Análisis de Metal Slug 3 (Xbox)
SNK, hasta su muerte y posterior resurrección como SNK Playmore, representaba el "viejo estilo" de hacer videojuegos, es decir, las dos dimensiones. La compañía japonesa, conocida por la excéntrica, cara y sin embargo muy duradera consola Neo Geo (que no era otra cosa que la misma placa arca de la compañía), fraguó durante los años 90 algunos de los clásicos en dos dimensiones más recordados, mientras que las otras compañías habituales de los recreativos, como Namco, Sega o Capcom, iban haciendo sus pinitos en las tres dimensiones para pasarse casi por completo a ellas.
Una de las sagas de mayor éxito de SNK y que ha continuado tras su cierre y posterior resurrección es Metal Slug; este divertido arcade de acción basa su increíble capacidad de crear adicción en la acción frenética y sin pausa y en un divertido sentido del humor.
Es en esencia el mismo tipo de juego "mata-mata" de avanzar de un lado a otro acabando con todos los enemigos a base de disparos que tanto proliferó desde los inicios del videojuego, pero con tanto ritmo, y sentido del humor, que lo han convertido en un clásico fuera de toda época y ya va por la sexta entrega en recreativa. Esta tercera parte llega con un considerable retraso a PlayStation 2 y Xbox, y es uno de los primeros juegos de la nueva SNK Playmore en llegar a Europa.
Metal Slug 3 es una conversión de la recreativa, con un par de modos y varios niveles de dificultad, pero en esencia se trata de un arcade con una duración de alrededor de dos horas aunque, eso sí, con un gran valor rejugable y especialmente divertido a dos jugadores. Buena idea, por lo tanto, su bajo precio oficial (35.95 euros).
La historia principal nos deja elegir entre cuatro personajes sin grandes diferencias más allá de las animaciones, y de nuevo tendremos que pelear contra el nutrido ejército enemigo de la cruz, lleno de incompetentes pero numerosos soldados, a lo largo de cinco fases, siendo la última tan duradera como las cuatro anteriores. Esta entrega de Metal Slug 3 abandona parcialmente el ambiente típicamente bélico de los anteriores para mostrarnos enemigos más originales aparte de los clásicos soldados, esta vez con animaciones más desternillantes que nunca.
Así, en la primera fase, en la que desembarcamos en una playa, tendremos que hacer frente a unos cuantos cangrejos gigantes antes de afrontar el encuentro contra los soldados; en la segunda, nos introduciremos en una especie de película de terror, llena de zombies que pueden convertir en zombies a otros personajes del escenario... o incluso a nosotros. Un impacto de una de las desagradables vomitonas de los zombies nos convertirá en uno de ellos, y solo podremos usar nuestra pistola estándar, mientras que el lanzamiento de granada será substituido por una especie de rayo sangriento que partirá de nuestra boca, arrasando buena parte del escenario. Para volver a ser humano tan solo tendremos que tomar una de las cápsulas curativas que dejarán tras de sí los médicos zombies.
En otra misión también otro tipo de enemigos desplazarán a los soldados: una especie de locos muyahidines que explotan al morir (pudiéndonos matar) y que, en ausencia de orugas para los tanques, los llevan sobre sus cabezas. Esta cantidad de enemigos (y situaciones inéditas como la de convertirse en zombie) le da un toque de frescura al juego, aunque la dinámica sigue siendo la misma: disparar sin parar a multitud de enemigos, que se comportan básicamente por patrones, al viejo estilo de los matamarcianos clásicos.
Otra característica que hacen al juego más variado, aparte de las eventuales armas que encontraremos aparte de la pistola (hay una buena cantidad y todas provocan una animación diferente en la muerte de los enemigos), es la gran cantidad de vehículos que utilizaremos. No solo clásicos como el tanque, sino también un camello, aviones, helicópteros, submarinos, y máquinas terrestres un tanto extrañas, incluyendo una especie de mecha. Como siempre, los vehículos sufrirán daños y tendremos que acabar saliendo de el si no queremos cocernos dentro.
En general el arcade es excelente, aunque en la última fase, que es un tanto sorprendente, nos encontraremos con partes muy monótonas. Quizás el objetivo fuese alargar la vida del juego, pero alargarlo de esa manera no resulta gratificante para el jugador, sino muy pesado. Complementando el modo arcade, la versión consola incluye dos modos de juego extra que se desbloquearán una vez completado el modo historia (aparte de la selección de nivel). En uno de ellos podemos ser uno de los soldados enemigos jugando la quinta fase del juego, y solo tendremos una vida, siendo una especie de Survival. El otro es un minijuego en el que escogeremos a un personaje y tendremos que hacer que gane peso a base de matar enemigos y comer los alimentos que dejen. Cada vez que muramos perderemos algo de peso, y tendremos que llegar a los 200 kilogramos luchando contra el crono.
A nivel gráfico, el juego no destaca técnicamente, como es de esperar, pero sí por la gran cantidad de animaciones tanto de nuestro personaje como de los enemigos, que reaccionan de forma diferente según el arma que usemos para matarlos, y las animaciones en algunas secuencias predefinidas (huyendo de zombies, etc...) tienen mucha riqueza. La originalidad de algunos de los diseños de enemigos y vehículos también es encomiable. Los FX son los clásicos de toda la saga para las armas y enemigos, mientras que las músicas ambienta muy bien la épica humorística del juego.
En conclusión, no se trata de un juego del cual recomendar o no la compra. El que se la plantee sabe de sobra con qué va a encontrarse: con un arcade corto, frenético, muy rejugable y especialmente divertido a dos jugadores. No es un juego para pasar días jugando, pero sí uno que rescatar de vez en cuando de la juegoteca para estar un par de horas jugando, especialmente, repetimos, con un amigo; o bien para alquilar. No habría estado de más incluir un modo online por Xbox Live más allá del registro de puntuaciones.