Febrero de 2021 se ha convertido en un mes clave para los amantes de los JRPG gracias al lanzamiento de tres juegos muy distintos que pintan realmente bien. Quienes prefieran la vertiente más frenética del género encontrarán en Ys IX: Monstrum Nox y Persona 5 Strikers justo lo que buscan, pero aquellos que echen de menos las tradiciones y el rol más clásico y puro con sus combates por turnos, tienen una cita muy apetitosa el próximo día 26 con Bravely Default 2, uno de los grandes exclusivos de Nintendo Switch para este inicio de año.
Gameplay comentado
Tras dos demos que han servido al equipo de desarrollo para ajustar y dar forma a esta secuela de uno de los títulos más aclamados de Nintendo 3DS, su versión final está a la vuelta de la esquina y en Vandal ya hemos podido echarle el guante para iniciar nuestro viaje junto a los Héroes de la Luz y superar sus primeras horas, tiempo que nos ha servido para detectar las increíbles virtudes de las que hace gala, pero también algunos fallos que, de momento, lo alejan de la excelencia.
Vuelve el rol más clásico
Así pues, lo primero que cabe destacar es que nos encontramos ante un JRPG puro y duro con un innegable aroma clásico que nos recuerda al tipo de producciones que se hacían durante la era de los 8, 16 y 32 bits. De hecho, al igual que suele ocurrir con muchas de las grandes sagas del género, esta vez se ha apostado por crear un mundo completamente nuevo en el que conoceremos nuevos personajes y cuya historia parte de cero. O dicho de otro modo, no necesitáis jugar ni a Bravely Default: Where the Fairy Flies ni a Bravely Second: End Layer para disfrutar plenamente de esta nueva aventura.
Lamentablemente, ni lo que nos están contando (cuatro elegidos emprenden una odisea para recuperar los cuatro cristales elementales y restaurar el equilibrio del mundo) ni los nuevos héroes y villanos nos están terminando de conquistar.
Sí, estamos todavía en los primeros compases, pero a los diálogos les falta chicha, el desarrollo de los acontecimientos está siendo tremendamente predecible, los personajes no tienen demasiado carisma y la forma en la que narra los acontecimientos más importantes resulta muy torpe, consiguiendo que los giros con gran carga dramática nos acaben dando un tanto igual.
Queremos darle nuestro voto de confianza y pensar que esto va a mejorar, pero tras más de 15 horas la conclusión a la que hemos llegado es que nos aburrimos muchísimo cuando los protagonistas se ponen a hablar o nos toca ver algún vídeo, algo que nunca es buena señal en ningún JRPG, pues la carga narrativa es bastante alta.
Sin embargo, en lo jugable es justo lo contrario, ofreciéndonos uno de los mejores sistemas de combate y clases que hemos visto nunca en el género. Por supuesto, todo esto es heredero de sus predecesores, aunque se han hecho cambios y ajustes que le dan entidad y que le sientan muy bien, como la nueva estructura de los turnos basada en una barra de tiempo que, dependiendo de múltiples factores, se llenará a mayor o menor velocidad. Una vez se complete la de algún personaje o la del enemigo, será su turno de actuar.
Esta novedad podría parecer algo menor, pero os aseguramos que cambia por completo la forma en la que gestionamos nuestras estrategias, obligándonos a escoger con mucho más cuidado cuándo queremos hacer uso de los comandos Brave y Default. Con Brave podemos actuar hasta cuatro veces en un mismo turno mientras que con Default adoptaremos una pose defensiva y acumularemos un punto de acción que podremos invertir al hacer Brave para así no quedarnos en negativo. Si ocurre esto último, nuestro personaje tendrá que esperar el número de turnos que se indique sin poder hacer nada hasta que "pague" las acciones extra que ha utilizado al hacer Brave. El funcionamiento de este sistema en la práctica es espectacular, ofreciéndonos montones de posibilidades para desarrollar nuestras tácticas y manipular el orden de los propios turnos como queramos, aunque siempre siguiendo unas reglas muy claras y justas.
Lo mejor de todo es que esto se ve potenciado por un sistema de clases simplemente perfecto. A medida que avancemos desbloquearemos nuevos trabajos con los que podremos equipar a nuestros héroes para que suban de nivel con ellos y adquieran nuevas habilidades, hechizos y pasivas. En total podemos tener una clase principal y una secundaria, aunque solo recibirá experiencia la primera y será la que marque nuestra pericia con el manejo de los diferentes tipos de armas.
