Sony ha sido la compañía que más ha dado que hablar en este E3 gracias a un trío de anuncios casi podríamos decir que vintage. Final Fantasy VII volverá tras dos décadas, Shenmue lo hará tras tres lustros y The Last Guardian ha resucitado después de cinco años desaparecido, junto con un Fumito Ueda bastante sorprendido por la expectación que rodea a su juego y a su propia figura. Tras enseñarnos una demostración de su deseado juego, más de la mitad de los asistentes hicieron cola para hacerse fotos y selfies con él. El educado diseñador asentía, daba la mano y flipaba, como si no se diese cuenta de que han corrido ríos de tinta sobre él y su juego durante estos largos años de espera.
Un heredero del primer Ico que da la talla en PS4
Comenzar el artículo con "The Last Guardian es tal y como esperábamos y mejor todavía" puede parecer exagerado y demasiado entusiasta, pero al menos es cierto. Lo poco que se había mostrado tantos años atrás nos había hecho pensar en un juego más parecido a Ico que a Shadow of the Colossus, y así parece que es. Un mundo con las originales estructuras y edificios de Ico, en el que avanzar colaborando entre nuestro protagonista y el misterioso bicho gigante.
En la demostración que nos hicieron, de unos veinte minutos de duración y parecida a lo visto en la conferencia, vimos cómo nuestro protagonista tiene que avanzar apoyándose en su amigo -llamado Trico-, y cómo este a su vez se une a él más tarde. De Shadow of the Colossus toma el hecho de escalar sobre un personaje gigante, algo que tendremos que hacer a menudo para poder salvarnos de caer al vacío, pero visual y jugablemente parece una evolución e incluso continuación de Ico.
Hay que reconocer que en los primeros minutos pensábamos que se iba a notar que el juego había empezado en PS3, que esos años en el limbo lo habían dejado con unos cimientos de la generación anterior. No fue hasta que abandonamos la primera habitación cerrada y salimos a un escenario abierto, viendo al gigantesco Trico moverse y saltar con sus animaciones y su plumaje, cuando comprobamos que sí dará la talla en PS4. Quizás se le noten algunos elementos viejos, pero la inmensidad del escenario y la cantidad de animaciones de Trico difícilmente podrían haberse hecho realidad en PS3. A lo mejor algún día se sabrá la verdadera historia de este desarrollo y las complicaciones que se encontró, pero parece que en 2016 verá la luz tras diez largos años.
Un acuerdo de cooperación
The Last Guardian puede considerarse una continuación de Ico, pero Trico tiene poco que ver con Yorda. La princesa del primer juego asumía un rol muy pasivo aunque necesitásemos sus poderes mágicos para avanzar. Nosotros teníamos que defenderla de los enemigos que la atacaban, a veces salvándola in extremis, y nos las arreglábamos para mover las plataformas y tenderle la mano para que pudiese seguir avanzando. Yorda era una princesa a la que no solo teníamos que salvar sino también transportar. En The Last Guardian las cosas cambian y la relación entre el niño y Trico es de cooperación, casi diríamos que de simbiosis.
Trico tiene pinta de tener una fuerza bestial, pero al comienzo de la demostración estaba herido, con dos lanzas clavadas en su lomo, y lo primero que hacía el niño protagonista era quitárselas para que pudiese sanar. Luego comenzábamos a avanzar con él por el escenario de una manera curiosa: resolvemos puzles para que Trico pueda avanzar, pero si Trico no avanza nosotros no podemos continuar. Del mismo modo que el niño acciona el interruptor que permite que la puerta se abra y el enorme gato/pájaro avance, sin poder saltar sobre su lomo el niño no puede alcanzar el saliente que le permite continuar. Es una relación de colaboración, pero en realidad la jugabilidad es parecida a Ico. Como en éste, el camino que tenemos que seguir parece completamente lineal y nuestra misión consiste en descubrir cuál es y disfrutar del espectáculo.
Una relación con empatía
Hay dos cosas que nos han llamado la atención de esta peculiar relación entre el niño y Trico. Lo primero, y que nos ha encantado, es la relación de empatía que parece existir entre el protagonista y su gigantesco amigo. Nosotros asumimos el control del niño y Trico espera pacientemente, a que avancemos, pero mientras tanto se mueve, reacciona a lo que pasa, responde a las llamadas del niño y lo mira con diferentes expresiones. Por ejemplo, tardando mucho en resolver un puzle, estando parado frente a una puerta que no lográbamos abrir, Trico comenzaba a golpear la puerta con la cabeza, con rabia. Estando en diferentes plataformas, separados por el vacío, Trico miraba fijamente al niño, y al jugador, con sus ojos rojos.
El culmen de esta intensa e íntima relación está en cierto saltos de larga distancia que no sabemos si lograremos hacer o no, pero que tenemos que intentar. En el primero que nos enseñamos, el niño no va a llegar, pero Trico lo coge con la boca antes de que caiga al vacío. En el segundo que nos mostramos, Trico no logra alcanzarlo, pero mueve la cola a tiempo para que el niño pueda agarrarla en el último momento. En este tipo de acciones tendremos que ser ágiles y pulsar el botón en insante justo.
No nos esperábamos ninguna de estas dos cosas y nos han encantado. A nivel visual el título impacta por su parecido con Ico pero Trico se lleva todo el protagonismo por su modelado, el nivel de detalle de sus plumas y su fluida animación. A medida que avanzábamos por el escenario éste se iba modificando, derrumbándose por el peso de Trico o por nuestras acciones, mostrando unos vistosos efectos de partículas. No sabemos si esto se debe a algún tipo de motor físico en tiempo real o si todo ha sido predefinido al milímetro anteriormente, del mismo modo que el resto de la aventura. Da igual, es una delicia visual.
The Last Guardian promete convertirse el próximo 2016 en una compra obligada para todos los aficionados al mundo del videojuego, especialmente para aquellos interesados en saber si algún día serán considerados un arte. Lo que hemos visto ha sobrepasado nuestras expectativas y desterrado todos los malos presagios de tantos años de espera.