Análisis de Spec Ops: The Line (Xbox 360, PS3, PC)
Spec Ops: The Line llega a las tiendas tras un largo proceso de desarrollo durante el que el juego llegó a estar desaparecido en combate. Mostrado por primera vez en el E3 de 2010, la idea de 2K Games y Yager es llevarnos a una ciudad de Dubái sumida en el caos tras una tormenta de arena; no una suavecita, como las que se han visto en algunas películas ambientadas en la metrópoli emiratí, sino una verdaderamente devastadora, capaz de derribar edificios, destruir infraestructuras y convertir a esta ciudad tan de moda últimamente en un escenario casi post-apocalíptico, las calles desiertas y tomadas por los insurgentes y sus barricadas. En algún momento del suceso la unidad 33 del Ejército americano, liderada por el coronel Konrad, decidió cambiar su vocación de protección de los supervivientes por la de señores de la guerra, pero eso es algo que el Capitán Walker y los dos soldados a su mando todavía no saben cuando les envían a las ruinas de la ciudad tras recibir una señal de auxilio.
Reaparecido a finales del año pasado, Spec Ops ha evolucionado bastante desde aquel juego que vimos a mediados de 2010. La ambientación sigue siendo la misma y la arena juega un papel interesante en la jugabilidad, permitiendo usarla para acabar con los enemigos, pero parece que esta idea se ha dejado como anécdota para algunos momentos del juego y así centrar los esfuerzos en transmitir una historia que capture al jugador. Spec Ops se ha vuelto más oscuro, intentando arrastrar al jugador a la espiral de destrucción y locura en la que se ha convertido la ciudad.
Acción en coberturas muy entretenida
Spec Ops: The Line apuesta por la acción en tercera persona con coberturas, un sistema de juego que ha proliferado mucho en esta generación de consolas, sobre todo después de que Gears of War revolucionase el subgénero y muchos otros juegos tomasen nota. Yager ha diseñado un sistema de disparos que combina las coberturas, no siempre seguras al 100%, con cierta escasez de munición que nos obliga a cambiar de arma con frecuencia, y también con un ligero toque táctico aprovechando la presencia de nuestros dos compañeros de escuadrón. Ellos dispararán a los enemigos por propia iniciativa, pero también podremos pedirles que se centren en un objetivo concreto, permitiéndonos distribuir esfuerzos en el campo de batalla y lograr eliminar a los enemigos más amenazantes rápidamente.
Esta fórmula no es muy novedosa, pero funciona muy bien. Combinando estos elementos junto con un control bien adaptado al mando de consola y un buen diseño de niveles, Yager consigue que el juego sea trepidante. Los enemigos no son especialmente inteligentes, pero sí muy numerosos y certeros a la hora de apuntar, por lo que en casi todas las situaciones estaremos superados en número, muy frecuentemente enfrentándonos a soldados armados con ametralladoras pesadas o lanzacohetes, haciendo imprescindible que nos escondamos tras una cobertura que, a veces, puede ser destruida por el enemigo. Esto hace que los tiroteos no sean tranquilos, obligándonos a estar todo el rato tomando pequeños riesgos para matar a los enemigos cuanto antes y así evitar que nos flanqueen (suelen ser muchos), pero teniendo siempre en cuenta que un par de disparos significan la muerte. En este sentido, el juego está bien medido y los tiroteos resultan divertidos. Los mimbres son genéricos, pero el resultado es muy entretenido.
Comenzando con unas situaciones sencillas, con media docena de enemigos, el juego progresa hacia secuencias de acción de mayor duración, en la que nos movemos por un escenario por el que no paran de aparecer soldados. El diseño de los niveles es muy interesante. Hay algunas partes pasilleras, pero otras muchas abiertas en la que los enemigos comienzan a salir por zonas diferentes, obligándonos a pensar rápidamente dónde nos podemos cubrir mientras nos movemos. En algunos momentos recuerda -con sus enormes distancias- al clásico Metal Slug. Los enemigos simplemente salen de todas partes, y nosotros tenemos que acabar con ellos antes de que lo hagan con nosotros. Como decíamos, no inventa nada nuevo, ni siquiera implementa una "recarga activa" que le habría sentado muy bien, pero sabe jugar con el usuario y engancharle, haciendo que la munición escasee y que en ciertos momentos tengamos que buscar desesperadamente otra arma y adaptarnos a sus prestaciones, y bonificando pequeñas hazañas, con unas décimas de segundo a cámara lenta cuando acertamos a la cabeza de los enemigos, recompensas cuando los rematamos en el suelo, un medidor de aciertos en disparos de precisión y otro de disparos de chiripa que van desbloqueando logros/trofeos. Sin ser innovador ni pretenderlo, consigue volverse muy divertido.
Aparte de lo que podríamos llamar tiroteos estándar, el ritmo del juego está bien cuidado y nos ofrece un considerable número de situaciones especiales bien distribuidas por el juego, desde enfrentamientos en los que podemos usar la arena para acabar con los enemigos hasta momentos de riesgo como emboscadas por sorpresa. La aventura está bien diseñada y hay un equilibrio que nos incita a seguir adelante.
