La Organización Mundial de la Salud ha introducido esta semana en la revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades la adicción a los videojuegos como una enfermedad mental, pese a contar con el rechazo de los investigadores.
En concreto este trastorno se muestra con "la falta de control sobre el juego", por "inicio, frecuencia, intensidad, duración, terminación y contexto", hasta el punto de tener "prioridad sobre otros intereses vitales y actividades diarias" pese a tener consecuencias negativas.
Sin embargo, la OMS asegura que el trastorno afecta a una proporción muy pequeña de jugadores y que hay una diferencia importante entre la adicción y ser un jugador que pasa muchas horas delante de la pantalla.
Los síntomas de adicción
Con esta descripción, la OMS destaca tres puntos para detectar una adicción:
- Pérdida del control sobre el juego: cuando el jugador no puede limitar las horas frente al juego.
- Prioridad sobre otras actividades: el juego se convierte en una obsesión y desplaza otras actividades diarias más importantes.
- Continuidad incluso con la aparición de efectos negativos: el jugador es consciente del daño que provocan las horas de juego pero no cesa su actividad, e incluso su frecuencia va en aumento.
Este patrón debe afectar la vida personal y social del jugador durante al menos un año.
Oposición de la industria
En los últimos meses varias voces se han opuesto a esta calificación por la falta de estudios científicos. Por ejemplo, José María Moreno, director general de AEVI, defendió que "este asunto debe tratarse con sumo cuidado" e instó al organismo internacional a actuar con "prudencia y cautela antes de tomar una decisión irreversible que genere una imagen negativa de la gran comunidad de videojugadores en todo el mundo".