Durante unos cuantos años la I Guerra Mundial prácticamente desapareció de los videojuegos hasta que, coincidiendo con el centenario del principio del enfrentamiento, salió en 2014 Valiant Hearts: The Great War para recuperar esta temática y un par de años mas tarde también fue el tema central de Battlefield 1.
Aun así, no es demasiado habitual que los videojuegos elijan la que entonces se llamó La Gran Guerra, pero es el telón de fondo que ha elegido Digixart (Lost in Harmony) en colaboración con el estudio de animación Aardman (Wallace and Groomit, La Oveja Shawn), para su nuevo juego, 11-11: Memories Retold.
La temática no es lo único que le da personalidad al juego, también presenta un aspecto muy poco habitual, como si se tratase de una pintura impresionista en movimiento, y su jugabilidad también se sale en ocasiones de la aventura gráfica tradicional para, por ejemplo, avanzar entre una nube de balas esquivándolas en una escena entre trincheras en la que el juego intenta transmitir sensación de premura y peligro, aunque queda algo forzado.
Los puzles que probamos en la demo eran muy sencillos y parecían más una excusa que un desafío, aunque teniendo en cuenta que se trataba del principio del juego tal vez sea como tutorial para quienes no están acostumbrados a jugar, de la misma manera que nos intenta acercar a los personajes acompañándoles en momentos cotidianos.
La contienda se refleja desde los dos bandos y los protagonistas se ven inmersos en la contienda casi de forma fortuita, sin motivos patrióticos. Harry (al que pone voz el actor Elijah Wood) es un fotógrafo canadiense al que convence un militar para alistarse en el bando aliado y Kurt trabaja en una fábrica de zepelines y quiere saber qué ha sucedido con su hijo, cuya unidad ha desaparecido.
Ninguno de ellos siente odio hacia el enemigo y ambos tienen miedo a morir pero se integran en sus respectivos ejércitos y sus historias se van narrando de forma paralela hasta que llega un punto en el que hay que tomar una decisión que parece decisiva en la historia. Hasta ese momento el juego había sido más o menos predecible, pero esta elección sorprende, más aún cuando de repente entra un tercer personaje insospechado que ofrece una forma de jugar diferente. El juego cambia el ritmo y el final de la demo nos deja con ganas de más.
Kurt y Harry tienen inventarios diferentes con cartas, recuerdos, coleccionables, notas… para que en ningún momento nos perdamos en qué punto de la historia estamos. Los objetos que cojamos no van a los inventarios, sino que el estudio ha optado por el sistema de llevar solo un objeto encima y aparece marcado en la pantalla. No es fácil perderse ya que los items con los que podemos interactuar aparecen marcados de forma muy distinguible y, al menos en estos primeros pasos, los objetos que había que encontrar estaban cerca del lugar donde hacían falta.
El aspecto del juego es muy bonito, pero poco práctico. Las pinceladas impresionistas que recuerdan a Last Day of June y que en este caso son en ocasiones meras manchas de colores a grandes trazos impiden en ocasiones saber qué sucede con detalle, aunque es cierto que el juego no parece que necesite ese algo grado de definición, pero puede llegar a distraer demasiado y alejarnos de los personajes al no poder distinguir bien sus emociones.
La demo de 11-11 Memories Retold tiene altibajos. Sus puntos positivos son esperanzadores por el viaje emocional que puede suponer y la combinación de puzles sencillos y clásicos, decisiones y algo de acción puede encajar bien en una experiencia diferente si el juego lima las asperezas que hemos notado. No hay que esperar mucho para comprobar si la experiencia sale bien o si sobre el papel tenía mejor aspecto que a la hora de jugarlo.
Estas impresiones se han escrito después de haber probado la demo del juego en un evento organizado por Bandai Namco en Madrid.
