A veces es complicado escribir sobre un videojuego que has jugado hace un puñado de días e incluso unas semanas. Es difícil acordarse de todas las características, de la variedad de opciones, o de cada uno de los escenarios que recorriste. No es el caso de Microsoft Flight Simulator porque este no es un juego del que se pueda hablar enumerando una lista de funciones; este es un juego de sensaciones, un título capaz de ofrecer momentos imborrables en la memoria y que te deja boquiabierto frente a la pantalla por distintos motivos.
El despegue es el primer paso
Cuando llegamos al espacio que Microsoft había dedicado al título en el X019 nos sentimos abrumados. Los numerosos puestos de juego no contaban con un mando de Xbox One o un teclado tradicional, sino que tenían uno de esos aparatosos sistemas de control que replican una cabina de vuelo: joysticks que giran, se inclinan y de los que se puede tirar; un puñado de palancas cuyo uso no comprendes demasiado bien; pedales que no solo se pulsan sino que también se mueven hacia los lados; y unos cascos con los que parecía que te vas a poner a narrar un partido de fútbol.
Un desarrollador de Asobo Studio (el título está creado por los franceses detrás del estupendo A Plague Tale: Innocence) nos acompañó durante nuestro viaje, haciéndonos un tutorial al vuelo (perdón), explicándonos las distintas funciones y enseñándonos cosas tan básicas que desconocíamos tales como hacer que el avión se mueva. Ese momento único en la vida en la que un familiar o un amigo te enseña a montar en bicicleta es algo irrepetible, pero esto es lo más similar que hemos vivido a ese recuerdo: "¿Estás preparado?", nos preguntaba el desarrollador antes de bajar una de las palancas; con temor empezamos a pulsar uno de los pedales haciendo que el avión de pasajeros avanzara y a inclinarlos para mantenerlo recto, siguiendo las líneas dibujadas en el asfalto. "Tira". Lo hicimos, consiguiendo elevar en el aire un vehículo de varias toneladas de peso que aún se tambaleaba. Un disco de la cabina indicaba la inclinación del aparato, que conseguimos rectificar prestando atención a la marca amarilla del indicador mientras tirábamos y empujábamos delicadamente el joystick. Cuando todo se estabilizó, nos quedamos perplejos mirando el horizonte que teníamos ante nosotros.
Aviación realista sobre la nube
El fotorrealismo de Microsoft Flight Simulator no es solo una de esas demostraciones técnicas de las que solo están ahí para enseñar músculo. Es un fotorrealismo que transmite y emociona, que contribuye a la experiencia de estar viviendo un momento imposible fuera de un videojuego. El título nos permite volar sobre cualquier punto del globo terráqueo en unos escenarios que tienen un nivel de detalle abrumador, casi increíble, gracias a tecnologías de Microsoft que no fueron construidas con el gaming en mente. Por un lado, aprovecha las fotografías y mapas recogidos por los satélites de Bing, el buscador de la marca. Por el otro, usa los servidores en la nube de Microsoft Azure (que también dan vida a Project xCloud https://vandal.elespanol.com/reportaje/project-xcloud-como-xbox-esta-esculpiendo-su-futuro-paso-a-paso) para generar entornos 3D realistas y cambiantes que después se han perfilado a mano.
Vaya, que tiene toda la pinta de que se han dejado un presupuesto con muchos ceros a la derecha en un juego de una saga de nicho, pero la diferencia con la anterior entrega es que el objetivo de este no es tan solo vender, sino dar empaque a un servicio de suscripción (Xbox Game Pass para PC) en el que estará incluido desde el día de lanzamiento y que puede conseguir que se convierta en el título más popular de la serie. Porque nos es complicado imaginar que alguien suscrito a la plataforma no quiera, aunque sea, probar cómo se ve su pueblo desde la cabina de un avión. En nuestra demo de algo más de 10 minutos podíamos elegir entre tres modos de juego: una prueba de aterrizaje y dos vuelos tranquilos sobre dos escenarios. Elegimos esto último, concretamente en un punto a medio camino entre las ciudades norteamericanas de Seattle y Bellevue. Era por la tarde y el cielo estaba nublado; los rayos de sol atravesaban con complicaciones las nubes y pasaban por el parabrisas del avión, iluminando de manera realista la cabina. Bajo nosotros, uno de los océanos recreados de manera más realista que recordamos en un videojuego. Enfrente, en un tamaño minúsculo, Seattle; y a la derecha, cordilleras tras las que se encontraba Bellevue.
Una experiencia de vuelo muy personalizable
Cuando aun estábamos parpadeando como incrédulos de lo estábamos viendo, el desarrollador nos mostró una función del juego que, por decirlo de manera rápida y poco elegante, nos voló la cabeza. Pulsando un botón en la interfaz se despliegan unos sliders que nos permiten ajustar sobre la marcha el momento del día, las condiciones atmosféricas e incluso seleccionar una opción que pone la hora y el tiempo que está haciendo en ese momento sobre el lugar que estamos sobrevolando. Todo ello sin ningún tiempo de carga ni ninguna ralentización. Al mover el cursor del ratón por la barra las nubes se hacían más densas y más pequeñas; la luz del sol desaparecía para mostrar un paisaje iluminado por las luces de la ciudad; las gotas de lluvia que golpeaban el cristal desaparecían para mostrar un arcoíris en el horizonte que convertía la panorámica en una postal de ensueño; y el vuelo tranquilo se convertía en una tarea titánica que casi acaba en catástrofe cuando el viento empezó a soplar con tal fuerza que movía un avión de pasajeros.
Volvemos al principio. El poderío técnico en Microsoft Flight Simulator está para aportar sensaciones: asombro, impresión, tranquilidad. Y estas no entienden de géneros de nicho, ni de pertenecer a un grupo de jugadores o a otro. Obviamente, el título es en estos momentos poco accesible: pocos pueden permitirse, por falta de espacio o de dinero, un set de control como el que nosotros usamos en esta demo; pero desde Asobo tienen listo el control con teclado y ratón más sencillo, y están trabajando en incluir el mayor número de opciones en el mando de Xbox. Otros muchos tampoco tienen el ordenador de gama alta que hasta ahora era necesario para ejecutar un título de esta saga, pero el juego está confirmado para Xbox One (aunque no nos quisieron hablar de cómo iba esta versión). Seas el tipo de jugador que seas, un experto en la simulación aeronáutica, o alguien que vaya a poner el piloto automático para disfrutar sin complicaciones de las vistas, el juego es una experiencia única que merece la pena vivir, aunque sea para ponerse el gorro de aviador durante un ratito.
Hemos escrito estas impresiones tras probar el juego en el X019 celebrado en Londres, al que fuimos invitados por Microsoft.