Lo interesante es que las técnicas y magias que hayamos aprendido con la secundaria las podemos usar siempre que queramos, mientras que las pasivas adquiridas pueden equiparse independientemente de los trabajos que llevemos, abriéndonos así un sinfín de posibilidades para marcar el desarrollo de nuestros personajes y experimentar con todo tipo de combinaciones para buscar las mejores sinergias. Es una auténtica pasada la de cosas que se pueden hacer, invitándonos constantemente a subir varias clases para crear un grupo de héroes imbatible capaz de "romper" el juego y hacer frente a cualquier cosa que se les ponga por delante.
La mayoría de estas virtudes son mérito de las dos entregas anteriores, aunque tenemos que reconocer que el funcionamiento de los nuevos trabajos y los cambios que se han hecho en los clásicos nos están dando muchísima más versatilidad desde un primer momento, lo que parece apuntar a un mejor equilibrio y a que haya muchas más combinaciones útiles y efectivas que antes, así que todo es cuestión de ser creativos y echarle algo de imaginación.
Si bien en los combates contra enemigos estándar esto no se aprecia demasiado (la mayoría los estamos resolviendo abusando de Brave y el comando de Atacar), la cosa cambia muchísimo a la hora de hacer frente a sus numerosos y desafiantes jefes, los momentos cumbre de la aventura. No queremos entrar demasiado en detalle, pero todos contra los que hemos luchado han resultado en unos combates variadísimos y con mecánicas únicas que nos han obligado a pensar bastante, a adaptar nuestras estrategias y a escoger con sumo cuidado cada una de nuestras acciones en unas batallas largas, intensas y para nada fáciles.
De hecho, existen tres niveles de dificultad y en Normal ya nos hemos encontrado con jefes que nos han puesto en apuros y nos han dado algún que otro susto, algo que nos encanta. Parte de esta dificultad radica en que ahora son capaces de contraatacar acciones de todo tipo, bloqueando o limitando muchos de nuestros recursos y desbaratando nuestras mejores técnicas, así que preparaos para encontraros con sorpresas muy desagradables cuando se interpongan en vuestro camino.
Por desgracia, más allá de todo esto el título no consigue destacar demasiado por culpa de un diseño de mazmorras un tanto simplón que pierde su atractivo cuando te das cuenta que siempre hay un marcador que te indica a qué zona de la misma tienes que ir, qué interruptores debes pulsar o dónde está la salida. Lo mismo se puede aplicar a las misiones secundarias, unos tediosos encargos de recadero que no aportan nada y que nos harán dar muchísimas vueltas con el único objetivo de sumar horas a nuestro contador. Al menos, algunas de ellas nos llevarán a mazmorras opcionales y a hacer frente a jefes secretos, pero esta dista de ser la tónica general.
A nivel gráfico, comentar que se ha apostado por mantener el estilo visual habitual de la saga con personajes cabezones y fondos pintados a mano para las ciudades y ciertos escenarios. En lo artístico es un juego precioso al que pocas pegas se le pueden poner, desde el diseño de personajes hasta las localizaciones que visitaremos. Además, nos ha sorprendido la enorme calidad que tienen sus texturas en elementos como la ropa, por no hablar de ciertos efectos gráficos muy llamativos. La mala noticia aquí es la resolución, algo baja tanto en portátil como en sobremesa, lo que se traduce en una imagen poco nítida y con unos dientes de sierra bien visibles en todo momento que afean su bonito arte. Además, las animaciones tampoco son nada especial y por algún motivo que no terminamos de comprender nos hemos encontrado con un rendimiento que sufre ocasionalmente de algún que otro tirón.
Donde sí que no vamos a quejarnos es en el sonido, empezando por una espectacular banda sonora compuesta nuevamente por REVO, continuando con unos efectos muy variados y de calidad y terminando con un doblaje genial tanto en inglés como en japonés. Y para rematar, los textos cuentan con una traducción al español de lujo que adapta con mucho acierto la personalidad de los personajes y las formas tan distintas que tienen de hablar.
Un JRPG con grandes virtudes, pero que nos deja ciertas dudas
Como veis, Bravely Default 2 es un juego que nos está dejando con sensaciones muy contradictorias. Por una parte, tenemos un sistema de combate y de clases impecable, así como unos jefes que son una maravilla, pero por el otro lado lo que nos encontramos es una historia con las que no terminamos de conectar, unos personajes tópicos y faltos de carisma, unas misiones secundarias aburridísimas y unas mazmorras que se limitan a cumplir y poco más. Grandes virtudes, sí, pero también grandes defectos que nos generan ciertas dudas sobre lo que nos espera en las horas que nos quedan por delante. ¿Remontará y se impondrán sus puntos positivos a los negativos? Muy pronto lo descubriremos.
Hemos realizado estas impresiones gracias a un código de la versión final que nos ha facilitado Nintendo.