero que oculta un oscuro secreto en su interior. Y es que, la protagonista del juego, no tarda en descubrir que no es todo tan tranquilo e idílico como parecía. Interpretando a la fotógrafa neoyorquina Naomi descubrimos que en realidad se esconde un extraño secreto: los habitantes del pueblo se convierten en gatos y perros en cuanto llega el ocaso.
