Análisis de The Elder Scrolls 3: Morrowind (Xbox)
Nota: El análisis es de la edición "Juego del Año", que incluye las dos expansiones
Los que no conozcan la entrega original, pueden informarse exhaustivamente leyendo su respectivo análisis de Vandal, que recomiendo con toda sinceridad. Debéis saber, eso sí, que el juego fue muy esperado en su momento, y cada anuncio que se hacía público hacía presagiar que Bethesda Softworks, sus creadores, tenían entre manos algo grande, creando una expectativa considerable que los aficionados al género vimos más que colmada. Una experiencia de juego inolvidable, profunda, llena de matices, en un mundo enorme en el que disfrutar de una grandísima libertad… y esto es sólo uno de los puntos buenos del juego, pues su realización técnica fue también digna de mención.
¿Qué nos ofrece esta edición con respecto al original? Si somos poseedores del primer Morrowind y lo hemos disfrutado profundamente, el plantearnos adquirir esta versión es una cuestión esencial, y es que este tipo de ediciones no suele aportar gran cosa… una carátula bonita, foto o nombre del galardón en la portada y ya está. Pero no estamos, por suerte, ante esta situación, y es que, como ya hemos dicho, se han incluido dos expansiones, con todo lo que conlleva. No es por insistir, pero nos ofrece un mundo todavía más grande, abierto y libre que el original…¡y no es poco! Pero establezcamos, primero, las bases esenciales del juego para saber qué se va a encontrar el jugador.
The Elder Scrolls III: Morrowind es un juego de rol de los que no se suelen ver en consola, donde los juegos de rol japoneses marcan tendencias y el estilo es bastante diferente al occidental. No vamos a caer en la discusión inane de qué tendencia es mejor, o de si el videojuego japonés está en declive, pues son lo suficientemente diferentes como para ofrecer al jugador experiencias tan diversas y sensacionales que podrá disfrutar sin medias tintas de una y otra vertiente. Además, por suerte, este "rol occidental" está teniendo cada vez más presencia en el mercado de las consolas, abandonando ese coto que hasta ahora parecía exclusivo del PC, y, de hecho, como habréis deducido, el videojuego que nos ocupa es uno de los bastiones principales del género, pero no el único gran juego de este tipo que nos ofrece el catálogo de Xbox, pues la consola de Microsoft cuenta también con el excelente Knights of the Old Republic. Pero bueno, para ser simples y directos: esto no es un Final Fantasy, ni pretende serlo en ningún momento. De hecho, nos vamos a encontrar lo que podríamos definir como un "RPG duro", es decir, denso, con multitud de opciones para configurar nuestro personaje (sexo, raza, apariencia física, actitud y aptitudes, y un largo etcétera), una libertad extrema en su desarrollo, y una mecánica de juego con unas estadísticas mucho más complejas que van más allá de los típicos puntos de experiencia, magia, y cuatro contadores más. Con todo, esta sensación de "RPG duro" se desvanecerá rápidamente, pues, aunque hacernos con el control en toda su extensión y conocer perfectamente todos los entresijos que presenta el juego nos llevará tal vez alguna que otra hora, muy pronto tendremos el suficiente control sobre la estructura del juego como para poder disfrutarlo. Y cuando ya hayamos alcanzado ese punto de dominio profundo, será cuando no sólo lo disfrutemos, sino que, además, lo gozaremos.
