Análisis de Guilty Gear 2 Overture (Xbox 360)

Guilty Gear nació en PlayStation One como un rival más que digno para enfrentarse a uno de los grandes del género: Street Fighter. Con una mezcla endiablada de jugabilidad, gráficos en dos dimensiones de alta calidad y una música más que adictiva, la obra de Arc System Works causó furor tanto dentro como fuera del continente japonés, sirviendo de precedente para lo que vendría en un futuro: secuelas, spin offs y demás experimentaciones para explotar la novísima marca.

Hace diez años que el primer Guilty Gear vio la luz, como decíamos, en PlayStation One. En este considerable periodo de tiempo hemos sido testigos de varios títulos que incluían, de una manera u otra, nuevos componentes a la hora de llevar a cabo las peleas más mortíferas del mundo. Vimos como se incluían más luchadores en la serie X, como peleábamos contra más de un rival en Dust Strikers e incluso en Japón vimos una versión con personajes cabezones, muy al estiloo nipón. Sin embargo, nunca habíamos visto al sucesor espiritual de la obra original. Ahora, en exclusiva para Xbox 360, Guilty Gear 2 sale a la luz, con el subtítulo Overture, y, pese a que contiene buenas ideas en su interior, el juego muestra unas irregulares alarmantes.

Años después

Para comprender la magnitud de la serie Guilty Gear hay que explicar el conflicto que originó la guerra entre los humanos y los Gear. Éstos últimos son una serie de armas biológicas dotadas de inteligencia y creadas por los humanos para realizar experimentos.

Lamentablemente no todo sale a pedir de boca, y los Gear y humanos se enfrentaron en una interminable guerra de cien años resultando como clara vencedora la raza humana y acabando con la mayor parte de Gears. ¿El problema? No todos han sido capturados, y muchos de éstos guardan un odio y un rencor hacia nuestros semejantes, con conspiraciones para eliminar a todo ser viviente del planeta.

El guión de Overture nos sitúa cinco años después de los acontecimientos del Guilty Gear original, con Sol Badguy -el Gear prototipo- deambulando por el mundo y a su eterno rival dirigiendo el reino de Illyuria, cuya paz y tranquilidad está siendo mermada por un misterioso poder desconocido y que lo más probable es que esté relacionado con la desaparición de los Gear capturados de los puestos de vigilancia. Algo no va bien en el mundo, y nosotros somos los encargados de llegar al fondo de la cuestión. Controlaremos a diversos personajes de la serie, como Sol Badguy, Ky Kyske, Izuna o Valentine, cada uno con sus propias habilidades, motivaciones para llevar a cabo las duras peleas que libraremos y, como explicaremos con más detenimiento un poco más tarde, tropas a las que invocar.

Cambiando de estilo

Si de algo se ha caracterizado la serie Guilty Gear es de su capacidad de ofrecer al espectador un juego rápido de peleas, en el que los combos, contraataques y demás movimientos están a tan solo una pulsación de botón. Sin embargo, Overture ha tomado un camino completamente diferente, dejando a un lado la lucha en dos dimensiones para adentrarse de lleno en las 3D. Lamentablemente el resultado no ha sido como esperábamos, puesto que nos encontramos con un juego que está a años luz de la diversión que ofrece cualquier otro título de la serie. Y no porque los combates sean malos, sino porque están completamente desfasados, aportan relativamente poco a un concepto que ya está más que explotado (el juego se asemeja más a un Devil May Cry que a un Street Fighter en 3D) y en una hora la obra se convierte en un ir y venir de enemigos sin sentido.

Uno de los elementos más diferenciados de este Guilty Gear con respecto a títulos como Devil May Cry o Ninja Gaiden es que nosotros ejerceremos de comandante para nuestras tropas. Es decir, más allá de ser nosotros los que tengamos que repartir mandobles por todos los escenarios, contaremos con una serie de sirvientes/aliados que estarán a nuestra merced. Dichos personajes serán completamente indispensables para acabar los niveles propuestos en el modo historia, puesto que habrán hordas de enemigos que serán imposibles de eliminar si vamos con el personaje en solitario. La mecánica es un poco complicada en una primera toma de contacto, pero poco a poco vamos conociendo los secretos de esta mezcla de acción y estrategia.

El modo historia nos presenta 19 niveles en los que tendremos que ir conquistando pequeños nodos situados en el mapa. Comenzaremos con nuestro propio núcleo maestro, donde poder invocar a nuevos aliados para llevar a cabo una ofensiva mucho más directa. A medida que vayamos viendo el mapa descubriremos nodos que conquistar, podemos ir solos o con nuestros aliados, aunque lo último es la opción más inteligente teniendo en cuenta que los escenarios son relativamente grandes como para estar de un lado para otro corriendo sin parar. Cuantos más nodos controlemos, más maná tendremos en nuestro poder, lo que nos permitirá atraer a más sirvientes a nuestro lado para, por último, enfrentarnos al jefe final del nivel.

