En el E3 del año pasado se confirmó que The Last Guardian seguía con vida y llegaría en 2016, y en esta edición se ha anunciado su lanzamiento el 25 de octubre y hasta nos han dejado probarlo. Han tenido que pasar diez años desde que se inició su desarrollo, siete desde su anuncio, una desaparición en combate y un cambio de plataforma para que podamos poner nuestras manos sobre la nueva obra de Fumito Ueda, y tras unos minutos se te olvidan todos los chascarrillos ingeniosos al comprobar que te sientes como la primera vez que jugaste Ico, hace ya una eternidad.
The Last Guardian vuelve a situarnos en un lugar remoto y desconocido, sin saber cómo hemos llegado hasta ahí y en el papel de un niño que se despierta al lado de un monstruo terrible, con la piel repleta de tatuajes y sin saber qué hacer. El juego está narrado como el recuerdo de un hombre mayor, que nos cuenta en un idioma imaginario (pero subtitulado) todo lo que vivió en aquella remota aventura. En la demostración del E3 pudimos resolver los primeros puzles, amigarnos con Trico (el nombre de esta gigantesca criatura que parece un cruce entre un gato y un pájaro) y escapar de nuestro cautiverio para descubrir un mundo mucho más grande que no podremos recorrer hasta el mes de octubre, pues ahí terminaba la demo.
Puzles, plataformas y una criatura impredecible
Atención: lo que vamos a describir es en esencia el principio del juego. Si no quieres ningún destripe haz click aquí directamente para acceder a las conclusiones
Cuando el niño se despierta se sorprende al encontrarse frente a Trico, que en teoría es una criatura mitológica que come humanos. Nos encontramos en un escenario cerrado, una especie de bóveda de piedra por donde entra algo de luz solar, y Trico está herido, atravesado con dos lanzas y encadenado al centro de esa bóveda. La lógica nos dice que le quitemos a Trico las lanzas, pero no es tan fácil: la criatura tiene vida propia, y parece que la va a tener durante toda la aventura. Si intentamos quitarle la lanza delantera, se revolverá y nos tirará al suelo. Lo intentamos con la trasera y logramos arrancársela, pero con un rápido movimiento de la cola nos lanza contra la pared y quedamos inconscientes.
Cuando nos despertamos Trico está aún más enfadado y no podremos quitarle la lanza delantera hasta que le demos de comer unos barriles brillantes que vemos por el escenario y que de hecho tendremos que usar más adelante de nuevo para hacer que se mueva. Una vez alimentado y con algo más de confianza podemos quitarle la segunda lanza y, tras recuperarnos de una nueva etapa de inconscienca provocada por las sacudidas del propio Trico, lo liberamos de sus cadenas. Es especialmente bonito ver cómo la criatura, al verse libre, comienza a mover la cabeza y el cuello haciendo que todo lo que queda de sus ataduras se despega de su cuerpo, mientras el niño (manteniendo pulsado R1) intenta como puede seguir agarrado a sus plumas.
Es curioso cómo The Last Guardian combina lo visto en Ico y en Shadow of the Colossus para crear algo nuevo. En Ico íbamos acompañados de Yorda, una princesa indefensa, y teníamos que hacer que avanzase allanándole el camino. En Shadow of the Colossus teníamos que trepar por gigantescas estructuras que se movían y evitar caernos al suelo mientras nos acercábamos poco a poco a sus puntos débiles. En The Last Guardian tenemos que hacer que Trico avance, porque si él no avanza nosotros no podremos alcanzar un salto o estructura a la que solo podemos llegar si estamos subidos encima de él. Como Trico hace lo que quiere, los puzles consisten en cómo hacer que se mueva hacia donde nosotros queramos para así poder trepar por él y llegar al lugar inaccesible. Una síntesis de Ico y SOTC sin que muera ningún coloso gigante.
Tras la primera serie de puzles avanzábamos a una zona por la que solo podía pasar el niño y conseguíamos un objeto que suponemos jugará un papel importantísimo en el juego: un escudo que emite luz. La clave de este escudo es que podemos apuntar con él, y allá a donde apuntemos Trico lanzará un rayo de luz tremendamente destructivo. Esto nos cogió completamente por sorpresa, y es un elemento nuevo e inesperado que seguramente se usará en muchos puzles. En este principio del juego solo se usaba para destruir paredes simples, hasta que llegamos a un punto en el que el niño logra escapar de la caverna y le dice a Trico que se quede, despidiéndose de él.
Pero Trico tiene otros planes: salta la muralla de piedra y se une al niño dando un estremecedor grito de libertad, mientras ante nosotros se abre un escenario mucho mayor, luminoso y lleno de originales construcciones. La pantalla se funde a negro y la demostración termina dejándonos con ganas de mucho más.
Aparte del buen diseño de los puzles y de cómo se combina la interacción con el escenario y con Trico, los gráficos nos han encantado. Probablemente en el aspecto técnico no pueda competir con los grandes juegos de estas Navidades, y viendo el diseño de los escenarios se nota claramente que han sido concebidos en una generación anterior, pero el movimiento y el comportamiento de Trico es simplemente increíble. Seguro que las plumas de su extraño pelaje podrían tener más polígonos y efectos, pero la forma de moverse de la criatura es mejor que realista: resulta natural. Esto se combina con el diseño del protagonista, que también nos ha encantado.
Un sueño hecho realidad, pero quizás distorsionado por las expectativas y la nostalgia
The Last Guardian no decepcionará a aquéllos que llevan esperándolo durante tantos años, que disfrutaron del primer Ico y atesoran su original en PS2 y que todavía saben cuál era el truco de cada uno de los colosos. Esos jugadores que lo esperan verán cumplidas sus expectativas: es el cruce perfecto de Ico y Shadow of the Colossus, recordando al primero pero con la maestría en diseño del segundo. Es además un juego precioso visualmente y que logra transmitir emoción de una manera muy difícil de describir. Las expectativas estarán más que cumplidas.
Por otra parte, intentando ser objetivos, dejando a un lado años de espera en vilo y el espléndido recuerdo de sus dos predecesores, The Last Guardian ni era ni a estas alturas va a ser un juego para todo el mundo. Habrá jugadores que no le vean encanto y que hasta consideren arcaico su medido diseño (que sigue siendo férreamente lineal) y su sistema de control exigente y poco sensible al contexto, y otros que se cansen rápidamente del ritmo intencionadamente pausado y que no le vean nada especial ni al niño, ni a Trico, ni a su relación. Es muy difícil predecir si The Last Guardian podrá gustar a más público que al muy aficionado a los videojuegos y a sus posibilidades artísticas. En apenas cuatro meses sabremos si esta ensoñación rescatada del olvido ha resistido el paso del tiempo y se convierte en un clásico, o si estará pronto de regalo en PlayStation Plus.
Jugamos a The Last Guardian en el E3 2016 en una sesión privada concertada son Sony.