Superados, así, los primeros momentos de juego, algo lentos puesto que deberemos definir a nuestro personaje, y a que, todo sea dicho, todavía no tenemos más medio de transporte que nuestros pies, nos encontraremos con unos combates en tiempo real en los que, sin embargo, nuestras estadísticas como luchadores, suerte, habilidad, etc., serán esenciales. Parece confuso, pero la implementación en el esquema de juego es muy buena. Así que será el momento de meterse en faena, y empezar a aprender que eso de meterse en un bosque no es bueno. La coherencia interna del mundo del juego es sorprendente, y su verosimilitud nos sorprenderá bastante, pues –por ejemplo- enfrentarnos abiertamente a criminales o bestias salvajes de dimensiones exageradas conllevará resultados bastante nefastos si lo que pretendemos es que nuestro personaje alcance una senectud respetable (o no). Por supuesto, según avancemos en el juego, alcancemos cierto reconocimiento, y nuestras habilidades se incrementen, la balanza podrá cambiar a nuestro favor, pero no penséis que con fuerza se puede conseguir todo: éste es un juego con una cantidad de textos enorme. Se ha llegado a decir que el videojuego ofrece hasta unas 200 horas, y en esas horas, lo principal será el diálogo, pues a través de la palabra conseguiremos la mayoría de la información que necesitemos, y, también, alcanzar los propios objetivos que se nos marquen. Persuadir, instigar, discutir… son sólo algunas de las cosas que podremos y tendremos que hacer… eso sí, con un gran dominio del inglés, a ser posible, pues el juego no ha sido traducido al castellano. Y si esas horas de las que hablamos os parecen pocas, la caja del juego reza que gracias a las expansiones se nos ofrecen otras cien horas. Vale, eso lo dicen los programadores, y sabemos que tienen cierta tendencia a exagerar en esos puntos, pero no deben ir muy desencaminados. El diseño y estructura del juego facilita la realización de aventuras secundarias, o, dicho más apropiadamente, hacer lo que te salga de las narices. Habrá citas ineludibles para avanzar, pero en general la sensación de libertad es mucho más que una sensación.
Nuevos territorios, otras aventuras
Asumiendo que para haceros una idea general del juego habéis leído el análisis que os indicábamos al principio, pasaremos a ver los rasgos principales de las expansiones incluidas. Debemos señalar, asimismo, que, como podéis esperar, los datos salvados del original os servirán para éste, de manera que podréis recuperar vuestro personaje que tanto trabajo y horas os ha llevado crear y desarrollar. En Tribunal visitaremos Mournhold, la capital de la enorme isla de Morrowind, donde un nuevo rey ha conseguido hacerse con el trono, mientras uno de los viejos dioses ha caído en la locura. Naturalmente, la aventura estará llena de nuevas sorpresas, entre las que podemos destacar nuevos objetos, enemigos, ciudades y mazmorras, además de un guión que, como sin duda imagináis, está a la altura de las circunstancias. El sistema de juego es idéntico al del original, estando las novedades radicadas en otros aspectos, y aunque podemos acceder a ella con independencia del nivel de nuestro personaje, es recomendable que esté algo avanzado. Parte de la ventaja es que el guión está tan bien desarrollado que, en caso de que perdamos interés en la historia principal, tendremos multitud de aventuras paralelas en las que meternos, todo ello muy bien llevado. Para meternos en faena, la historia empieza cuando somos atacados por un ladrón, situación que nos llevará al camino a Mournhold. Aunque podremos regresar a Morrowind cada vez que lo deseemos, lo más probable es que la historia nos atrape tanto que escojamos, finalmente, concluir nuestra aventura en esta expansión antes de seguir con la principal. En Tribunal la interactuación con el medio tal vez sea algo menor, pero, por el contrario, las relaciones con las personas, que pertenecerán a diferentes facciones, y seguirán a unos u otros líderes, serán mucho más complejas, pero nosotros también deberemos escoger bando, y eso limitará nuestras posibilidades de relación en función de lo seleccionado partiendo de dos grandes ramas que se irán bifurcando. Se nos ofrece, también, la posibilidad de contratar sicarios o mercenarios, una novedad muy interesante que ayuda a suplir algunas de las carencias que presenta la expansión.
