Análisis de Iron Brigade XBLA (Xbox 360, PC)
Con bastante retraso respecto al lanzamiento en los Estados Unidos llega finalmente al Bazar Xbox Live europeo Iron Brigade, lo nuevo de Double Fine, el estudio responsable de juegos como Brütal Legend o Stacking, y dirigido por Tim Schafer, uno de los creadores de Monkey Island. El motivo de este retraso ha sido una serie de problemas legales que han forzado a que el juego tuviese que cambiar de nombre a mediados de este año. Originalmente se llamaba Trenched, pero un conflicto con un juego de mesa de nombre similar ha hecho que tuviese que cambiar el nombre a Iron Brigade, un título con algo menos de gracia, como podremos comprobar.
Iron Brigade es un juego muy interesante que combina dos estilos populares en el mundo del videojuego: por una parte, la acción en tercera persona, concretamente de mechas, y por otra la defensa con torres que tan popular se ha hecho estos últimos años en el mundo del videojuego.
La combinación de estas dos vertientes tan dispares a primera vista ha sido un gran acierto por parte de los creadores del juego: Iron Brigade posiblemente satisfará a los que estén buscando cualquier tipo de estilo jugable, ya que los combina bien y permite al jugador, casi desde el comienzo, decantarse por uno u otro estilo, o intentar un término medio entre ambos.
La historia de Iron Brigade es un poco idiota, en el buen sentido. Contada con muchísimo humor, nos sitúa en una especie de Primera Guerra Mundial alternativa en la que el enemigo no son los imperios centrales, sino una especie de malvado megalómano que responde al nombre de Vladimir Farnsworth y que habla con un acento ruso muy exagerado. Farnsworth ha inventado una especie de robots de ciencia-ficción años veinte llamados "tubos", que invoca en el campo de batalla a través de conductos, y que están sembrando el caos en todo el mundo. Para hacerles frente, el Ejército ha inventado un ingenio: la trinchera móvil. Consciente de que las trincheras protegen a los soldados hasta que a ellos se le ocurre salir de ellas, han inventado una trinchera móvil con patas, letrina, reservas de alcohol y puros y armadas hasta los dientes, logrando que ejerzan de rudimentarios mechas para pelear contra los tubos.
Por lo tanto, protegidos por nuestra trinchera móvil podremos hacer frente a las oleadas de enemigos que intentarán destruir nuestra base en cada nivel, pero eso no es suficiente. Aunque podemos configurar nuestra trinchera al máximo, personalizando las armas que accionaremos con cada gatillo, cambiando el tipo de trinchera o incluso las patas que hacen que podamos movernos, solos no podremos hacer frente a las oledas de enemigos, que en la mayoría de ocasiones llegarán desde varios lugares. Por eso, los emplazamientos o torretas serán vitales para que podamos controlar la situación.
Este es el componente de defensa con torres que comentábamos al principio, y que es absolutamente vital para salir airosos de la guerra contra los tubos. Tendremos que establecer torretas de defensa de diversos tipos para acabar con las oleadas de enemigos. De hecho, cada oleada de enemigos nos da unos segundos de respiro para poder pensar, a toda velocidad, nuestra estrategia de defensa: qué zona está más necesitada de nuevos emplazamientos defensivos, o qué zona queremos "delegar" en estos emplazamientos, para centrar nuestra "defensa personal" en otra. Hay varios tipos de emplazamientos y contamos con la posibilidad de mejorarlos, teniendo que decidir qué nos compensa más: si establecer otra torreta o mejorar las ya existentes, un clásico de la defensa con torres.
Los emplazamientos los costearemos con la chatarra que dejan los enemigos abatidos, que tendremos que recoger o absorber pulsando un botón (hay incluso un emplazamiento que lo hace automáticamente). La cuestión en Iron Brigade es que se combinan estas dos vertientes jugables, pero se da al jugador la posibilidad de optar por favorecer una u otra: dependiendo de la base de nuestra trinchera, tendremos más posibilidad de usar emplazamientos, o bien más capacidad para llevar armamento propio. De ese modo, podemos decantarnos por un estilo de juego u otro, aunque siempre contando con la posibilidad de recurrir a nuestro estilo secundario.
Uno de los motivos por los que Iron Brigade es una delicia jugable es su control. Es difícil implementar los controles de defensa con torres en un juego de acción en tercera persona, pero Double Fine ha hecho un gran trabajo. El movimiento del robot y de la cámara es con los sticks, naturalmente, y se dispara con los dos gatillos. Para posicionar las torres y recopilar chatarra solo tendremos que pulsar los botones LB y RB. Otras acciones están asignadas a los botones frontales y dependen del contexto. El buen control hace que nunca sea lioso manejar el juego, independientemente de lo caóticas que pueden volverse las situaciones.
El modo de juego principal nos plantea una serie de misiones que comienzan suavemente pero van complicándose escenario tras escenario. Lo bueno es que, unido a la buena progresión en dificultad del juego, éste cuenta con una notable rejugabilidad: hay un sistema de estadísticas que contabiliza prácticamente todo lo que hacemos y que nos da acceso a nuevos ítems y extras, y cada misión tiene una serie de medallas que nos retan a jugarlas de nuevo logrando el menor daño posible. Cada mejora que consigamos implica que nuestra trinchera móvil puede ser más fuerte o que contamos con mejores emplazamientos, lo que nos incita a seguir jugando. Otro buen motivo es el modo cooperativo para cuatro jugadores que incluye, que aunque funciona exclusivamente por Internet, resulta muy divertido al combinar las dos estrategias, defensa con torres y acción personal, con la táctica de varios jugadores enfrentándose a oleadas de enemigos cada vez mayores.
Aunque visualmente no llama demasiado la atención, Iron Brigade es un título muy interesante. No es uno de esos juegos que hará historia, pero la acertada combinación de dos estilos de juego en una fórmula que funciona bien, y que tiene bastante flexibilidad para adaptarse a los gustos del jugador, es algo que vemos con poca frecuencia. Su sentido del humor gustará a muchos, y el buen diseño de sus misiones se combina con una gran rejugabilidad. Los que estén buscando un juego de acción diferente deberían darle una oportunidad, pese a que su precio es de 1.200 puntos Microsoft.