La mecánica puede parecer un poco tosca al principio, y, pese a que la idea tiene un fin más que divertido, en la práctica falla al comprobar que la inteligencia artificial de los personajes deja muchísimo que desear. No es de extrañar que controlemos una zona y que, en menos de un par de minutos, vuelva a estar en guerra y nuestras tropas aniquiladas, pese a ser mayor en número y fuerza. Algo no cuadra en este aspecto. La gestión estratégica tiene una vertiente evolutiva. Y es que a medida que vayamos completando misiones en el modo historia tendremos acceso a nuevas tropas, con sus poderes, habilidades y carencias correspondientes. Controlar qué tropas van bien para atacar, defender o hacer bulto es la clave de la victoria en Guilty Gear 2.

Como podemos observar, el cambio de género es significativamente grande en comparación a los anteriores Guilty Gear, algo que puede desconcertar a los fans más vinculados a la serie. De la misma manera se echan en falta míticos personajes que no aparecen en la obra en pos de ofrecer nuevos que son clave dentro de la trama principal de la serie.

En cuanto a modos que propone el juego hay que destacar que todo buen juego de peleas tiene una vertiente jugador que, en principio, debería multiplicar en varios enteros la experiencia de juego. Y Guilty Gear no podía ser la excepción que confirmara la regla. Más allá del modo historia y de los distintos retos que nos propone el juego (tales como conseguir cofres escondidos, pasarse un nivel sin recibir daño en el personaje principal, etc), la obra nos propone un modo multijugador realmente divertido, siempre y cuando los jugadores sepan controlar sus tropas.

Los escenarios sacados del modo historia están completamente diseñados para disfrutar de la experiencia multijugador. Podremos disputar encuentros en red local o, lo más divertido, por Internet, enfrentándonos en batallas uno contra uno o en equipos de dos, seleccionando los personajes que vayamos desbloqueando en el modo historia. Decimos que este modo es el más divertido de todos básicamente porque son los jugadores los que tienen total control sobre lo que sucede en el escenario, sin, a priori, problemas de inteligencia artificial o situaciones desconcertantes para nadie. Aquí quien sabe dirigir las tropas maneja el cotarro, y quien no, acaba en la cuneta.

Anticuado

Antes de comenzar a hablar sobre el apartado técnico de Overture hay que explicar que el título lleva en las tiendas japonesas desde 2007, así que es normal que, dos años después, el juego no luzca como debería a ojos del jugador acostumbrado a espectáculos audiovisuales como los de Call of Duty o Gears of War. Es por eso que nos encontramos ante un acabado técnico pobre, que recuerda más a lo visto en los juegos de Xbox o PlayStation 2 que lo que en realidad puede ofrecer la consola de Microsoft. Los personajes cuentan con muy pocos detalles, los escenarios se hacen repetitivos y con poca profundidad y los movimientos están más cercanos al término de la robótica que al de la fluidez humana. Por desgracia los problemas no acaban aquí. Y es que Overture hace gala de unos incansables tiempos de carga que pueden desesperar hasta al jugador más paciente. Algo que también podría haberse corregido de cara a una optimización para la versión europea de la obra.

La banda sonora del videojuego está compuesta de melodías cañeras y canciones pegadizas, tal y como nos tiene acostumbrado el compositor de la serie. Las guitarras eléctricas, bajos desenfadados y batería en estado puro son componentes más que básicos de la banda sonora de esta entrega de la serie. Sin embargo, los diálogos no corren la misma suerte, al menos no las voces anglosajonas, puesto que la caracterización de los personajes -sumado a la pobreza en cuanto a los detalles faciales- no está a la altura, dejando un vacío en la interpretación que sólo se puede llenar si seleccionamos las voces originales japonesas, disponibles desde el primer momento en el menú principal del juego. Todo un detalle por parte de la desarrolladora, y más teniendo en cuenta que la serie siempre ha llegado en completo japones, en términos de doblaje, claro. Por suerte los textos están en completo castellano, ideal para comprender la enrevesada historia de Overture, pese a que aquellos que no hayan seguido la serie pueden tener serios problemas para comprender la magnitud del hilo argumental.

Buenas ideas. Mala implementación

Guilty Gear pasará a la historia de los videojuegos como uno de los grandes exponentes en el género de lucha en dos dimensiones, rivalizando con obras magnas como Street Fighter (también en cuanto a número de versiones de un mismo título) y llevando la jugabilidad hasta límites insospechados. Lamentablemente, la secuela oficial del original no ha estado a la altura de su predecesor, por no hablar de sus excelentes variantes de la sub saga X, por lo que puede que el jugador que esperaba con ansias el reencuentro de Sol Badguy y compañía acabe frustrado por el cambio de planteamiento del juego. La idea de combinar la estrategia con la acción en tres dimensiones es buena, pero lamentablemente no se ha sabido llevar a cabo con eficacia, lo que, sumado a un apartado técnico completamente desfasado hace que la experiencia Overture sea más cercana al aburrimiento que a la diversión, algo que, sin duda alguna, debería haberse corregido de cara al lanzamiento occidental de esta entrega, ya que han pasado dos años desde que el juego vio la luz en Japón.