Bloodmoon nos lleva a la isla helada de Solstheim, donde se está estableciendo una nueva colonia, que deberemos defender y ayudar a levantar con éxito. Este nuevo mundo nos ofrecerá sorpresas al menos tan interesantes como las de la otra expansión. Una de las cosas que más se agradecen es el cambio radical de localización, con todo lo que conlleva. La trama es interesante nada más llegar, pues la visión de los cuerpos muertos sobre el hielo de la isla no augura nada bueno, y es que la situación en Solstheim es insostenible. Del mismo que en la otra expansión, será recomendable que nuestro personaje ya esté algo curtido en estas lides para afrontar con ciertas garantías los retos que se nos van a presentar. En todo caso, siempre podremos recorrer algunas de las aventuras secundarias para fortalecernos y afrontar con más garantías la trama principal, e incluso montar un pequeño negocio. Uno de los rasgos característicos será la fuerte presencia de hombres lobo, incluyendo la posibilidad de que nosotros acabemos siendo parte de su club privado. Eso sí, no creáis que ser un hombre lobo os pondrá las cosas más sencillas en los combates, pues la fuerza bruta no será nunca suficiente, ni siquiera para seres en principio tan poderosos como estos. Sobra decir que si sufrimos una crisis licántropa ante algún personaje que no sienta un amor desaforado para con los canes, nuestras relaciones sociales se resentirán bastante, y eso podrá suponer una alteración dramática de nuestros planes. Debemos señalar que gráficamente esta expansión sorprende gratamente por los efectos de partículas y la realización de la nieve y el hielo. Seguramente el cambio radical con respecto a lo visto previamente ayuda a aumentar la sorpresa, pero eso no hace que el aspecto sea menos agradecido. La historia principal es más intensa que la de Tribunal y, la verdad, es que la sensación general que transmite hace de Bloodmoon mi favorita, siendo el principal atractivo de esta edición de Morrowind.
Conversión directa
Insistiremos una vez más en que, técnicamente, el juego permanece igual que la anterior entrega, y en algunos momentos notaremos que el juego da trompicones, en ocasiones, bastante notables. Y es que estamos ante una conversión directísima de la versión de PC, más suave en este sentido. Sin embargo, la sencillez de manejo de esta versión para consola la hace igualmente recomendable, y gracias al disco duro no tendremos problema con el guardado de partidas. Algunos tiempos de carga son grandes, especialmente al principio, sobre todo para lo habitual en Xbox, pero dado el sistema del juego y su estructura, era algo que esperábamos. No llegan a ser desesperantes, pero sí notables.
Aunque gráficamente el juego sigue siendo bueno, se nota que estamos ante un título diseñado en 2002, y es que parece que no, pero en dos años los gráficos han evolucionado y los años, efectivamente, no pasan en balde. No es mediocre, ni mucho menos; es más, dado el tamaño de los escenarios, su amplitud, y la cantidad de elementos que hay en ellos, el resultado está todavía por encima de la media, pero con un poco de trabajo en la materia y un repasito gráfico general seguramente se hubiesen solucionado las pequeñas incidencias que ensucian el resultado final, como los parones. Por lo demás, la ambientación –gráfica y sonora- es muy buena, y nos mete totalmente en el universo del juego.
Conclusiones
Criticado en ocasiones por su –para algunos- excesivo gusto por el detalle y profundidad exagerada, la verdad es que Morrowind es y será uno de los grandes del género. Deberemos dedicarle más tiempo del que tal vez esperemos en un principio hasta hacernos completamente con él, pero el trabajo merecerá la pena. La extensión del juego, las posibilidades casi infinitas que ofrece, y la presencia, ahora, de unas expansiones con casi tantas posibilidades como el juego principal, hacen de éste un título casi eterno, que nos llevará mucho tiempo investigar a fondo. De hecho, lo más probable es que acabemos las tramas principales, alguna secundaria, y lo dejemos descansar un tiempo… sólo para acabar volviendo a él y descubrir, consecuentemente, cuántas cosas nos quedaban en el tintero. Y, de verdad, este proceso se dará incluso un par de veces.
Morrowind gustará a los aficionados al género, y es un título excelente para aquellos que se quieran aproximar a este tipo de videojuegos. Con tan sólo cederle el beneficio de la duda durante una primera toma de contacto, acabarán cayendo rendidos ante todas las excelencias que confluyen en él… siempre y cuando sepamos inglés, claro.