Una historia llena de crudeza donde tomamos decisiones
Al mismo tiempo, el otro pilar de Spec Ops es la historia que nos cuentan. Cómo llegamos a la ciudad un tanto perdidos, sin saber qué pasa ni quién es el enemigo, y ver poco a poco lo que ha degenerado la situación, y lo que queda... En los primeros compases de la historia estamos desconcertados, sin entender exactamente qué está pasando, quiénes son las diferentes facciones y cuáles son los motivos que han llevado a esta situación. La historia del juego huye de la americanada estándar, profanando la bandera y haciendo que soldados americanos se maten entre ellos, y recuerda/homenajea a Apocalypse Now, con un guiño al autor de El Corazón de las Tinieblas, libro en que se basa ésta, nombrando Konrad al principal villano.
En la historia, Spec Ops introduce algo novedoso en los juegos de este tipo, que es la toma de decisiones y su influencia en las emociones de los protagonistas. En varios momentos de la aventura tendremos que tomar una decisión que no resulta clara. No es una cuestión de "esta es la del paladín y esta es la del satánico", como en los juegos de rol de mundo abierto, sino que nunca está claro qué es lo correcto y es difícil predecir las consecuencias de lo que hagamos. Estas decisiones cambian el desarrollo del juego y comienzan a notarse en las relaciones entre los personajes. Los soldados Lugo y Adams están a las órdenes de Walker, pero su opinión sobre el Capitán y su forma de relacionarse entre ellos irá variando dependiendo de nuestras decisiones, mientras el desgaste físico y mental hacen el resto.
La historia del juego es uno de sus puntos fuertes, sin lugar a dudas. Está bien narrada y actuada, con un fantástico doblaje al castellano, y el jugador tiene la ocasión de interactuar con ella e influirla. Pero lo que más nos sorprende es el tono, muy poco común en unos videojuegos "maduros" que con frecuencia esconden una historia propia de un cuento de hadas detrás de sus cataratas de sangre. Spec Ops intenta transmitirnos una crudeza, corrupción, violencia y crueldad que pocas veces se ha tocado en el mundo de los videojuegos, y no en extremos, en blanco y negro, sino como una escala de grises. No hay buenos ni malos, solo ambiciones e instinto de supervivencia. Esto es la guerra, no el brilé.
Su completo modo campaña se ve complementado por un multijugador en el que sorprende la ausencia de una modalidad cooperativa, que llegará más adelante como contenido descargable, constituyendo un modo de juego separado. Es una lástima que el modo historia no pueda jugarse así, aunque se entiende por el tema de la toma de decisiones. El multijugador competitivo por su parte nos ofrece varios modos de juego que le aportan una duración extra a Spec Ops, teniendo que elegir entre dos facciones de la unidad 33 del ejército: los Malditos, a favor de Konrad, y los Exiliados, en su contra. Este es un pretexto perfecto para dejarnos personalizar al máximo a nuestro soldado para enfrentarlo en seis modos de juego diferentes. El multijugador es similar a la hora de jugar al modo historia, pero destaca un mayor uso de la arena en los mapas y en las situaciones de combate. Si para incluirla en el modo historia habría que meterla con calzador, en un mapa multijugador es mucho más fácil de incluir, y es un factor mucho más presente en la jugabilidad del modo online. Aunque no desplazará a ningún Call of Duty o Gears of War de la lista de los más jugados, resulta un añadido interesante que alarga la duración del juego.
Una ciudad ostentosa, pintoresca y diferente
A nivel visual, Spec Ops: The Line no representa el culmen técnico de PS3 y Xbox 360, pero se defiende bien, destacando el modelado de los personajes protagonistas y, sobre todo, el diseño de Dubái. Más que contar polígonos o analizar la resolución de las texturas, Spec Ops luce bien porque logra transmitir ese carácter entre exótico y exagerado de la metrópoli de Dubái, no menos ostentosa y pintoresca por estar rebosante de arena y llena de soldados. Los escenarios son los protagonistas, junto con una ambientación que se beneficia de la iluminación para diferenciar los diferentes entornos por los que nos movemos. Ciertos detalles, como la narrativa de las cinemáticas, están a un gran nivel, mientras que otros como las explosiones resultan un poco decepcionantes. Aun así, a nivel artístico y visual el juego cumple con nota, consiguiendo tener una personalidad propia que precisamente escasea en los juegos bélicos de los últimos años.
El apartado sonoro de Spec Ops destaca por su gran doblaje al castellano, muy bien actuado, que ejerce de vehículo perfecto para contarnos la historia del juego en la que las voces de Konrad y Walker ejercen todo el protagonismo. El resto del apartado sonoro está a un gran nivel, con una banda sonora que cambia dinámicamente y ayuda a dar dramatismo a lo que vemos, y un repertorio de efectos de sonido muy variado e impactante.
Entretenido y diferente a los demás juegos
Spec Ops: The Line logra ser un juego diferente, lo que no es poco en un género de acción bélica plagado de todo tipo de propuestas, desde los referentes hasta los que intentan hacerse un hueco. Lo nuevo de Yager y 2K Games lo consigue gracias a la personalidad propia que le da su exótica ambientación y ambiciosa historia. Los desarrolladores aspiran a que esta Dubái anegada por la arena y llena de conflictos logre transmitir algo más que el clásico buenos contra malos, y lo hace con una crudeza que pocas veces se ve en el mundo del videojuego. A nivel jugable no resulta novedoso, pero sí muy divertido, y puede sorprender a más de uno enganchándolo de principio a fin. Un juego diferente, que a su manera aporta frescura a uno de los géneros más sobreexplotados de la generación.